13 marzo, 2020
Con la derrota casi segura, ¿qué sigue para Sanders y su movimiento?
Las chances del senador por Vermont se terminaron el último martes 10 de marzo cuando se impuso en solo uno de los seis estados que votaban para la primera demócrata. Sin embargo queda como saldo un movimiento social y político casi sin precedentes en EE.UU.


Nicolás Zyssholtz
El sueño terminó. Joe Biden va a ser el candidato del Partido Demócrata a la presidencia de los EE.UU. No hay tiempo ni margen para revertir la tendencia a su favor y las primarias van a quedar prácticamente sentenciadas el próximo martes 17 de marzo, cuando estados muy poblados como Florida, Illinois y Ohio voten abrumadoramente a favor del ex vicepresidente de Barack Obama.
Es decir que Bernie Sanders no va a ser presidente. Ni ahora, ni nunca. El senador por Vermont cumple 79 años en septiembre; su edad ya era muy avanzada para esta campaña (aunque Donald Trump tiene 74 y Joe Biden 77), y sería una locura pensar en un nuevo intento en 2024.
¿Qué va a hacer Bernie ahora? Aunque no le alcanzó para ganar las primarias, mantiene un capital político muy valioso: un movimiento de miles de personas -un hecho casi inédito en la historia estadounidense-, y los votos de la amplia mayoría de los jóvenes, cuya presencia en las elecciones del 3 de noviembre resulta indispensable para que los demócratas puedan derrotar a Trump.
El miércoles 11 de marzo, Sanders anunció que daría un discurso desde su ciudad, Burlington, en Vermont. Por el tono con el que lo comunicó, se especuló con la posibilidad de que decidiera suspender su campaña, pero finalmente no lo hizo. Sí tendió una serie de puentes hacia Biden, con quien lo une una relación personal y a quien llamó repetidamente “amigo” y dejó claro que su prioridad es vencer a los republicanos -es decir que apoyaría una candidatura de su adversario en las primarias-.
Finalmente, insinuó la principal razón por la que aún no se baja: hizo hincapié en el debate del domingo 15 de marzo (que se iba a llevar a cabo en Phoenix y por el coronavirus fue trasladado a Washington, D.C.) mucho más que en las elecciones del martes 17. ¿Por qué? Porque apuesta ahora a arrastrar la agenda de Biden hacia la izquierda, dado que el ex vicepresidente necesita convencer a los votantes de Sanders que no son necesariamente leales al Partido Demócrata.
El debate, que será el primero mano a mano entre ambos, puede ser una excelente oportunidad para acercarse a ese objetivo.
¿Por afuera?
“En cualquier otro país, Joe Biden y yo no estaríamos en el mismo partido”, dijo a principios de este año Alexandria Ocasio-Cortez, la popular diputada por Nueva York que apoya a Sanders. A partir de esa declaración cabe preguntarse si hay espacio para un tercer partido en el sistema político estadounidense.
Es una obviedad que a Bernie le faltaron votos, pero eso sólo ocurrió luego de una fenomenal operación del establishment del Partido Demócrata, que logró deshacerse de tres candidatos que sumaban un digno caudal (Pete Buttigieg, Amy Klobuchar y Tom Steyer), antes del súpermartes, mientras que Elizabeth Warren, la candidata que más votos disputaba con Sanders, continuaba en carrera.
Por su parte Bernie ya dejó claro que su prioridad es derrotar a Trump, lo que descarta la posibilidad de formar un tercer partido antes de las elecciones de noviembre. No obstante hay una gran cantidad de antecedentes de otros partidos obteniendo buenos resultados durante el siglo XX, pero casi siempre favorecieron al candidato más alejado de sus posiciones. Por ejemplo, en 1992 el derechista Ross Perot obtuvo el 19% de los votos, lo que le permitió a Bill Clinton evitar la reelección de George H.W. Bush y ser electo con solamente el 43% de los sufragios.
Pero claro, Perot y otros candidatos de derecha, o candidatos progresistas como Robert La Follette (1924) o Henry A. Wallace (1948), no tenían un movimiento detrás que permitiría sostener una construcción partidaria más allá de un proceso electoral. Además, como mencionamos, ese movimiento está integrado mayoritariamente por jóvenes que no tienen ningún lazo de lealtad con el Partido Demócrata. Hay figuras públicas jóvenes, como Ocasio-Cortez, Ilhan Omar o Rashida Tlaib. Pero claro, todo eso será después de derrotar a Trump.
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