Nacionales

12 febrero, 2020

Greenpeace también denuncia al agronegocio como responsable de las muertes en Salta

La organización ambiental se sumó a las voces que plantean que los fallecimientos de niños y niñas de la comunidad wichí en el norte argentino no se debe a problemas culturales. La causa está en un modelo económico que desde hace años los excluye y margina.

Tras conocerse la muerte de un bebé de siete meses en el chaco salteño este martes, la organización Greenpeace emitió un comunicado denunciando los problemas estructurales que llevaron a este escenario crítico. Desde que comenzó el año ya son ocho las muertes de niños y niñas menores de cinco años por desnutrición, deshidratación y otras afecciones relacionadas con la pobreza y la exclusión a la que son sometidas las comunidades de la zona.

“La mayoría de las comunidades indígenas no han obtenido la titularización de sus tierras y en las últimas tres décadas, con el avance de la frontera agropecuaria, aumentaron la destrucción de los bosques y los conflictos territoriales”, sostuvo Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de la entidad ambientalista. 

Asimismo señaló a los empresarios “que compran fincas que históricamente son territorio indígena y las deforestan, mayormente para ganadería intensiva y soja transgénica”.

“La degradación y deforestación de los territorios indígenas reduce drásticamente las posibilidades de obtener alimentos, medicinas y maderas para su sustento y forma de vida como cazadores – recolectores”, añadió Giardini. A esto se suma que el acceso al agua potable “se volvió cada vez más difícil, ya que muchas comunidades sufren la contaminación de sus ríos y arroyos con agroquímicos”. 

Finalmente la situación se ve agravada por “la pobre asistencia alimentaria por parte del Estado”.

Como señaló Tiempo Argentino, de acuerdo a datos oficiales Salta es una de las provincias con más deforestación del país. Entre 1998 y 2018 perdió 1.425.493 hectáreas de bosques nativos, la mayoría en la región del Gran Chaco donde viven alrededor de 200 mil indígenas de nueve pueblos originarios, en su mayoría wichí y qom.

Los planteos de Greenpeace se suman al de otras organizaciones y especialistas que vienen remarcando la importancia de hacer eje en el modelo económico. 

“A diferencia de algunas afirmaciones que parecen suponer que la ingesta de una dieta a base de papas, arroz y fideos es ‘cultural’, la realidad es que la dieta de estas poblaciones se vio sumamente alterada cuando la frontera extractiva destruyó el monte en el que cazaban y recolectaban”, explicó en este portal la doctora en Antropología, Florencia Trentini.

A esto hay que sumarle que «la poca agua a la que acceden se almacena en los bidones que supieron contener glifosato y otros agrotóxicos que se utilizan para la producción de soja que fue cercando la vida de las comunidades”, añadió.

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