Cultura

6 enero, 2020

Star Wars: vivimos una historia sin final

The Rise of Skywalker cierra la historia con un gran nivel de emotividad para los fans que venían desencantados de las últimas entregas. El director J.J. Abrams retoma el mito de las primeras películas con la sutileza que le había faltado en The Force Awakens y sin los giros metafísicos por los que había sido criticado.

Mariano Cervini

@marianocervini

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Una vez más / buscamos a través del tiempo / el sueño de crecer y amar”, decían los primeros acordes de “Juntos para Siempre”, la canción de Alejandro Lerner con ese toque de nostalgia y romanticismo que para algunos puede ser demasiado pegajoso y para otros un karma liberador. Sin esta carga melosa, The Rise of Skywalker (2019) va en esa dirección. 

J.J. Abrams, el director que en The Force Awakens (2017) -la anterior entrega también dirigida por él- había traicionado a los fans llevando la historia a un plano más ligado a su trabajo en Lost y la filosofía de libre interpretación, parece haber escuchado las críticas y vuelto a las fuentes.

La esencia Star Wars reclamada por los fans es infalible: sables láser y emoción. La combinación de ambas es tan imposible de alterar como la receta de la Coca-Cola. A pesar de haber intentado esta emotividad con giros un tanto repetitivos e improbables en la entrega anterior, muchos críticas señalaron lo artificial del gesto y le dieron la espalda. Es que la saga de George Lucas funciona sobre rieles sin la necesidad de forzar sus principales elementos.

Lo que había que calibrar era la emoción. Eso que Lucas había logrado tan bien en las primeras tres entregas. Esa sensación de que el bien siempre triunfa a pesar de todo, de que las cosas pueden ir muy mal, pero la fuerza nos acompaña en el camino para sacarnos adelante. 

En este filme la emoción se calibra de buena manera: batallas, diálogos y personajes se configuran en una armonía renacentista que las define desde el sello Star Wars. El eje narrativo es la nostalgia bien llevada, con giros a los fans y un homenaje a Carrie Fisher que configura la historia de una forma más que inteligente. 

El cierre es correcto y deja una sensación de haber visto algo que ya habíamos visto. Un deja vú que nos empaña los ojos a los fanáticos y entretiene a los más novatos. El regalo es la fantasía que nos hace poder vivir una vez más esa historia sin final. 

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