27 diciembre, 2019
Mujeres que hicieron historia: He Zhen
Escritora, feminista y anarquista china. En sus textos se dedicó a militar la emancipación económica de la mujer y a exigir que los medios de producción sean compartidos por mujeres y varones por igual.


Carla Martilotta
“Las mujeres chinas han sido esclavas por un largo tiempo; hoy son esclavas de nuevo, esclavas de los capitalistas… para salvar a nuestras camaradas tenemos que rechazar la teoría de los ricos y los poderosos. Tenemos que matar a todos los capitalistas” así presentaba su teoría He Zhen en 1907 en el editorial de la revista Tianyi bao (Diario de la Justicia Natural), el primer periódico feminista chino.
Zhen nació en Jiansu, una de las más ricas de China. El clima lluvioso permite el cultivo de arroz, maíz y trigo. Sus más de mil kilómetros de costa permiten obtener una gran riqueza de la pesca y existe una gran producción de gusanos de seda. Además, tiene depósitos de carbón, petróleo y gas natural.
Hija de una familia próspera, recibió la mejor educación en el Confucio chino, la doctrina milenaria que legitimaba la posición social inferior de la mujer como algo justo y necesario para preservar el orden social, la principal premisa para que la humanidad viviera. En ese marco, la familia era la estructura formadora para la vida en sociedad, basada en estructuras patriarcales jerárquicas e indiscutibles.
En ese escenario nació y fue criada He Zhen. En 1903 se casó con Liu Shipei, militante anarquista y juntos se mudaron a Shanghái donde se formó en la Escuela de las Mujeres Patrióticas de Cai Yuanpei, un educador crítico de las costumbres chinas que promovía la libertad de pensamiento y los derechos de las mujeres.
Al año del casamiento He Zhen y Lui Shipei debieron exiliarse en Tokio donde se unieron al Grupo de Solidaridad Asiática, antiimeprialista y revolucionario. Allí comenzó a publicar en la revista Tianyi bao, donde en numerosos problematizó sobre la necesidad de que las mujeres sean poseedoras de los medios de producción para poder ser sujetos libres.
En “lo que las mujeres deberían saber sobre comunismo”, su texto célebre, Zhen problematiza sobre los tres tipos de mujeres en China: las esclavas, las trabajadoras y las concubinas. Todas ellas sometidas al poder de los hombres por la misma necesidad vital: comer.
“Aquellas de nosotras que somos mujeres sufrimos incontables amarguras e incontables males para obtener un plato de arroz. Mis compañeras mujeres: ¡no odien a los hombres! Odien que no tienen comida que comer. ¿Por qué no tienen alimento? Es porque no tienen dinero para comprarlos. ¿Por qué no tienen dinero? Es porque los ricos han robado nuestra propiedad.”, decía.
“Aquellas de nosotras que somos mujeres sufrimos incontables amarguras e incontables males para obtener un plato de arroz. Mis compañeras mujeres: ¡no odien a los hombres! Odien que no tienen comida que comer. ¿Por qué no tienen alimento? Es porque no tienen dinero para comprarlos. ¿Por qué no tienen dinero? Es porque los ricos han robado nuestra propiedad.”
En paralelo fundó la Asociación de Recuperación de los Derechos de las Mujeres (Nüzi Fuquan Hui) desde donde militaba para la emancipación de “los hombres que retienen a sus mujeres como si se tratara de su propiedad y la enclaustra en los muros de la casa y la priva de sus libertades básicas”.
En 1909 ella y Liu Shipei volvieron a China. Dos años más tarde se produjo la revolución de Xinhai que derrocó a la última dinastía imperial de China, la Qing, y estableció la República de China con una participación inédita de las mujeres.
El feminismo nacionalista había nacido en contra de los productos extranjeros que invadían los mercados chinos en las calles las mujeres daban discursos a favor de la revolución, e incluso llegaron a formar parte de algunos de los ejércitos.
Cuando la revolución terminó, las mujeres se organizaron para poder votar. La Alianza por el Sufragio Femenino se formó en 1912 y desde allí pregonaban: “Felizmente, China fue liberada y el despotismo dio lugar a la república. La revolución política ha llegado primero, pero una revolución social podría seguirla. Si se quieren evitar las tragedias de la revolución social, es necesario asegurar igualdad social; si se busca igualdad social, se debe empezar con igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y para eso, debe empezarse con el sufragio femenino”.
Para ese entonces He Zhen se había corrido de la escena. En 1919 su marido falleció de tuberculosis y la vida de la amarquista pasó a ser un misterio. Según algunos historiadores, la revolucionaria anarquista se convirtió en monja budista y cambió su nombre.
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