El Mundo

7 enero, 2020

Los cables de la inteligencia iraní que criticaban a Qassem Soleimani

El portal The Intercept difundió informes del gobierno de Teherán que cuestionan el accionar del comandante asesinado por los EE.UU. así como también dan cuenta del vínculo y la ideología de las milicias iraquíes que combaten al Estado Islámico.

El asesinato del comandante iraní Qassem Soleimani a manos de EE.UU. causó conmoción a nivel internacional. Se trataba de una figura clave del gobierno de la República Islámica y con un amplio reconocimiento en todo Medio Oriente. Las imágenes de millones de personas asistiendo a su funeral fueron impactantes.

Sin embargo, su imagen pública de estratega implacable y artífice de la expansión del proyecto de Teherán en toda la región, es puesta en discusión por cables del propio Ministerio de Inteligencia y Seguridad de Irán. 

El portal The Intercept reveló informes que critican los manejos de Soleimani en la guerra contra el Estado Islámico en Siria e Irak entre 2013 y 2015. No obstante aclaran que, desde hace tiempo, existe una disputa interna entre la Fuerza Quds que lideraba el militar y los servicios de inteligencia iraníes.

De esos documentos “la imagen que emerge no siempre se alinea con la imagen pública cuidadosamente elaborada del general como un estratega indomable”, apunta el artículo que lleva la firma del periodista Murtaza Hussain (The New York Times, The Guardian y Al Jazeera). Asimismo destaca que para los servicios de inteligencia “las tácticas brutales favorecidas por Soleimani y sus representantes iraquíes estaban sentando las bases para un gran retroceso contra la presencia iraní en Irak”. 

En uno de los cables, los agentes se refieren al combate de las milicias chiitas iraquíes contra Estado Islámico en la comunidad agrícola sunita de Jurf al-Sakhar. Allí plantean con preocupación que tras derrotar a los terroristas, los grupos armados respaldados por Irán masacraron a la población local sin motivo. Simplemente por pertenecer a otra vertiente del islam.

Combatientes chiitas iraquíes en la aldea de Jurf al-Sakhar

«Es obligatorio y necesario poner algunos límites a la violencia que se está infligiendo contra personas sunitas inocentes en Irak y las cosas que el señor Soleimani está haciendo”, apunta uno de los documentos. «En este momento, cualquier cosa que le pase a los sunitas, directa o indirectamente, es vista como responsabilidad de Irán, incluso cuando Irán no tiene nada que ver con eso», añade.

Ese mismo texto se aventura la idea de que la imagen pública de Soleimani sobre su papel en la guerra se orientó hacia la construcción de capital político en Irán, para una posible candidatura presidencial. Sin embargo también se plantea que con el correr de la guerra contra Estado Islámico, había comenzado a verse a sí mismo menos como un ideólogo político y más como un jefe militar y de inteligencia.

La decepción de las milicias iraquíes

Uno de los puntos llamativos del material revelado por The Intercept es la sorpresa que se llevaron los combatientes chiitas iraquíes cuando tomaron contacto con sus pares de Irán.

En septiembre de 2014 un comandante de una milicia le dijo a un espía iraní en la ciudad sureña de Basora que quería que sus soldados fueran entrenados y dirigidos por Irán. Sus preocupaciones eran centralmente ideológicas porque algunos combatientes “ni siquiera rezan” y otros hasta bebían alcohol.

El cable de inteligencia informa que esta petición fue aceptada y varios integrantes de las milicias trasladados a territorio iraní. Sin embargo, un informe posterior da cuenta de la decepción que se llevaron. 

Combatientes de la milicia chiita iraquí Kateib Hezbollah

«Desafortunadamente, aquellos que enviamos para recibir capacitación no están contentos con la situación cultural en Irán», señaló otro comandante de las Fuerzas de Movilización Popular (FMP), que nucleó a todos los grupos armados de Irak que combatían al Estado Islámico. Entre las quejas estaba que «los hermanos [de la Guardia Revolucionaria iraní] solo rezan las cinco veces habituales al día». Paradójicamente los iraquíes esperaban un mayor fanatismo religioso de sus vecinos y compañeros de armas.

Finalmente se señala que el primer ministro iraquí, Adil Abdul-Mahdi, tiene una «relación especial» con Teherán y que disfrutó del respaldo personal de Soleimani cuando protestas populares exigieron su renuncia en noviembre pasado. Fue justamente este funcionario uno de los primeros en exigir la salida de las tropas estadounidenses de su país tras la agresión del jueves pasado.

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas