Géneros

5 abril, 2020

«Línea Violeta» frente al coronavirus: prioridades claras, feministas y populares

Rocío Liébana y Eli Vargas son referentas de la colectiva Mala Junta – feminismo popular en la provincia de Buenos Aires. En esta entrevista dan cuenta de cómo se vienen organizando para enfrentar la violencia machista desde los territorios durante la cuarentena obligatoria.

Natalia Draghi

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El movimiento feminista, y específicamente el feminismo popular, viene trabajando mucho en generar espacios de encuentro que construyan una espalda colectiva para afrontar lo que siempre se vive como una mochila individual: atravesar una situación de violencia de género. Hace tiempo que se monitorean las políticas públicas existentes y, cuando no existen, se exige su creación y se construyen herramientas desde las organizaciones.

Es así que desde Mala Junta – feminismo popular, lanzaron a nivel nacional la “Línea Violeta” en el marco de la cuarentena social obligatoria. Una herramienta que busca llegar a los barrios y a las personas que -en este contexto- no tienen acceso a distintas herramientas estatales de prevención y denuncia de violencia de género.

Rocío Liébana y Eli Vargas, referentas de la colectiva que impulsa esta iniciativa, explican en esta entrevista sus alcances y objetivos.

– ¿Cuáles son las dificultades con las que se encuentran en el camino del acompañamiento en los casos de violencia de género?

– Rocío Liébana (RL): Sabemos que cuando luchamos contra el patriarcado, estamos encarando una lucha permanente contra dragones de mil cabezas. Somos nosotres contra la justicia patriarcal y clasista, contra las comisarías de la mujer que juzgan, los servicios locales de niñes que no miran a las madres como personas quienes además de estar atravesando una situación de violencia, no acceden a una vivienda digna o alimentación adecuada. Y así podría nombrar un sin fin de situaciones que, muchas veces, vuelven a violentar a la persona que está rompiendo las barreras de lo privado hacia el ámbito público en busca de sus derechos. 

Hoy nos interpela la parálisis y reacomodamiento las instituciones que deben dar respuesta frente al conjunto de violencias que se presentan, porque si algo tenemos claro es que no nos podemos quedar tranquilas en nuestras casas. Lamentablemente el 65% de los femicidios son en nuestros hogares.

– Eli Vargas (EV): Nosotras en Luján además de las rondas de charlas, de los viajes y las marchas construimos un dispositivo de acompañamiento a mujeres y disidencia en situaciones de violencia de género: “Trabajadoras comunitarias para la igualdad de género”. El objetivo del dispositivo se centra en una escucha sorora de la situación, un asesoramiento básico sobre los servicios disponibles y algo muy importante, el acompañamiento en “la ruta crítica”, la mejor manera que encontramos de nombrar todo ese camino desde lo privado a lo público. 

Las instituciones del Estado trabajan mal, informan mal, tienen siempre una mirada fragmentada del problema y su intervención muchas veces es revictimizante, reciben a la mujer como si fuera un problema que quieren sacarse de encima rápido. En cambio cuando vas acompañade y, más aún, por una organización feminista con inserción territorial y peso político propio, la respuesta es muy distinta.

PRIORIDADES: CLARAS, FEMINISTAS Y POPULARESFrente a la crisis social y sanitaria debimos reordenar rápidamente nuestras tareas militantes y poner nuestras herramientas políticas y sociales a disposición, organizandonos en diferentes frentes para ⚠️ que no falte el alimento en ninguna mesa, ⚠️ el techo donde alojarnos y especialmente ⚠️ que no nos falten las vidas de las mujeres ? y del colectivo LGTBIQ+?️‍? que hoy están mayor riesgo: la violencia y las desigualdades de género se recrudecen en este contexto de encierro y las posibilidades de acceder tanto a vínculos que rompan el aislamiento, como a las instituciones que deberían atender frente a una situación de violencia de género (la denominada “ruta crítica”) se torna más inaccesible. Y decimos esto porque muchas instituciones modificaron sus horarios y formas de atención, redujeron personal y eso incide claramente en el transitar las mismas.? Reconociendo la dimensión que asumieron tanto las comunicaciones telefónicas (la línea 144 como el exponente más claro de eso) y las redes sociales, ponemos nuestras redes y ?#LíneaVioleta en diferentes puntos del país a disposición para acompañar ese arduo camino burocrático a recorrer .Más que nunca las feministas populares tenemos la tarea de? #TejerRedes entre las organizaciones sociales, políticas, sindicales, universidades, grupo de profesionales autónomos y el Estado. ? #ConstruirPuentes entre quien está atravesando una situación de violencia de género o quienes acompañan.#CUIDÉMONOS #NosEscuchamos

Posted by Mala Junta on Wednesday, April 1, 2020

– ¿Por qué lanzar una Línea Violeta en este contexto?

– RL: Nos preocupan las mujeres y disidencias que ya venían atravesando situaciones de violencia simbólica y psicológicas en sus hogares. Que eran menospreciadas cotidianamente y que hoy están obligadas a vivir una convivencia sin respiro alguno y saber que esa situación de violencia hoy puede desencadenar en otras violencias. 

Nos preocupan quienes por ser parte del colectivo LGBTTIQ ya han sido expulsades de sus hogares y que se encuentran bastante desamparades, sin poder apelar a sus redes de contención, ya que mayoritariamente sus trayectorias y presentes no son observados como violencias de género. 

Por eso es clave que se reconozca a las organizaciones feministas-disidentes como actores articuladores hoy y siempre. Y para quienes venimos generando dispositivos de acompañamiento feminista, como lo es la Casa Violeta en Tandil, hoy tenemos la obligación de redoblar la apuesta para que no se invisibilicen estas situaciones.

– EV: En principio porque en este contexto de aislamiento social empeora una situación que ya era grave. Cuando hablamos del aumento de demanda de nuestros comedores o de la necesidad de hacer llegar servicios básicos para la vida digna a los más de cuatro mil barrios populares que se censaron en la Argentina con el Relevamiento Nacional de Barrios Populares (Renabap); y cuando advertimos que la violencia de género, el abuso sexual en la niñez, la discriminación a las personas de orientación sexual disidente no son problemas secundarios. 

Con esto me quiero referir a que la combinación de falta de acceso a derechos básicos se enreda con las situaciones de violencia y evidencia que, en la Argentina, hay territorios sin derechos. Es que para el sentido común, y muchas veces para el Estado, les ciudadanes que hacemos vida en los barrios populares no somos sujetes de derechos.

– ¿En qué consiste la Línea Violeta?

– RL: Queremos compartir masivamente la información que nos arroja el haber recorrido “la Ruta crítica”, para evitar que haya compañeres yendo de un lugar a otro sin respuesta, ya que de por sí todo ese momento es caótico, angustiante,  cargado a veces de contradicciones, temores, formalismo, lenguajes institucionales complejos. 

La Línea Violeta tiene un doble rol: construir redes con y entre instituciones, reconociendo que solemos aliarnos con trabajadores y profesionales comprometides, y a su vez, construir puentes entre quienes están necesitando de esas redes y hoy se encuentran en su casa aislades. 

– EV: Las prioridades son claras, las organizaciones sociales y feministas tenemos el desafío enorme de construir herramientas y procesos que demuestren que el problema de la pobreza no son les pobres, ni el de la violencia es el masoquismo de las mujeres, y que, por sobre todas las cosas, somos parte de la solución. Para nosotras no hay duda ni confusión: la agenda de tierra, techo, trabajo y las violencias son parte de una misma lucha y no porque lo diga una organización, si no porque así lo demuestran las vidas de les compañeres. 

Lo cierto es que hoy podemos decir que estamos ante una emergencia nacional en violencia de género. Necesitamos respuestas urgentes, necesitamos que el Estado recupere las propuestas que las organizaciones, que se impulsen transformaciones estructurales de mediano y largo plazo que reviertan de raíz la desigualdad.

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