El Mundo

20 febrero, 2020

Michael Bloomberg, la nueva esperanza blanca del establishment

El debate demócrata que se llevó adelante la noche del 19 de febrero en Las Vegas, Nevada, como previa de las primarias del estado el próximo 22 tuvo un protagonista excluyente: el multimillonario exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg.

Nicolás Zyssholtz

@likasisol

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Desde que lanzó su candidatura a fines del año pasado, Michael Bloomberg se convirtió en una especie de as bajo la manga del establishment demócrata, pero no tomó real importancia hasta los primeros resultados de las primarias en Iowa y New Hampshire, donde se hizo patente la caída en desgracia de Joe Biden.

Con esa novedad empezó a tomar forma el sueño húmedo de más de un político estadounidense y de todos sus grandes empresarios: la principal potencia del mundo occidental convertida abiertamente en una plutocracia. Donald Trump contra Bloomberg, dos multimillonarios de la misma ciudad, con intereses en común y una antigua amistad, compitiendo por la presidencia.

Un camino pavimentado de dólares

La campaña del exalcalde neoyorquino es autofinanciada. Suena lindo y progresista, pero solamente significa que está gastando una pequeña parte de su fortuna para convencer votantes, evitando, al menos hasta el debate de Nevada, la confrontación con el resto de candidatos.

Solamente hasta el 19 de febrero, Bloomberg gastó 183 millones de dólares en anuncios televisivos. Los otros siete candidatos que aún siguen en carrera gastaron, combinados, alrededor de 100.

Así, como una presencia fantasmal, el multimillonario empezó a subir en las encuestas y en este momento está peleando el segundo puesto a nivel nacional con Biden. Sin embargo, su decisión fue no participar de las primeras cuatro citas de las primarias y solamente ingresar a la carrera en el súper martes, la elección del 3 de marzo en la que 13 estados elegirán a una tercera parte de los delegados.

Entonces, ¿qué hacía en el debate previo a una primaria de la que no participa? La respuesta simple: el dinero, especialmente en la política estadounidense, todo lo puede. La más compleja: la manera de calificar para el debate era haber alcanzado el 10% de la intención de voto en cuatro encuestas de alcance nacional, sin tener en cuenta las encuestas estatales ni el hecho de que participen o no de la interna. 

Así, dos candidatos que participan del proceso desde el principio como Tom Steyer, otro multimillonario, y Tulsi Gabbard, la representante de Hawaii, no calificaron, y Bloomberg sí.

Alcalde republicano, ¿candidato demócrata?

En 2002, Rudolph Giuliani, hoy el principal asesor de Donald Trump, terminó su mandato de ocho años como alcalde de Nueva York con altísimos niveles de popularidad. En parte por la mejora de la seguridad en la ciudad, famosa hasta los años ‘90 por su violencia, pero sobre todo por su manejo de los atentados del 11 de septiembre del 2001, la mayor tragedia en la historia de La Gran Manzana.

Michael Bloomberg, multimillonario que construyó su fortuna a partir de la creación de un insumo clave para Wall Street, la conocida Terminal Bloomberg, se presentó como candidato en la primaria republicana y la ganó. Por el lado demócrata, el candidato era Mark Green, que le había ganado ajustadamente la interna a Fernando Ferrer, y había sido acusado de racismo durante ese proceso.

Michael Bloomberg y Rudolph Giuliani

Aún apoyado por el popular Giuliani, Bloomberg ganó ajustadamente la elección, llevada a cabo menos de dos meses después de los atentados. Perdió en los tres municipios más populosos y diversos (Manhattan, Brooklyn y Bronx), pero arrasó en los dos más blancos, y eso fue suficiente para una ajustada victoria contra un rival con una imagen muy negativa.

Durante sus 11 años de mandato, siguió adelante con las políticas de Rudy, muy especialmente con una táctica policial conocida como stop and frisk (detener y cachear), que derivó en cientos de detenciones incorrectas, miles de casos de violencia policial, y que estuvo notoriamente apuntada hacia las comunidades latina y negra, mayoritarias en la ciudad.

Ese, y no el hecho de haber sido intendente de la principal ciudad del país por otro partido, es el mayor hándicap que pueda tener Bloomberg: el amplio rechazo de las minorías, que representan un importante porcentaje del voto demócrata.

¿Puede ganar la primaria?

Las encuestas hoy indican que es casi imposible que consiga la mitad de los delegados del congreso. Aún si superara todas las expectativas en el súper martes sería muy difícil que consiga ese número.

Pero Bloomberg, al igual que Biden y Warren, ya trabaja sobre otra hipótesis: la posibilidad de un congreso sin resolución, donde ninguno de los candidatos alcance los delegados necesarios para ser electo en una primera votación. En ese caso, se realiza una segunda votación donde se agregan 775 súperdelegados, donde se incluyen todos los representantes y senadores del partido, además de una serie de “personalidades”.

Ahí es donde el multimillonario puede aparecer como un candidato de unidad. Muchos de esos representantes y senadores le deben su elección a Bloomberg, que aporta millones de dólares en campañas tanto de miembros del Partido Demócrata como del Partido Republicano. Tal es así que, aún cuando todavía no recibió ni un sólo voto, ya recibió el apoyo de 23 de esos súperdelegados, entre ellos 16 diputados y 2 gobernadores.

Bernie Sanders es el favorito a ser el candidato demócrata. En este momento, es el único que puede conseguir los votos necesarios. Y la respuesta del establishment partidario puede ser así de descarnada.

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