Cultura

17 marzo, 2020

La cultura en tiempos de coronavirus

Artistas y trabajadores de la cultura se encuentran cerrando espacios, cancelando funciones y reprogramando fechas. ¿Quién financia la cuarentena?

El Coronavirus llegó hace menos de un mes y hoy nos encuentra tomando medidas preventivas a lo largo y ancho del país. Con el objetivo de evitar el contagio y por ende el aglutinamiento de personas, les argentines estamos día a día esperando noticias nuevas sobre qué espacios se cierran y cuáles no, viendo cómo subsistir sin salir de casa y sobre todo evitando un estado general de paranoia. 

En esa sintonía la norma 140/20 dictada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires fija que «no se podrá realizar evento artístico, musical o festivo mayor a 200 asistentes por el plazo de 30 días».

Les trabajadores de la cultura y artistas nos preguntarnos: ¿Qué pasa con nosotres? ¿Qué posibilidades tenemos de mantener nuestros sueldos cuando no existe el home office? ¿Quién nos paga las funciones canceladas? ¿Cómo sostenemos los espacios culturales que dependen meramente de esas mismas funciones y actividades diarias?

Resulta simple recortar una salida al teatro, al cine o a un recital, por ser actividades masivas que propician el contagio del virus. Lo que no resulta simple para nosotres es subsistir bajo estas medidas que, si bien consideramos que son las mejores para la prevención y el cuidado de todes, nos perjudican en nuestra realidad cotidiana.

En situaciones de emergencia como la que estamos viviendo, saltan a la vista la cantidad de laburantes precarizades, fuera del trabajo formal, que no contamos con la posibilidad de pausar 15 días la salida a la calle. 

En la mayoría de los casos nos encontramos por fuera de la normativa de un trabajo registrado, siendo monotributistas o muchas veces ni eso. Es decir: si no trabajamos no tenemos ingresos. 

Si bien entendemos la autogestión, el autofinanciamiento y el cooperativismo como formas de construir alternativas de trabajo y nuevos modos de organización, resulta urgente que puedan existir políticas públicas concretas que respalden esas lógicas, las acompañen y protejan. 

La conquista de derechos por los cuales venimos luchando históricamente no puede seguir postergándose: los fondos y subsidios otorgados a compañías o espacios son, por un lado, muy pocos en relación a la cantidad de trabajadores que somos y, por el otro, los montos no están actualizados acorde a los costos que afrontamos. 

La presencia del Estado en general y del Ministerio de Cultura en particular para nuestro rubro, uno de los más desprotegidos y de los primeros en ser golpeado, se hace imprescindible.

El arte y la cultura son nuestro trabajo, deben dejar de tratarse como simplemente un hobbie o entretenimiento. Porque es muy difícil llevarlo adelante en un sistema que nos limita constantemente cerrando centros culturales, castigándonos si trabajamos en la calle y haciendo recortes en los presupuestos para nuestra formación. 

Nuestro costo de vida debe dejar de depender únicamente del público que difunda y pague una entrada para nuestro espectáculo; por lo que debe facilitarse el acceso a la cultura tanto para quienes trabajamos haciendo arte como para quienes lo consumen día a día.

Creemos que lo artístico-cultural funciona como lugar de encuentro y de intercambio; propiciando nuevas maneras de ver y afrontar las cosas. Es un espacio de lucha donde se ponen en juego la construcción de sentidos, la creación de pensamiento crítico y de nuevos discursos políticos. Sin embargo, continuamos sosteniendo nuestra pasión y compromiso con el arte desde la incertidumbre económica. 

¿Cuándo podremos vivir realmente del arte y la cultura sin que cualquier situación extraordinaria nos pueda dejar a la deriva? ¿Cuándo existirán políticas públicas que nos protejan como trabajadores y trabajadoras independientes y autogestivas? ¿Por qué implica una preocupación para nosotres quedarnos en casa y no podemos ocuparnos solamente de resguardarnos para el cuidado propio y colectivo?

A la cultura también la cuidamos entre todes.

Malu Rodríguez, Milagros Zabaleta y Lara Poloni 

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