5 abril, 2020
Todas las personas mayores fueron primero niñes, pero pocas lo recuerdan
El 6 de abril de 1943, Antoine de Saint-Exupéry publicó “El Principito”, quizás sin saber que sería uno de los libros más vendidos de la historia.


Daniela Errecarte
“Paremos el mundo. No sé qué otra cosa más importante tiene que haber. Paremos el mundo y repensemos en base a les pibes que ya están. En la política siempre se habla a futuro y parece que es mañana, pasado mañana, pero la infancia es hoy. La infancia no abrazada está hoy. La infancia explotada está hoy. La infancia que no puede transcurrir su infancia está hoy. Somos generaciones adultas que tenemos que sanar y aún sin sanar hemos traído y seguimos trayendo pibes a este mundo. Tenemos que sanar y tenemos, mientras, que abrazar para encontrar cosas más concretas, más firmes, más potentes”
Marlene Wayar
Todes tenemos un ejemplar de El principito en nuestra biblioteca. Y si no está en la nuestra, está en la de algún prime, sobrine, hije o amigue. Todes reconocemos al jovencito rubio con cara asustada, a la flor protegida por un globo de cristal y al planeta diminuto lleno de volcanes.
A 77 años de su publicación, esta obra sigue vendiendo un millón de ejemplares anuales. Se convirtió en el libro escrito en francés más traducido y leído de la historia, ya que se calcula que se hicieron 140 millones de copias en todo el mundo. Es que la niñez es atemporal, y hay esencias que exceden a cualquier contexto histórico.
El principito es un cuento infantil, pero dirigido también a les más grandes. La obra es un paseo por los valores universales de la humanidad, como el compromiso, el amor y la felicidad que aportan las pequeñas cosas de la vida. Invita a la reflexión de cómo a veces nos sumergimos tanto en el bullicio de la vida cotidiana, que terminamos menospreciando o subestimando lo esencial.
La inquietud, la urgencia y la curiosidad que les niñes demandan, lejos de ser un fastidio, es el motor de la filosofía más inocente, el descubrimiento de un mundo a partir de las palabras de une otre, un adulte que acompañe el proceso de crecimiento. El Pricipito pone pausa en esta escena durante un par de capítulos, y nos invita a pensar sobre lo estructural que es ese momento en la vida de cualquier ser humane.
Las represiones, los miedos, los deseos y tantas otras cosas que nos conforman a nosotres como personas, son cimientos que construímos desde nuestros primeros años de vida, y que nos acompañarán hasta la muerte -a no ser que encontremos a un buen terapeuta en el camino-. Por esto es que la clave está en las infancias libres.
Susy Shock, artista trans sudaca y escritora del libro Crianzas, en diálogo con QUÉ digital, señaló: “Los niños y niñas necesitan un guiño, necesitan que le digan ‘no es mi aventura, es tu aventura’. Quizás no se entienda pero igual hay que abrazar, porque la falta de abrazo termina construyendo ese vacío que genera odio”. El Principito hace 77 años que nos abraza fuerte, y va a seguir abrazando a las futuras generaciones.
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