El Mundo

26 febrero, 2020

Austria y la normalización de la extrema-derecha

El Partido Austríaco de la Libertad (FPÖ) reivindica abiertamente su pasado nacionalsocialista y tiene una larga trayectoria en la política local, al punto que gobernó varias veces. Sin embargo, algo lo diferencia de sus pares europeos: su patriotismo cede terreno ante el nacionalismo pan-alemán.

Manifestantes de la extrema derecha austríaca con pancartas que rezan «No al centro de asilo» (para inmigrantes)

Gustavo Robles*

COMPARTIR AHORA

A fines de 1999 una noticia desde Austria conmocionaba a toda Europa: la fuerza de extrema-derecha del controvertido Jörg Haider, el Partido Austríaco de la Libertad (FPÖ), conseguía llegar al gobierno nacional en coalición con el histórico partido demócrata-cristiano, el Partido Popular Austríaco (ÖVP).

Esto despertó protestas internacionales, una ola de movilizaciones, Israel retiró su embajada, la Unión Europea amenazó con sancionar al país y numerosos tratados firmados fueron puestos en suspenso. Pero con el paso de las semanas todo pareció olvidarse, las sanciones fueron levantadas y la extrema-derecha comenzó así a convertirse en parte del paisaje cotidiano europeo.

El partido del “Tercer Campo”

No obstante, en la vida política austríaca el FPÖ era ya un viejo conocido. Su origen se remonta a la antigua Federación de Independientes (Verband der Unabhängige, VdU), un partido formado por antiguos afiliados al partido nacionalsocialista (NSDP), que se convirtió en el  representante de lo que en Austria se llama el “Tercer Campo” (Drites Lager). 

Con este término se hace referencia a una tradición política propia del país, que niega identidad propia al Estado austríaco y se siente parte de un gran Reich alemán al que añora retornar. Durante las primeras décadas del Siglo XX el término “Tercer Campo” se usaba como delimitación con respecto a los católicos-conservadores y a los austrofascistas, pero desde el fin de la Segunda Guerra es usado por la extrema-derecha para delimitarse de los socialdemócratas (SPÖ) y del ÖVP.

Anton Reinthaller, fundador del FPÖ

De esa corriente proviene el FPÖ, fundado en el año 1956 bajo el liderazgo de Anton Reinthaller, un ex oficial de las SS y funcionario del gobierno nacionalsocialista tras la anexión de Austria en el año 1938. Luego de la muerte de Reinthaller asumió la dirección del partido Friedrich Peter, otro antiguo miembro de las SS y del NSDP, pero que intentó modificar el perfil del partido con el fin de hacerlo respetable como aliado posible coalición. 

La empresa de Peter tuvo éxito y le permitió con el tiempo al FPÖ formar diversas coaliciones de gobierno, incluso con los socialdemócratas. Pero esto le costó, a mediados de los 80, una pérdida de votos y ocasionó un fuerte cisma al interior, lo que provocó el alejamiento de muchos de sus miembros más radicalizados.

En este contexto llegó a la dirección del FPÖ quien sería su líder más célebre y, hasta su muerte en un accidente automovilístico en 2008, la figura política más relevante de Austria, Jörg Haider. Carismático, con un estilo distendido y deportivo, Haider recuperó las tradiciones más reaccionarias para adaptarlas a los nuevos tiempos. Por ejemplo, se abandonó la postura pro-Unión Europea, se le otorgó centralidad a la agenda anti-inmigratoria y xenófoba y la organización tomó el perfil de movimiento de protesta anti-establishment. 

Jörg Haider, dirigente histórico del FPÖ

Así el FPÖ se transformó en un partido populista de extrema-derecha como hasta entonces no existía en Europa y rápidamente se volvió un modelo a seguir para toda la derecha europea.

Gobierno y nuevo giro a la derecha

En las ya mencionadas elecciones de 1999 el FPÖ de Haider consiguió llegar al poder, pero este gobierno fracasó, aunque no debido al repudio internacional, sino debido nuevamente a un cisma en su interior. 

Otra vez se rebelaron las líneas de extrema-derecha descontentas con las concesiones realizadas en pos de la adaptación al establishment político y todos los funcionarios de gobierno del FPÖ tuvieron que dimitir. Tras este conflicto Haider renunció para fundar su propio espacio con el que siguió participando del gobierno y -como si esto fuera aún posible- el partido se derechizó todavía más. 

Su nuevo líder, Heinz-Christian Strache, muy popular entre los círculos fascistas y un político astuto, se apartó del perfil populista y carismático de Haider para volver a las fuentes más elitistas y tradicionalistas de la tradición del “Tercer Campo”. 

Heinz-Christian Strache, dirigente del FPÖ

Con Strache los musulmanes pasaron a ser los principales enemigos públicos, tal y como muestran eslóganes como “Hogar en vez de Islam” de la campaña del 2006. También los ataques a minorías como la africana y a los solicitantes de asilo (“Fraude al derecho de asilo significa deportación”, fue otro de los eslóganes) comenzaron a darle un nuevo perfil. 

Strache se posicionó como defensor de la civilización occidental en contra de la “sobre-extranajerización” (Überfrendung) musulmana -un término muy apreciado por las extremas-derechas actuales- y logró popularizar su discurso racista en todo el país. 

En 2017 el FPÖ ingresó nuevamente al gobierno en coalición con el ÖVP y colocó a Strache como vicecanciller. Esta vez no hubo sanción alguna por parte de la Unión Europea. La extrema derecha austríaca conseguía así, a nivel europeo, algo que hacía tiempo había conseguido en la vida política austríaca: su normalización y con ello la de sus posiciones. 

Un nacionalismo no austríaco

El FPÖ presenta varias singularidades con respecto a otras fuerzas de extrema-derecha europeas. Por lo general, estas se suelen caracterizar por un ferviente nacionalismo identitario, pero en el caso austríaco se da una tensión entre el patriotismo local y el ya comentado nacionalismo pan-alemán. 

Desde sus orígenes el FPÖ se opuso a la idea de una identidad nacional austriaca y se reivindicó como parte de la tradición germana. No obstante, durante el período liberal del partido, entre 1978 y 1986, se atenuó esta posición y se aceptó pragmáticamente el patriotismo austriaco. Cuando Haider se convirtió en presidente de la organización volvió a la tradición pan-alemana pero, en la década del 90, la idea de un «Contrato con Austria» o la popular consigna electoral “Austria primero” ayudaron a disimular esta posición, no demasiado atractiva entre los jóvenes votantes urbanos. 

Sin embargo, la tradición pan-alemana sigue vigente en lo que podría considerarse la columna ideológica del partido y de donde provienen la mayoría de sus cuadros, en las llamadas Burschenschaften. Estas son tradicionales fraternidades universitarias que se remontan al siglo XIX y cuyos miembros se autoperciben como las elites del país, históricamente antisemitas y practicantes de violentos ritos de iniciación, tal y como los célebres duelos de sables o Mensur

Miembros de una Burschenschaften

También existen versiones femeninas de estas asociaciones en las que las Mädels cantan tradicionales canciones alemanas o festejan el Julfest en diciembre, festividad nórdica pagana muy apreciada por los nazis. 

Es tal la influencia de estas asociaciones en el partido que, en las elecciones del 2017, 41 de sus 51 representantes parlamentarios pertenecían a alguno de estos círculos elitistas de extrema-derecha. 

Otro factor importante que explica el éxito del FPÖ en Austria es la peculiar relación de ese país con su pasado nacionalsocialista. Luego de la Segunda Guerra, Austria se declaró la “primera víctima” de la agresión de Adolf Hitler, lo que implicó desentenderse de su corresponsabilidad y de su activa colaboración en los crímenes cometidos. Tal amnesia pública hizo posible integrar a los antiguos nazis en el sistema político después de 1945 y forjar una imagen exculpatoria del pasado que dificultó el proceso de “desnasificación”, tal y como ocurrió en Alemania. Esto explica en parte que el FPÖ sea la fuerza de extrema-derecha europea que de forma más explícita remonta su identidad a la tradición nacionalsocialista. 

Además de la casi completa ausencia de opciones políticas de izquierda en Austria, otro factor que influye en la normalización del discurso del FPÖ es la posición de los partidos históricos. Es común en muchos países europeos que los partidos políticos tradicionales se nieguen a colaborar con las extrema-derechas, una estrategia de “cordón sanitario” tendiente a no integrar sus discursos en el debate público. Pero en Austria este no es el caso. 

No sólo porque son usuales las coaliciones con el FPÖ, sino también porque estos partidos asumieron buena parte de su agenda xenófoba como propia. Esto es muy notorio en cuestiones como la migratoria y en el extendido discurso islamofóbico que reina en la vida política del país como por ejemplo, la vergonzosa Ley Islam aprobada en 2015 por la coalición de socialdemócratas y demócrata-cristianos o la campaña islamofóbica con la que Sebastian Kurz del ÖPV ganó las elecciones de 2017. 

Afiche de campaña del FPÖ con el lema «La islamización debe ser detenida»

En mayo del 2019 el FPÖ sufrió un duro golpe tras el llamado “Escándalo Ibiza”, cuando salió a la luz un video en el que Strachel aparecía negociando, en un hotel en Ibiza, con supuestos dueños de medios rusos una cobertura mediática favorable a cambio de beneficios en las licitaciones públicas. Esto generó una indignación colectiva, la salida del partido del gobierno y la expulsión de Strachel del FPÖ. 

Pero más allá del escándalo mediático, este suceso no parece haber modificado los términos de la vida política austríaca, en la que el FPÖ ha logrado hace tiempo naturalizar un discurso xenófobo y una forma autoritaria de hacer política que se expande a gran velocidad por toda Europa.

* Doctor en Filosofía y ex profesor de la Universidad Nacional de La Plata. Actualmente reside en Alemania y se encuentra escribiendo un libro sobre las extremas derechas europeas.

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas