18 marzo, 2020
La educación en la Ciudad de Buenos Aires y el coronavirus
La suspensión de las clases fue una medida preventiva necesaria en el marco de la pandemia. Sin embargo, en la capital del país no están garantizadas las condiciones para que se haga trabajo virtual y, sobre todo, se está incumpliendo con la obligación de brindar alimentos a los chicos y chicas.


Alicia García Tuñón
El domingo, el presidente Alberto Fernández anunció una serie de medidas para intentar frenar el avance del coronavirus. Una de ellas fue la suspensión de las clases en todo el país.
Para algunos las medidas que se tomaron fueron muy lentas y tardías, para otros demasiado paranoicas. Siempre habrá detractores de uno u otro lado. Pero en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires, pese a que el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, se sentó junto al presidente, las acciones no parecen ser tan claras.
En primer lugar, el Ministerio de Educación sigue demorando la normativa sobre quién debe concurrir, cuánto tiempo, a qué, qué licencia cubrírá a les docentes en caso de necesitarlo por ser población de riesgo o tener a su cuidado niñes sin clases o adultos.
La decisión quedó en manos de los directivos. Ante esto, muchas autoridades temerosas los hacen cumplir toda la jornada, a todo el personal junto, como si no se estuviese insistiendo que hay que evitar la circulación de personas al máximo. En otras escuelas prima el criterio y las guardias funcionan para cubrir las necesidades de los pibes y organizar las clases virtuales. En muchas está llegando un kit de limpieza pero sin alcohol en gel. En otras, ni eso.
Con respecto al trabajo virtual, se hace muy difícil en las escuelas de nivel medio. El cierre del Programa Conectar-Igualdad hizo que se cancelara la distribución de netbooks entre los estudiantes y en muchos hogares no hay computadoras ni internet. Tampoco hay material bibliográfico ni libros de lectura para distribuir.

Pero lo más grave es el “almuerzo” que garantiza el Ministerio de Educación. Desde distintas instituciones, los docentes envían fotos del menú que está programado para estas semanas y de la calidad de la comida.
En las escuelas en las que hay servicio de cocina para elaborar los alimentos, los directivos tuvieron que comprar con dinero de sus bolsillos bandejitas para que las familias se los puedan llevar a casa.
La Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) repudió en un comunicado “la decisión del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que en plena emergencia sanitaria envía como refrigerio a lxs alumnxs de las escuelas públicas una vianda que consiste en dos rodajas de pan y dos fetas de fiambre”.

“Esta situación alcanza incluso al programa Primera Infancia que acompañan a niñxs de 45 días a 5 años en los barrios de las zonas más golpeadas de la Ciudad y a lxs hijxs de las alumnas madres de las escuelas secundarias. Una vez más, la Ciudad más rica del país abandona a los sectores más vulnerables”, añadió.
En su comunicado, también le exigió al Poder Ejecutivo que brinde una alimentación saludable para todos los niños.
En la entrega de comida de este martes se sumó también la escasez de viandas. En algunas escuelas del distrito 19, una de las zonas del sur de la ciudad en la que concurren niños con más derechos vulnerados, colas de alumnos con sus familias se quedaron sin recibir comida porque no alcanzó para todos.
El problema de la alimentación en las escuelas públicas de la Ciudad no es nuevo. Días antes de la suspensión de clases, en varios establecimientos -sobre todo de los distritos 2 y 7 en los que la concesión la tiene la empresa Lamerich S.A- hubo niños intoxicados por la comida que recibieron en el comedor. También, las familias de la Escuela Nº 8 de Liniers denunciaron la presencia de gusanos en la comida.
En la última sesión de la Legislatura porteña, la legisladora Ofelia Fernández pidió en nombre del Bloque del Frente de Todes que se tratara sobre tablas un pedido de informes al Poder Ejecutivo y la mayoría de Juntos por el Cambio impidió su tratamiento.
La alimentación de los chicos y chicas de las escuelas públicas de la ciudad pareciera no ser prioridad para la ciudad más rica del país.
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