7 abril, 2020
Polonia y la extrema-derecha católica
Anticomunista, anti ruso, xenófobo, fervientemente religioso y ultra conservador, el partido Ley y Justicia parece hoy invencible en el país de Europa oriental. Sin embargo una incipiente izquierda política y social comienza a surgir.

A la actual crisis sanitaria el gobierno de extrema-derecha de Polonia le ha sumado una singular crisis política. El primer ministro Andrzej Duda se mantiene firme en la intención de realizar las elecciones presidenciales el próximo 10 de mayo, lo que ha desencadenado una ola de protestas de la oposición pero también de muchos alcaldes y gobernadores del partido gobernante Ley y Justicia (PiS). Todo esto ha desembocado incluso en la renuncia el pasado lunes del viceprimer ministro, Jaroslaw Gowin.
Esta posición del gobierno se basa en que todas las encuestas dan como favorito a Duda, el único candidato en posición de hacer una campaña electoral en los medios oficiales debido a la situación de confinamiento y cuarentena que reina en todo el país.
«Si puedes ir de compras a una tienda, también puedes ir a un colegio electoral», afirmó recientemente el mandatario. En tono más categórico Jaroslaw Kaczyński, el líder histórico del PiS y hombre fuerte de Polonia, amenazó con deponer a los alcaldes rebeldes y suplantarlos por miembros fieles del partido. A esto se suma otra controversia en relación a la modalidad del voto.

En el año 2017 el PiS emitió una ley prohibiendo el voto por correo postal por considerarlo proclive al fraude, el asunto es que ahora lo propone para aquellas personas que sean población de riesgo, es decir ciudadanos de más de 60 años quienes constituyen su base electoral más confiable. El partido, una de las fuerzas de extrema-derecha europea más consolidadas, no quiere perder terreno.
El PiS, de la resistencia anticomunista a la extrema-derecha
En el año 2015 el PiS ganó por amplio margen las elecciones en Polonia lo que lo convirtió, junto con el Fidesz húngaro, en el primer partido de extrema-derecha en Europa en llegar al poder sin necesidad de una coalición. Tras esta elección Andrzej Duda, un político joven y casi desconocido, se convirtió en primer ministro del país, pero quien realmente gobierna es Jaroslaw Kaczyński, el líder indiscutido de la organización.
Los gemelos Lech y Jaroslaw Kaczyński eran antiguos protagonistas de la vida política polaca. Ambos habían sido comprometidos militantes de la oposición al régimen comunista y estaban estrechamente vinculados al histórico sindicato católico Solidaridad. Incluso fueron estrechos colaboradores y hasta funcionarios del Premio Nobel de la Paz y líder histórico de Solidaridad, Lech Walesa, cuando éste ganó las elecciones presidenciales en 1990. Pero esta relación se rompió cuando los hermanos Kaczyński acusaron a Walesa de pactar con antiguos funcionarios comunistas, lo que ocasionó su desplazamiento del gobierno.
En el año 2000 los Kaczyński volvieron a los primeros planos de la política cuando Lech fue convocado a participar como ministro de Justicia del gobierno liberal de la Plataforma Cívica (PO). Este cargo le permitió ganar popularidad gracias a su retórica de mano dura y de lucha contra la corrupción, pero al poco tiempo fue nuevamente apartado del gabinete por falta de fidelidad.
Fue así que en el año 2001 los Kaczyński decidieron fundar el PiS y con esta fuerza política consiguieron llegar nuevamente al gobierno en el año 2005, en una alianza con los conservadores que tenía a Lech como presidente y a Jaroslaw como jefe de ministros. Pero este experimento sólo duró dos años por diferencias internas en la coalición. Recién en la elección de 2015 el PiS pudo volver al gobierno tras obtener el 37% de los votos y conseguir así mayoría absoluta en la Sejm, el Parlamento polaco.

Previamente, el 10 de abril de 2010, había sucedido un punto de inflexión en la vida política de este partido. Lech Kaczyński tenía la intención de comenzar su campaña electoral para la elección de ese año visitando un monumento dedicado a los partisanos polacos asesinados por los soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial en la ciudad rusa de Smolensk. Ese día el aeropuerto ruso le había advertido no hacer el vuelo a causa de la nieve, pero Kaczyński, obsesionado con el impacto simbólico de lanzar desde allí su campaña, desoyó las advertencias y tomó un vuelo privado acompañado de casi toda la élite política polaca. Trágicamente, a causa de malas maniobras dificultadas por la nieve, el avión se estrelló y fallecieron sus 94 tripulantes.
Esta tragedia no sólo puso a Jaroslaw Kaczyński al frente de la campaña presidencial en reemplazo de su hermano, sino que le sirvió para culpar del accidente a las autoridades rusas del gobierno de Vladimir Putin y al ex-presidente polaco Donald Tusk, representante del establishment liberal.
En poco tiempo Jaroslaw convirtió al PiS en el principal partido de protesta del país fomentando los sentimientos anti-rusos, muy arraigados en la sociedad polaca, y canalizando el descontento social ante los partidos liberales y conservadores, que habían gobernado el país desde la caída del comunismo y que estaban muy desprestigiados tras el colapso económico del 2008.
Una política social conservadora
La amplia popularidad del PiS se basa en buena medida en que fue el primer partido que intentó implementar políticas sociales en un país arrasado por reformas neoliberales desde la caída del comunismo y duramente golpeado por la crisis del 2008. Estas medidas le permitieron reducir la desocupación, aumentar el salario mínimo, otorgar una cobertura social a amplias capas marginadas de la población y generar un crecimiento de la economía en los últimos años.
Las causas de este mejoramiento económico son bastante disputadas, algunos lo atribuyen a las reformas keynesianas impulsadas por el gobierno. Otros, como la Plataforma Cívica que gobernó entre 2007 y 2015, lo explican como consecuencia de las políticas de recorte que ellos llevaron a cabo en sus mandatos o debido a la buena situación económica general de Europa. Según ellos, esto habría permitido la llegada de mayores inversiones por los bajos salarios polacos, recibir ayuda sin costo para proyectos de infraestructura y reducir su tasa de desempleo por la considerable emigración hacia los países centrales.
Más allá de esta discusión, las políticas sociales del PiS están atravesadas de una visión autoritaria y conservadora de la sociedad. Polonia tiene una de las leyes anti-aborto más restrictivas de Europa y buena parte del sistema de seguridad social está moldeado sobre valores cristianos. Un ejemplo de esto es el popular y muy exitoso programa “Familia 500+”, que consiste en 120 euros para cada familia por mes por cada uno de sus hijos a partir del segundo hijo. En un país con un salario promedio por debajo de los mil euros, esto representa casi el 12% del sueldo bruto. Lo alarmante es que este programa excluye a madres solteras o que crían a sus hijos por afuera de la convivencia matrimonial. Esto expresa la visión del PiS que concibe a la familia bajo estrictos valores católicos.
La obsesión por el pasado y la identidad católica
Otra peculiaridad del PiS es su obsesiva preocupación por la interpretación del pasado. Desde el Estado se fomenta activamente la imagen de una Polonia eternamente víctima del nazismo y del comunismo, así como un enaltecimiento de las tradiciones católicas y del heroísmo nacional. Así, en el año 2018 se aprobó una ley que penaliza con tres años de cárcel el uso de expresiones que vinculen al país con los crímenes del holocausto judío.
Si bien Polonia fue un país invadido y los campos de concentración pertenecían a Alemania, esta reglamentación esconde el intento de dejar en la sombra la colaboración en el genocidio de buena parte de la población civil y de las autoridades polacas de entonces.

Otra ejemplo es el culto popular a los “soldados partisanos” que tras la Segunda Guerra lucharon contra los soviéticos, culto fomentado activamente desde el Estado y de gran aceptación en la sociedad. Muchos ven en este culto un intento de disputarle la memoria de la resistencia anti-soviética a los antiguos dirigentes del sindicato Solidaridad, varios de los cuales son hoy opositores como el mencionado Walesa, y enaltecer así un patriotismo militar y nacionalista.
Esta disputa por el pasado también se expresa en el fomento de los valores católicos y en el peso de la Iglesia en las políticas del PiS. Esto hace que las campañas contra la homosexualidad y el movimiento LGBT sean un tema central en la agenda cultural del partido. En muchos parlamentos regionales se han aprobado resoluciones contra la denominada «homo-propaganda». Incluso el año pasado, en la ciudad de Świdnik, se llegó al delirio de aprobar una resolución que declara a la ciudad “zona libre de LGBT”.
Una población profundamente católica, sobre todo en las zonas rurales, tiene mucha simpatía por este tipo de políticas y constituye en la actualidad una fiel base electoral del PiS.
El elemento religioso es también fundamental en su postura anti-inmigratoria e islamofóbica. En 2015 Jaroslaw Kaczyński se refirió a los refugiados como “parásitos que portan enfermedades contra las que están inmunizados en sus países pero no en Europa” y rechazó la propuesta de la Unión Europea de acoger a 7000 refugiados sirios.
Polonia no sólo tiene una de las tasas inmigratorias más bajas, sino que es también uno de los países étnica y religiosamente más homogéneos de Europa. Esta postura nacionalista y anti-inmigratoria lo ha convertido en el portavoz del llamado grupo de Visengrado, compuesto por otros Estados hostiles a toda política inmigratoria como Hungría, Eslovaquia y la República Checa.

Con un firme apoyo en los zonas rurales el PiS ha conseguido conservar el gobierno sin dificultades en las últimas elecciones del 2018. Sin embargo, en las legislativas de 2019 perdió algunas bancadas con la coalición La Izquierda (Lewica) quienes consiguieron 49 escaños en el Sejm.
A esta incipiente oposición parlamentaria de izquierda hay que sumarle una creciente movilización en las calles de defensores de derechos humanos, de la comunidad LGBT y de los colectivos feministas. También de artistas e intelectuales o de sectores de la sociedad civil como jueces y periodistas independientes. Esta oposición es por el momento fragmentada aunque muy activa en la sociedad.
* Doctor en Filosofía y ex profesor de la Universidad Nacional de La Plata. Actualmente reside en Alemania y se encuentra escribiendo un libro sobre las extremas derechas europeas.
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