Nacionales

6 febrero, 2020

El coronavirus, el calor y el Ministerio de Salud

Hace algunos días se instaló en los medios de comunicación y las redes sociales cierta paranoia colectiva por la enfermedad surgida en China. Una doctora en Biología Molecular y una bioquímica analizan en esta nota los verdaderos alcances del virus y las medidas preventivas que se están tomando en nuestro país.

Rocío Rivero* Laura Fischerman**

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En tiempos de posverdad y redes sociales fue sólo una cuestión de días el que el mundo entero repitiera la palabra “coronavirus” como si invocara a un demonio en alguna lengua muerta. 

Y como generar psicosis colectiva frente a un virus desconocido es aún más fácil que fabricar polémica con las publicaciones de instagram de Jimena Barón, quienes manejamos algunas nociones sobre epidemiología y salud pública sentimos la responsabilidad de informar para un manejo cabal de la preocupación.

Los coronavirus son una familia de virus que afectan normalmente a los animales, algunos afectan a personas y provocan el resfrío común, otros enfermedades más complejas como el síndrome respiratorio del Medio Oriente o los Síndromes Respiratorios Agudos Severos. Hasta el momento se sabe que el nuevo coronavirus 2019-nCoV puede afectar a personas y se detectó por primera vez en Wuhan, China. Sin embargo dada su reciente aparición todavía hay muchas cuestiones que se desconocen.

Al inicio del brote en Wuhan, el contagio se sugería de animal a persona dado que los primeros casos tenían algún vínculo con el mercado de mariscos y animales vivos. Pero luego, sujetos que no estaban en contacto con estos animales se infectaron, lo que indica la propagación del virus de persona a persona a través del contacto con las secreciones respiratorias. Las autoridades chinas informaron que este tipo de diseminación está ocurriendo en ese país y se han informado casos similares en EE.UU., Japón, Tailandia y Corea del Sur.

Los reportes han variado desde personas infectadas con pocos o ningún síntoma hasta personas gravemente enfermas y moribundas. Se lo asocia a fiebre, tos, dolor de garganta, congestión nasal, falta de aliento, entre otros. Los equipos de salud indican que el reconocimiento a tiempo de pacientes sospechosos permite el inicio temprano de medidas de prevención y control de infecciones. 

La buena noticia es que en Argentina el Instituto Malbrán está preparado para confirmar el diagnóstico del mismo frente a un caso de sospecha y hasta el momento no se ha registrado ninguno. 

Actualmente no existe una vacuna para prevenir la infección 2019-nCoV por lo que la mejor manera de prevenir la infección es evitar exponerse al virus.

Si miramos el reporte de casos del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), al día de hoy tenemos que los confirmados son 28.353 de los cuales 28.088 ocurrieron en China, con 564 muertes confirmadas, lo que indica una tasa de Letalidad del 2%. Fuera de China los casos notificados son 265 en 23 países con una sola muerte confirmada. 

Entonces, ¿esta alerta planetaria quiere decir que la especie humana se extinguirá? ¿Se trata de una moraleja estilo ciencia-ficción mezclada con tragedia griega donde la especie aprende de manera obligada que la megaexplotación de los recursos naturales de la Tierra y el modelo de consumo tiene sus consecuencias sobre el planeta? No y no. Es simplemente lo que debe hacerse frente a un virus cuyo alcance es desconocido. 

Es decir, apenas se sabe cómo se transmite y queda por conocer la duración del brote, la distinción en la gravedad del cuadro para quienes tienen su sistema inmunológico sano en comparación con quienes no, entre otras informaciones necesarias para prever políticas de salud pública.

La salud en Argentina

Estos escenarios de alerta a nivel mundial nos ofrecen un panorama excelente para reflexionar sobre problemas de salud que en nuestro país hoy tienen un impacto en la morbimortalidad (o sea, qué porción de nuestra población enferma y muere) mucho mayor y que, sin embargo, están muy naturalizados: el hanta virus, la tuberculosis y la sífilis, por ejemplo.

El abandono del subsistema de salud público durante los cuatro años de macrismo tampoco debería escaparse de este análisis más profundo. La problemática de dengue es uno de los mejores ejemplos para pensar esto, dado que tiene una prevalencia mundial que se ha incrementado dramáticamente en la última década, poniendo en riesgo a más de 2,5 billones de personas en el mundo y convirtiéndose en uno de los problemas socio-sanitarios y socio-económicos de mayor preocupación. 

A nivel regional esta enfermedad tiene una tasa de letalidad  del 2,5% según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en Paraguay, en lo que va del año, ya se reportaron cuatro muertes, lo que obligó al país vecino a declarar la Emergencia Sanitaria.

Frente al alarmismo mediático de la epidemia en el mundo, todo parece indicar que Argentina está haciendo en materia sanitaria lo que recomiendan los expertos a nivel mundial, mediante un alerta epidemiológica el Ministerio de Salud (MSAL) detalló recomendaciones para los equipos de salud, transporte y para viajeros que se dirigen a la zona afectada. 

La importancia de volver a tener un MSAL con todas sus facultades radica en la posibilidad de que nuestros cuadros científicos-técnicos se pongan a disposición de la gestión pública, ponderen estos escenarios eco-epidemiológicos, los analicen y decidan las medidas de control y vigilancia adecuadas en función de los intereses y necesidades locales. 

Podemos decir entonces que el clima de verano (no favorable para la propagación de estos cuadros virales respiratorios) junto con la decisión de tener Ministerios en función de las problemáticas locales y trabajando por y para el pueblo son la mejor herramienta para la prevención de esta y otras epidemias. 

En adelante, y para atender a las siempre postergadas necesidades endémicas, necesitaremos no sólo un Ministerio, sino recursos materiales y trabajo científico-técnológico para identificar y mitigar sus causas, lo cual implica trascender las propias fronteras del organigrama estatal para la resolución de políticas integrales.

* Doctora en Biología Molecular y Biotecnología

** Bioquímica

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