Nacionales

15 diciembre, 2019

Sol de la Torre: “La Izquierda Popular no quiere ni debe ser testimonial en el gobierno”

La concejala del partido de General Pueyrredón analiza el rol de las organizaciones de izquierda dentro del Frente de Todes, muchas de las cuales están haciendo su primera experiencia institucional. Las tensiones, los desafíos y la apuesta al protagonismo popular.

Crédito: Kina Lamas

Santiago Mayor

@SantiMayor

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El Frente de Todes logró reunir, por primera vez en muchas décadas, a la casi totalidad del peronismo de cara a una elección presidencial. Sin embargo, un aspecto que ha tenido menos visibilidad es que organizaciones y sectores de izquierda -que no integraron los gobiernos kirchneristas- también se sumaron a este coalición para derrotar a Juntos por el Cambio en las últimas elecciones.

Es el caso de Vamos (parte del Frente Patria Grande), cuyas referencias más conocidas son la legisladora porteña Ofelia Fernández y la ministra de Mujer, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta. 

Sin embargo, también accedió a puestos legislativos en distintos municipios. Es el caso de la concejala Sol de la Torre, del partido bonaerense de General Pueyrredón, que en esta entrevista da su mirada respecto a los desafíos que tendrá su espacio político de cara a la etapa que se abre con el gobierno de Alberto Fernández.

En ese sentido, como parte de la nueva administración, destaca que tendrán la tarea de “correr siempre los límites de lo posible” y que para eso será “fundamental la movilización popular”.

– Salvo la reciente experiencia de Ciudad Futura y el Frente Social y Popular en Santa Fe, la Izquierda Popular tendrá por primera vez representación legislativa en distintos distritos municipales, provinciales y nacionales. ¿Cuáles son los principales desafíos para este espacio político ante esta nueva etapa de inserción institucional? 

– En primer lugar, es importante y necesario destacar cómo llegamos como Izquierda Popular a ocupar estos espacios de representación política. Salvo en el caso de Ciudad Futura, el resto de les compañeres lo hacemos como parte de una alianza político electoral: el Frente de Todes. 

Y ese modo está directamente relacionado con la necesidad imperiosa de poner un límite definitivo al proyecto neoliberal que arrasa en nuestro continente. Para lograrlo, el primer paso es erradicar ese proceso de nuestro país. Y es por eso que a diferencia de etapas anteriores, en esta oportunidad definimos construir e integrar el Frente.

Dicho esto, son tres de los principales desafíos que a mi entender tiene la Izquierda Popular en esta nueva etapa institucional.

En primer lugar, en lo coyuntural, es fundamental poner todos los esfuerzos en combatir los desastres que dejó el neoliberalismo. Hablamos, en ese sentido, del hambre, la pobreza y su creciente feminización; del desempleo y una evidente escalada de las violencias. Para eso, en lo inmediato, hay que garantizar -mediante la militancia y nuestras herramientas técnicas- la reducción al máximo de los efectos en las comunidades de estos derechos básicos vulnerados a millones de personas.    

En segundo lugar, resulta vital sostener la autonomía de pensamiento de nuestro espacio político. No subordinar nuestro proyecto a “lo posible”, sino sostener nuestro espíritu revolucionario y el horizonte de correr siempre los límites de lo posible.

Por último, y en ese mismo sentido, una de las principales tareas para la etapa que sigue es poder insertar (también) en las instituciones los debates de fondo en relación a la concentración de la riqueza y de la tierra, al cuidado del medioambiente y al reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados; a la promoción de una cultura no violenta, a la importancia estratégica de la integración latinoamericana tanto para intercambios culturales, políticos y sociales entre los pueblos y al fortalecimiento de nuestra inserción en un mundo globalizado donde la distancia entre países centrales y periféricos es muy grande.

– ¿Qué rol debe asumir la Izquierda Popular dentro del Frente de Todes?

– La Izquierda Popular no quiere ni debe ser testimonial. 

No podemos ser un sector militante que se quede cómodo agitando consignas, pero no haciendo nada para que se concreten. Tampoco podemos autolimitar nuestra intervención política a manifestarnos en defensa de cualquier intento de embate por parte de los sectores concentrados del poder local y del imperio.  

Nosotres nos asumimos parte del gobierno junto a Alberto y Cristina, y tal es así que tenemos una ministra en el Gabinete. Nosotres también somos el Frente de Todos. Y apropiarnos de eso es un desafío para la militancia de la Izquierda Popular. Queremos que este Gobierno sea recordado como el que libró una batalla importante contra la miseria y la exclusión, en sintonía con lo que dijo nuestro presidente en su asunción.

A su vez, sabemos que el Frente de Todos es una coalición amplia, dónde no pensamos todos igual, aunque compartimos el diagnóstico del desastre que implicó para la Argentina el proyecto neoliberal. 

La concejala Sol de la Torre junto al gobernador bonaerense Axel Kicillof y la vicegobernadora Verónica Magario

En consecuencia, la Izquierda Popular es un sector del Gobierno que plantea que en las situaciones macroeconómicas que atraviesan a nuestro país es necesario que las primeras y los primeros en ser contenidos por el Estado sean los más humildes. Y para eso, sabemos que vamos a tener que tocar intereses de los más poderosos y de los más privilegiados. Entonces, resultará importante no solo la presencia de la Izquierda en las instituciones, sino que será fundamental la movilización popular. 

La Izquierda Popular tiene que promover el protagonismo de la gente común para las decisiones fundamentales de nuestro Gobierno.

– Existe una tensión histórica entre el desempeño de tareas institucionales y los movimientos populares. Siempre está presente tanto el peligro de la subordinación de la militancia popular como el de la separación total de tareas sin vínculo entre sí ¿De qué forma se puede lograr que el vínculo entre “lo social” y “lo político” sea lo más productivo posible? ¿Cómo evitar esos potenciales problemas?

– Lo primero a marcar es que la derrota del macrismo no se explica sólo en términos electorales, sino también en la enorme resistencia popular, en la que se destacaron dos movimientos del pueblo: el de las y los trabajadores de la Economía Popular y el Movimiento Feminista. 

Es más: pienso que la victoria electoral se asentó en las grandes luchas de nuestro pueblo, que enfrentó las distintas medidas de ajuste que promovió el macrismo. Si las medidas de Gobierno no hubieran sido resistidas, la situación económica y social sería aún más catastrófica, y hubiera afectado la moral y el ánimo de la gente. 

Pero en cambio, nuestro pueblo luchó y se hizo sentir, se hizo visible. Y ningún Gobierno que se piense popular puede negar la importancia de estos movimientos populares. A los codazos, la lucha feminista se abrió camino y planteó que no existe Gobierno popular sin nosotras. La creación del Ministerio de la Mujer, Géneros y Diversidades es, en ese plano, un gran acierto de Alberto, pero sobre todo el resultado de muchos años de construcción, visibilización y lucha de las mujeres y disidencias. 

Muy similar es el caso de las y los trabajadores de la Economía Popular. Su protagonismo en estos cuatro años es indiscutible. Por eso, para el nuevo Gobierno es un actor social de relevancia, que no solo tendrá un lugar consultivo, sino que será ejecutor de políticas públicas concretas en relación a la integración urbana, el comercio justo y la agricultura familiar.

Desde mi concepción, la política sin sustento en las construcciones sociales cotidianas no tiene base ni futuro. La dirigencia política tiene que recoger de los movimientos sociales las nuevas demandas para que nuestra sociedad sea cada vez más democrática. Pero también es momento que la política no sea un patrimonio exclusivo de la clase media profesional. Necesitamos democratizar también la esfera política para que las y los de abajo puedan ser protagonistas de los proyectos políticos. 

Es momento que la política para la agricultura familiar la hagan las pequeñas y pequeños productores, que la integración urbana sea pensada por quienes viven en los barrios y que las y los recicladores urbanos ejecuten las políticas medioambientales.

– Este Gobierno llega luego de la explosión de la ola verde y una masificación sin precedentes del movimiento feminista ¿Cómo se puede trasladar la agenda del feminismo a espacios de decisión local como el Concejo Deliberante?

– La mejor forma de insertar la agenda feminista en el Concejo Deliberante es no caer en el error de que existen solo algunos temas muy específicos que son feministas. El feminismo tiene que invadir el recinto. Tiene que estar presente en todos los temas, porque tenemos que asumirlo como eje transversal. 

Por ejemplo, el Partido de General Pueyrredón es hoy, y desde hace tiempo, el primero en el ranking de desocupación, y a su vez son las mujeres jóvenes las más afectadas. Por ende, no solo es necesario desarrollar medidas para generar empleo, sino que además hay que particularizar los esfuerzos del cuerpo legislativo para que las mujeres no sean excluidas del mercado laboral.

Otro elemento central remite a lo presupuestario: la prevención y erradicación de la violencia de género implica la apuesta económica del Estado en campañas de concientización y el apoyo a distintos dispositivos de acompañamiento, necesariamente comunitario, que hoy ya llevamos adelante las feministas.

Un tercer eje está vinculado a la salud pública, para que las mujeres y diversidades tengan pleno acceso a sus derechos en los CAPS (salitas), para, por ejemplo, conseguir métodos anticonceptivos seguros y gratuitos.

En materia educativa, por caso, el Concejo Deliberante debe promover la plena implementación de la Educación Sexual Integral (ESI) en todas las escuelas municipales, y en términos de cuidado del medioambiente, debería de gestionar Promotoras Ambientales.  

En conclusión, el feminismo tiene que ocupar el Concejo Deliberante, tiene que atravesar cada uno de los debates públicos para mejorar nuestra democracia.

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