7 febrero, 2020
Mujeres que hicieron historia: Laudelina de Campos Mello
Fundó el Sindicato de Empleadas Domésticas de Brasil y luchó contra la discriminación racial y la explotación de la clase trabajadora.


Carla Martilotta
Laudelina nació en el 12 de octubre de 1904, en Poços de Caldas, Minas Gerais, Brasil. Hija de una empleada doméstica y un leñador, debió abandonar la escuela primaria a los 12 años cuando murió su padre, para quedar al cuidado de sus cinco hermanos menores mientras su madre trabajaba también como pastelera.
Antes de cumplir los 18 años, ya trabajaba como empleada doméstica. Desde su primera experiencia trabajando para otras familias, y aquella que había visto en su madre durante su infancia, quedó marcada por la indignación que le generó el maltrato de los patrones. La discriminación, la explotación y las pésimas condiciones de trabajo a las que eran sometidas las empleadas fueron el puntapié para una vida de lucha.
A los veinte años se mudó a San Pablo, en cuya costa conoció a Geremias Henrique Campos Mello, con quien se casó y mudó a Campinas donde tuvieron dos hijos. El matrimonio participó de la agremiación Saudade de Campinas, grupo cultural negro de Santos y en 1936 ella fundó una primera Asociación de Trabajadores Domésticos del país, la misma cerró durante el Estado Nuevo, y volvió a funcionar en 1946.
En 1938 se separó de Geremias, redobló su compromiso militante y se volcó también al activismo cultural para la población negra de Campinas. Fundó el Teatro Experimental Negro, que contaba con grupos de arte y danza. En 1957 organizó el baile de debutantes (Baile Pérola Negra) para jóvenes negras, en el Teatro Municipal de Campinas, iniciativa que se mantuvo a lo largo de los años.
Laudelina trabajó como empleada doméstica hasta 1954, cuando abrió una pensión en Campinas donde producía alimentos para vender en los campos de fútbol cercanos. Como trabajadora libre, fundó la Asociación Civil de Campinas con el apoyo del Sindicato de la Construcción local.
Desde la organización, promovió la alfabetización para las mujeres, ya que consideraba la educación como el principio de la concientización sobre los derechos laborales y la legislación vigente y, de su mano, la formación de conciencia de la clase trabajadora. Así, las empleadas domésticas sindicalizadas crearon los primeros lazos de cooperación y solidaridad entre ellas.
A partir de 1962 su labor fue reconocida y se conformó una liga de sindicatos de empleadas entre las ciudades de Campina, San Pablo y Río de Janeiro. Cuando se desató la brutal dictadura militar en el año 1964 continuó con su militancia social y feminista desde la iglesia progresista ya que en 1968 y hasta 1979 las actividades sindicales fueron prohibidas.
El trabajo de Laudelina fue fundamental, precisamente, en la década de 1970 para conquistar el derecho a la Carta de Trabajo y a la Previdencia Social. En 1988, una vez finalizada la dictadura, logró que la Asociación de Empleadas Domésticas sea finalmente reconocida como un sindicato oficial.
Dos años antes de su fallecimiento se creó en su pensión la ONG “Casa Laudelina de Campos Mello” a fin de honrar el legado de la primera lideresa sindical de Brasil. La entidad promueve acciones enfocadas al empoderamiento, la autonomía económica, la producción e intercambio de conocimiento y también la capacitación y calificación profesional de las mujeres negras.
La Doctora en Psicología Social Elisabete Pinto basó su tesis de doctorado en la vida de Laudelina, sobre quien dijo: “Era una mujer que se adelantó a su tiempo. Ella logró hacer la interseccionalidad entre género, raza y clase a su manera. Y ya puso en práctica la idea de lo que tenemos hoy. Cuando hablamos de género, no estamos hablando simplemente de la relación entre hombres y mujeres, sino que estamos hablando de una relación de poder y una cierta conformación de género dada en una determinada sociedad, en una determinada estructura. Cuando hablamos de trabajadoras domésticas, mujeres blancas y negras, empleadores y empleadores, estamos hablando de una relación de género, que expresa la desigualdad entre las mujeres. Laudelinda logró darse cuenta de esto, algo que muchas feministas no se dieron cuenta hasta más tarde.”
Laudelina murió el 22 de mayo de 1991 en la pensión que construyó para su vida y su militancia. Su legado continúa siendo honrado por las miles de mujeres negras que son empleadas domésticas en el gigante latinoamericano.
Según el Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA), hoy en Brasil hay alrededor de 7,2 millones de trabajadoras domésticas. De este total, el 93% son mujeres. Y de estas mujeres, el 62% son negras.
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