12 enero, 2020
Irán, el derribo del avión y un pésimo manejo de la crisis
Finalmente, luego de días de incertidumbre, el gobierno de Teherán admitió que derribó por error el avión comercial ucraniano que cayó el martes pasado por la noche en las afueras de la capital. El anuncio reactivó las protestas internas, temporalmente suspendidas por el asesinato de Qassem Soleimani.
Santiago Mayor
La crisis que se desencadenó entre Irán y EE.UU. durante las últimas semanas tuvo diversas repercusiones: la salida de Teherán del acuerdo nuclear que Washington había abandonado en 2018; el pedido del gobierno iraquí del retiro de tropas estadounidenses de su territorio; y también había aplacado las manifestaciones contra las autoridades iraníes en pos de la defensa nacional contra la agresión externa.
Sin embargo, un hecho desconcertó al gobierno de Irán. El derribo del avión ucraniano -en el que viajaban mayoría de iraníes y canadienses- el martes 7 de enero.
Ese día, como respuesta al asesinato del comandante Qassem Soleimani, la Guardia Revolucionaria iraní disparó misiles contra dos bases iraquíes en las que había soldados estadounidenses. Casi en simultáneo se notificó el accidente de un vuelo comercial que había despegado de Teherán esa misma noche.
Inmediatamente se aclaró que se trató de problemas técnicos e incluso gobiernos occidentales avalaron esa versión. Pero con el correr de los días fue aumentando la incertidumbre.
Irán rechazó -lógicamente- que EE.UU. participe en la investigación. Pero aseguró que invitó a técnicos de la empresa Boeing y del gobierno de Ucrania para hacer las pericias correspondientes.
Pero esa ventana de tiempo en la que no se supo nada o se supo muy poco (en el contexto de la tensión con Washington) habilitó la ofensiva diplomática occidental. Primero fue el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, que planteó sus sospechas sobre un posible derribo de la aeronave mediante un misil. Le siguió el propio Donald Trump y otros funcionarios.
Finalmente, el sábado las autoridades iraníes reconocieron que las Fuerzas Armadas habían sido responsables del hecho. Según el medio de comunicación Middle East Monitor fue el líder supremo, el ayatollah Ali Khamenei, quien dijo que la información debería hacerse pública. Hasta entonces no había hablado del tema.
“La República Islámica de Irán lamenta profundamente este desastroso error”, escribió por su parte el presidente Hassan Rohani en Twitter. “Un error humano en el momento de la crisis provocado por el aventurerismo estadounidense condujo al desastre”, añadió el canciller Mohammad Zarif.
La mirada volvió hacia adentro
Esta situación desvaneció en poco tiempo uno de los pocos aspectos positivos que había tenido el crimen de Soleimani para Teherán: la unidad interna. Durante el fin de semana volvió a haber protestas callejeras (como a fines de 2019) para repudiar los manejos de la información respecto a la caída del avión.
Pero también reaparecieron las consignas contra el gobierno. En pocos días en las calles de la capital se pasó de escuchar “muerte a EE.UU.” a “muerte a los mentirosos”. Además se pidió la renuncia del Khamenei.
Sin embargo las manifestaciones -que fueron reprimidas con gases lacrimógenos- no alcanzaron la magnitud de las que acompañaron el funeral de Soleimani, ni tampoco las protestas antigubernamentales del año pasado.
En noviembre de 2019 el conflicto estalló por un aumento en los precios del combustible del 50%. Pero en poco tiempo las movilizaciones cobraron un carácter más político en rechazo al gobierno y a la situación económica del país (agravada por las sanciones estadounidenses).
La represión fue brutal y, de acuerdo a Amnistía Internacional, para mediados de diciembre habían muerto más de 300 personas víctimas del accionar de las fuerzas de seguridad.
Ese conflicto quedó latente y en suspenso ante la agresión de Washington. Pero producto de sus propios errores, el gobierno de la República Islámica parece haberlo reactivado.
La hipocresía estadounidense
Ante las nuevas protestas de este fin de semana, rápidamente Donald Trump tuiteó en persa su apoyo a los manifestantes.
“Para el valiente y sufriente pueblo iraní: he estado con ustedes desde el comienzo de mi presidencia y mi gobierno continuará estando con ustedes. Estamos siguiendo de cerca sus protestas. Su coraje es inspirador”, dijo.
La paradoja salta a la vista ya que, una de las principales fuentes de descontento de la población es la pobreza, la inflación y otros problemas económicos. En ese marco, el propio Trump anunció el miércoles pasado mayores sanciones contra Irán lo que no hará más que empeorar la situación.
Asimismo, el apoyo público del mandatario estadounidense habilita el discurso del gobierno iraní de señalar que las manifestaciones son organizadas desde el extranjero, deslegitimando los reclamos.
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