18 diciembre, 2019
Darío Acosta: “No nos tenemos que comer la curva de que la heterogeneidad implica tragar sapos”
El militante del Movimiento Popular La Dignidad y concejal de Ciervo Petiso, Chaco, repasa en esta entrevista los aportes y desafíos que la izquierda popular tiene que hacer en el marco del gobierno del Frente de Todes.


Santiago Mayor
Durante las pasadas elecciones de octubre distintas referencias de la denominada izquierda popular alcanzaron, por primera vez en su historia, puestos institucionales. Como parte de la alianza que implicó el Frente de Todes lograron cargos en distintos Concejos Deliberantes, la Legislatura porteña, la Cámara de Diputados de la Nación y hasta un lugar en el Gabinete: la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta.
En ese marco, Notas realizó una serie de entrevistas a distintos referentes para analizar el rol que tiene este espacio político -que no fue parte de los gobiernos kirchneristas- de cara a la etapa que se abre con la presidencia de Alberto Fernández.
Darío “Chano” Acosta es militante del Movimiento Popular La Dignidad (MPLD) que a su vez forma parte del Frente Patria Grande. Fue electo concejal en Ciervo Petiso, una pequeña comuna rural de Chaco, donde votaron poco más de 800 personas.
Según su mirada, la izquierda popular se integró al Frente de Todes porque “había una necesidad: echar a Cambiemos del gobierno”. “Y ahora es garantizar que no vuelvan más y que tengan la menor incidencia posible”, opinó.
No obstante sostuvo que “el desafío” para estos cuatro años es “profundizar la agenda progresista y que esas políticas se materialicen en acciones de gobierno”.
– Después de cuatro años de gobierno neoliberal la izquierda popular decidió integrar un frente de unidad para derrotar al macrismo y accedió a distintos lugares institucionales ¿Que implica para este espacio político asumir esta nueva tarea en un contexto como el que vivimos?
– Ni bien fue puesto en marcha el gobierno de Cambiemos y sus políticas de devastación, un conjunto de organizaciones e individualidades vinculadas a la izquierda popular, comenzamos a reunirnos en Buenos Aires con el objetivo de pensar la etapa y cómo intervenir en ella.
Si bien en aquel momento nos atravesaba el gobierno de Macri, el punto inicial del análisis que comenzamos a hacer, partió desde una perspectiva regional. Un mapeo latinoamericano que nos llevó a un diagnóstico alarmante: la avanzada de la derecha en toda Latinoamérica.
Ese diagnóstico y la necesidad de construir un bloque político desde la izquierda popular, dio como primer resultado el nacimiento del Frente Patria Grande. Luego de aquello y de nuestras primeras acciones políticas, surgió la candidatura de Alberto Fernández y el nacimiento del Frente de Todos, desde donde se hizo un llamamiento y al cual nos sumamos.
Al formar parte del Frente de Todes, y lograr la victoria en octubre, la izquierda popular abrió la posibilidad de integrar espacios institucionales a expresiones que antes se les marginaba. Por distintas cuestiones, prejuicios, rosca y alianza corporativa.
Por supuesto que esto nos pone a un desafío novedoso, que es la “institucionalización” de parte la gestión social, por un lado -economía popular, promoción de la salud, bachilleratos populares, etc.- y la interpelación de la estructura metodológica del Estado, por el otro. O sea, cómo y de qué manera llegan las políticas públicas a las comunidades, en un pleno ejercicio de las funciones de las instituciones al servicio del pueblo y no de los negociados privados, puteriles y clientelares.
Si logramos que se despliegue dentro del Estado, y fuera de él, acciones de políticas públicas vinculantes, asociadas a la solidaridad, el apoyo mutuo, la organización comunitaria, entonces estaremos construyendo un relato que se contrapone a las lógicas del neoliberalismo. Y por lo tanto estaremos dando en la etapa una batalla cultural que nos permitirá en un periodo de tiempo abrir otra.
Entonces, para la izquierda popular asumir esta etapa implica primero reconocer que la derecha es una hidra capitalista que sigue de pie electoralmente (conserva un porcentaje alto de votantes), judicial y mediáticamente. Conservando una base social que intentara fortalecerse en la calle cuando sienta que sus privilegios están siendo alterados. Ahí está el desafío de nuestro espacio, construir otro relato de acciones dentro de las instituciones y fuera de ellas.
– ¿Cómo se expresa esto en una pequeña localidad como es Ciervo Petiso donde la realidad es muy diferente a la que se puede ver en otros distritos como la Ciudad de Buenos Aires, Luján o Mar del Plata?
– En Ciervo Petiso, una comuna ruralizada con un gobierno que va a cumplir 32 años, con un esquema que se parece más a un casco de estancia que a una institución, claramente el surgimiento de la organización popular y cooperativista allí, es ya un hecho de ruptura.
Hay una cuestión importante que se dio y es que una mayoría se rebeló a la condición que se le había impuesto. A la condena de la pobreza eterna y hereditaria, a ser súbditos de las migajas del Estado Municipal. Esa rebelión, a esa condición, dio nacimiento a un grado de organización del poder popular que nos llevó a la concejalía.
Es cierto que es una pequeña localidad en el Chaco y que una concejalía no mueve el amperímetro de la política hacia arriba. Pero si hacia abajo.

Hoy nos sucede una cosa muy interesante y es que debido al desarrollo que tenemos aquí –agrario, agroecológico– sentimos que no estamos alejados de ningún debate. Porque se viene hablando de la vuelta al campo, de la producción de alimentos para enfrentar la hambruna, y eso nosotros y nosotras ya lo estamos haciendo. Ya volvimos al campo y ya estamos produciendo, aunque aún a una escala de producciones familiares, pero lo estamos haciendo.
Así que parte de las políticas que como izquierda popular impulsamos e intentamos dar cuerpo, hoy lo estamos logrando traducir y ser parte de la agenda de discusión de que la matriz de producción de alimentos debe ser cooperativista, agroecológica que alimente a los pueblos y no lo monocultivo que alimente a los especuladores y a las cuentas en el extranjero.
– Considerando la heterogeneidad del Frente de Todes ¿qué rol debe cumplir la izquierda popular hacia su interior y como parte del nuevo gobierno?
– Hoy nos encontramos compartiendo instituciones con una heterogeneidad de actores de la política, que probablemente en otra etapa y condiciones hubiese sido difícil encontrarse. Pero aquí estamos, porque fuimos capaces de leer la etapa y reconocer que nadie podía solo y sola contra el neoliberalismo expresado en Macri. Había una necesidad –echar a Cambiemos del gobierno– y ahora es garantizar que no vuelvan más y que tengan la menor incidencia posible.
Creo dos cosas. La primera es que desde la izquierda popular no nos tenemos que comer la curva de que la heterogeneidad gubernamental implica “tragar sapos”. Eso hacen las corporaciones políticas, y nosotros no somos una corpo. La segunda tiene dos partes, una que tiene que ver con las tensiones en esa pluralidad, y la otra con el banque. ¿Cuánto de cada cosa estamos dispuesto a exponer?
La tensión creo está acentuada en lo ideológico, con una disputa en ese sentido con algunos bloques conservadores que están dentro del Frente de Todes. Una tensión, o varias, en un marco de concertación, me parece que está bueno siempre y cuando que no se caiga en una intransigencia obturante.
Lo del banque, tiene que ver con la disputa ya hacia afuera del Frente. Con como aquello que defendimos en la calle durante la etapa macrista, lo sigamos haciendo en la calle y en las instituciones cuando la derecha vuelva a organizarse en este periodo.
Hicimos un esfuerzo inmenso para que varias de nuestras propuestas sean parte de la agenda y las políticas públicas de este gobierno. Nos queda el desafío de profundizar la agenda progresista y que esas políticas tomen posición dentro del Frente de Todes y luego se materialicen en acciones de gobierno.
– La izquierda popular supone una renovación objetiva de la dirigencia política, es una novedad dentro de las instituciones de gobierno ¿Cómo se hace para evitar que la lógica burocrática se imponga? ¿Cómo se puede lograr que las demandas y propuestas de los movimientos populares se expresen y se retroalimenten de esos espacios institucionales?
– Había una metáfora que usaba una compañera para definir a la burocracia y era aquella que decía que “una espina en la alpargata de una es las cosas más terribles que hay. Primero porque no te deja caminar, segundo porque está en tu propia alpargata”.
La verdad que la lógica burocrática es una de las peores expresiones que se puede dar entre las dirigencias y sus bases. Se puede dar tanto dentro del Estado, como en nuestras mismas organizaciones. Si efectivamente la izquierda popular implica una renovación en términos ideológicos, políticos y metodológicos dentro de un esquema de gobierno, el desafío está en que el diálogo permanente entre bases y dirigencias no se vea obstaculizada por el organigrama estatal y pasemos a tener una burocracia dentro de nuestras expresiones.
Considero que el mejor anticuerpo es lo que nos da identidad como izquierda popular: el diálogo y la consulta permanente. Parece una frase armada y tribunera. Pero no encuentro otra mejor forma de contrarrestar la burocracia.
Además, porque eso es una parte clave para que nuestras demandas y propuestas dentro del Estado puedan avanzar. Sabiendo que es necesario ampliar nuestra red de vínculos y alianzas dentro y fuera de las instituciones.
Álvaro García Linera hablaba de dualidad democrática. La calle y las instituciones, la asamblea y las instituciones -o algo así-. Creo que esa relación permanente nos permitirá un acumulado político que se traducirá en nuevas formas de decir y hacer política.
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