Batalla de Ideas

9 abril, 2020

¿Qué pasa con la carne y sus obreros?

Hoy vimos espantados e indignados una represión contra obreros de la carne que reclamaban su salario. A los militantes que apoyamos a Axel para la gobernación se nos pararon los pelos. Horas más tarde, Axel desafectaba a los efectivos. Pero la historia no termina ahí. Viene de lejos.

Juan Grabois

@JuanGrabois

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Nuestro Pueblo cada vez tiene más dificultades para acceder a la carne, una industria donde se mezclan grandes intereses trasnacionales, pequeñas mafias nacionales, la corrupción estructural del Estado, la falta de planificación, los privilegios centenarios de la oligarquía vacuna que no tiene reparo en asociarse con los más turbios compadritos. La industria de la carne encierra muchas de las contradicciones de la Argentina. Ahora, está en otra crisis jalonada por el Covid-19;

Les cuento una historia verídica.

SADESA es una curtiembre de la familia Galperin. Es una de las principales compradoras de cuero. SADESA contamina el Riachuelo y Villa Fiorito. La denunciamos en 2011 cuando ni sabíamos quién era Galperin. Viste: meritocracia con olor a bosta, tanino y muerte. SADESA dejó de garpe a los obreros. No paga el cuero. El SENASA obligó amablemente a los frigoríficos a entregar GRATIS el cuero a las curtiembres como SADESA. Miles de cueros. Cuestión de sanidad, dijeron. ¡Le mandaron una nota a cada frigorífico! Los compañeros de la cooperativa frigorífica decían: ¡pero no nos pagan! Bueno jodete. Entregá los cueros.

Los frigoríficos cierran si no venden los subproductos, sobre todo el cuero.

Funciona así: un personaje folclórico llamado matarife compra hacienda en Liniers. El que maneja el precio de las vacas y condiciona toda la cadena es el señorito Saénz Valiente y un grupete de ganaderos.

El matarife lleva la hacienda al frigorífico. Se realiza la faena. El matarife se lleva la carne y vende la media res en la carnicería. Ahí es dónde vos la comprás. En general, el frigorífico no cobra este servicio de faena, sino que se queda con los subproductos (cuero, sebo, menudencias, etc,). El frigorífico incluso le paga al matarife algo llamado «recupero» por estos subproductos.

Luego el frigorífico vende esos subproductos. El cuero es el más importante. Como no les pagan el cuero, no pueden funcionar. Varios cerraron. Todos los demás subproductos también están manejados por mafias cartelizadas. 

Cuando me tocó defender a los obreros de SUBPGA, esta mafia la manejaba un tal Martínez. Los patrones de la achura son… complejos.

Hay un personaje de la lumpen burguesía bonaerense llamado Brucezes que gerencia a punta de pistola frigoríficos para que los propietarios chetulis no tengan que entrar en contacto con el negraje. Le resuelve problemitas a los dueños. Un apretador profesional. 

Maneja Penta, Huella y Anchorena. El Penta es de Rouco que está horrorizado con lo que pasó, pero no pagó los sueldos. Todos le tienen miedo a Brucezes y está lleno de amigotes en la política. Ahora, cerró sin pagar a los obreros Penta. Cuando reclamaron, le pagó a la policía para reprimirlos, a la 5° de Cañada específicamente. Dos obreros hospitalizados. Axel Kicillof hizo bien en desafectarlos.

Ahora, las curtiembres están presionando al Gobierno para exportar el cuero crudo, como con Macri, alegando que no pueden trabajar. Ni curtir cuero. Todo materia prima sin valor agregado. El famoso modelo agroexportador. Los obreros curtiembreros están dispuestos a trabajar si les dan las medidas de sanidad adecuadas, pero a las curtiembres no les calienta. Ellos saben que el cuero pasa por ellas.

Haaaaaaaaa… y tenemos otros amigos del pueblo: los exportadores. También frenaron la faena y tienen la carne guardadita en las cámaras. Les conviene esperar, total después la exportan. Friar, que es de Vicentin, Bermejo, Rioplatense, Finecor.

Si no se resuelve este tema hay dos consecuencias: una suba altísima del precio de la carne y el cierre de muchos frigoríficos. La semana pasada me enteré que los obreros cooperativistas de SUBPGA tuvieron que suspender sus actividades pero cobraron la quincena y están sobreviviendo como pueden. En el Penta el empresario finoli y el gerente verdugo dejaron de garpe a la gente y no pagaron los sueldos. Tampoco pueden acceder al Impuesto Familiar de Emergencia (IFE) porque son empleados.

Esta es otra muestra de porqué necesitamos algún tipo de reforma alimentaria, planificar un poco, como para que no le falte la comida a nadie en este país. Frenar a los garcas sean finolis o porongas que perjudican al pueblo. Las cuevas que venden alimentos al triple del precio al Estado, los que explotan a los bolivianos quinteros con alquileres impagables y sin contrato, estos personajes siniestros de la industria de la carne, los elegantes «empresarios ejemplares» de las curtiembres, los contaminadores seriales del riachuelo, los post-oligarcas que siguen manejando la hacienda como patrones de estancia, las cerealeras que falsifican los papeles de exportación para no pagar impuestos, los supermercados que remarcan y remarcan.

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