11 diciembre, 2019
Colombia 21N a 11D: cacerolazo y resistencia contra el estado de conmoción permanente (II)
Segunda entrega de una serie de artículos que buscan analizar el proceso de resistencia en Colombia en el marco de las protestas y movilizaciones abiertas con el paro nacional. Entrevistas a diferentes líderes sociales sobre la proyección de las protestas que sacuden al país.

Al finalizar la primera entrega de este informe, el joven Dilan Cruz, tras recibir un disparo a quemarropa de un agente de la policía antidisturbios (ESMAD), se encontraba en estado de gravedad. Como respuesta el pueblo había retornado a las calles para exigir la desmovilización de esta fuerza de seguridad y para denunciar la criminalidad de los órganos represivos del Estado. Pocas horas después se anunció la muerte del estudiante.
Hoy Colombia se mantiene de luto y el paro se fortalece. La indignación continúa aumentando tras conocerse la situación del joven Duván Villegas, quien recibió un disparo en la espalda en la ciudad de Cali de parte de otro agente de la policía.
A esto se suma el asesinato de líderes sociales en diferentes puntos del territorio durante el paro y la detención de periodistas que registraban las movilizaciones.
La expresión de esta indignación en las calles no tiene precedentes. Las formas de manifestación se diversifican y adquieren nuevas connotaciones. Se registran imágenes de madres y padres acompañando a sus hijos e hijas. Diferentes expresiones artísticas como títeres y performances se enfocan en representar la violencia estatal, su criminalidad.
Miles de colombianos residentes en el exterior realizan marchas, cacerolazos y otras iniciativas para acompañar el paro. El discurso orientado a juzgar a los “vándalos” se debilita y el establishment opta por dejar de transmitir las protestas para evitar que se continúe amplificando la voz.
Músicos y actores reafirman su compromiso con la causa, mientras algunos políticos de los partidos tradicionales intentan congraciarse con los ciudadanos elevando banderas de consignas ambientales, el consenso y la paz (la paz burguesa, no la paz del pueblo que exige justicia social).
Un cacerolazo sinfónico ocupó el Parque de los Hippies el 27N y acompañó el paro. El 8D más de 20 artistas armaron un concierto con tarimas en cuatro puntos diferentes de la ciudad de Bogotá (tres fijas y una móvil por la calle séptima, una de las avenidas principales) por iniciativa de un actor de telenovela en Twitter. La iniciativa fue acogida y convocada en otras ciudades del país como Cali y Medellín para ese mismo día.
Las barras de fútbol del Deportivo Santa Fe y del América de Cali alentaron en las tribunas contra el paramilitarismo que cooptó las instituciones estatales. Y unos jóvenes universitarios dedicaron su acto de graduación al paro, con cantos a favor del movimiento estudiantil y contra el paramilitarismo.
El 7D los estudiantes de la Universidad del Valle dieron apertura a la época navideña, creando villancicos alusivos a las manifestaciones y se generaron convocatorias orientadas a encender las velas por los líderes sociales y todas las personas asesinadas por agentes del Estado o grupos ilegales aliados al mismo.
Por otro lado, los diversos movimientos feministas siguen pujando para que sus reivindicaciones sean puestas al mismo nivel de las cuestiones sociales y económicas. Con un Comité Nacional del Paro en el que los movimientos de mujeres son mencionados apenas para cumplir la cuota y en el que la mesa de voceros es conformada casi en su totalidad por hombres, las mujeres en las calles, en las redes y en todos los frentes de lucha remarcan que las exigencias deben ser hechas en clave feminista, reconociendo que son quienes primero ponen el cuerpo y sufren la violencia de las armas y del modelo neoliberal que rige el trabajo, la salud, la educación y la vida de este país.
En las calles los carteles aludiendo a la violencia de género, a la carga de cuidados y de labores domésticas que asumen las mujeres y a la feminización de la pobreza son cada vez más numerosos. Mientras que las más jóvenes se toman las calles para reproducir el performance chileno “Un violador en tu camino” para crear conciencia de que no hay lucha social completa sin eliminar la violencia machista y patriarcal.
El paro prevalece de forma continua, con cacerolazos y espacios de memoria callejeros las víctimas de la represión que ocupan las calles y espacios universitarios. La guardia indígena del Cauca y la Guardia Cimarrona suben al altiplano bogotano para revitalizar la lucha y mientras tanto, estudiantes establecen una primera línea de defensa contra los abusos del ESMAD.
La wiphala se eleva en todas las manifestaciones como estandarte de lucha y la resistencia latinoamericana como consigna se difunde entre los manifestantes.
Tres manifestaciones masivas se destacan: 27N (por Dilan Cruz y contra el ESMAD), 4D (caracterizado por llegada de las guardias indígena y cimarrona) y 8D (el concierto por Colombia). No sólo es la indignación la amplificada, es la esperanza y la convicción de un cambio necesario.
¿Que sigue?
Las interpretaciones sobre el futuro y el alcance del paro no pueden basarse en los mismos elementos del balance realizado en los primeros días. El nivel de articulación de las organizaciones, la constancia e intensidad y la naturalidad con la cual aparecen expresiones espontáneas, obligan a reformular esa primera lectura.
En este sentido, Alirio Arango, de la Comisión Distrital de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) en Bogotá, ante un relativo descenso de la participación ciudadana el 4D, propone hacer una lectura mesurada. Resalta dos elementos proyectuales: la necesidad de articular procesos organizativos consolidados con la fuerza ciudadana desarticulada que ha salido a las calles en los últimos días; y la necesidad centralizar los esfuerzos por generar instancias de interlocución con el gobierno.
“No logramos hacer confluir y coordinar plenamente las fuerzas que se movieron a lo largo de estas dos semanas. Y el ciudadano de a pie que genuinamente se manifestó el 21N y los cinco días siguientes ya no está asistiendo a las convocatorias”, afirmó a este medio.
Desde su visión, mientras esto pasa sostiene que no se logró tampoco “consolidar el Comité Nacional del Paro como la instancia de diálogo, interlocución y negociación con el gobierno, toda vez que hay otras fuerzas que han planteado una lectura equivocada de la coyuntura, al no fortalecer ese escenario, sino crear escenarios distintos que disminuyen la fuerza”.

Por su parte, al ser consultado por la proyección del paro, Jorge Aponte, integrante de la Escuela de Formación Política Pedro Nel Jiménez y docente Universidad Pedagógica de Colombia asegura que por el momento no se atrevería a hacer pronósticos porque “todas las proyecciones, inclusive de especialistas, se fueron al piso”. “Se escuchaba que la movilización del 21N iba a ser de un día y lo que ha mostrado la realidad tosuda es que ha sido todo lo contrario”, añadió.
“Algunos piensan que la movilización del 4D fue la última y esto se acaba acá. Pero lo que uno ve es que ya hay programación para otra semana”, destacó Aponte quien a su vez considera que “en medio de las festividades de navidad se va a mantener la movilización ciudadana, que mantendrá un colchón de resistencia y volverá a despuntar seguramente empezando en el 2020”.
Para Johana Castillo, integrante de la Guardia Cimarrona del Norte del Cauca, el punto de partida es otro. Cuenta que las comunidades en el Cauca han venido resistiendo y exigiendo al gobierno desde sus territorios, pero que sin embargo esta lucha ha sido ignorada por no darse en las principales ciudades.
“No se vive igual en la capital que allá donde está el conflicto. Cuando el conflicto llega aquí hace rato pasó por allá. Cuando aquí matan tres allá nos mataron cinco o nos mataron 10, no es lo mismo”, expresó.
Es por eso que la Guardia Cimarrona decidió movilizarse hasta la capital, entendiendo que sus reivindicaciones en defensa de la vida y el territorio están ligadas con el pliego de peticiones presentado por el Comité Nacional del Paro. “Lo que está en juego es el rechazo al modelo neoliberal que este gobierno insiste en profundizar y la exigencia de un modelo económico, social y político alternativo que genuinamente contemple el bienestar de todos los sectores sociales que integran el país”, concluyó.
La presencia de la guardia en el paro y la visibilización de sus reivindicaciones específicas le da un nuevo impulso al diversificar las formas de lucha y al incluir otros sectores sociales y geográficos, demostrando que la movilización social no responde a las demandas de unos pocos -como intenta mostrar el establishment- sino que realmente está siendo sostenida por múltiples sectores desde todos los rincones del país.
Junto con la Guardia Cimarrona, las comunidades negras también llegaron a Bogotá para apoyar el paro nacional y visibilizar el abandono estructural del Estado, la constante violación de los derechos humanos en los territorios y el asesinato a sus lideresas y líderes sociales que son señalados por las grandes empresas, las multinacionales, los ingenios de agroindustria y los cañeros por oponerse al modelo de desarrollo económico que impone el neoliberalismo.
En este sentido, Luis Alfredo Bonilla Balanta, segundo consejero mayor del Consejo Comunitario Yarumito del Municipio de Caloto y Coordinador de la Unidad Jurídica de la Asociación de Consejeros Comunitarios del Norte del Cauca (ACON), plantea que las comunidades cimarronas necesitan respuestas más contundentes.
“Tenemos más de 300 acuerdos incumplidos por el gobierno, lo que pedimos es algo más allá de sentarnos a discutir y firmar acuerdos que nunca se cumplen. Nos declaramos en asamblea permanente y para que de verdad veamos en el gobierno una voluntad de cumplirle a las comunidades”, sosuvo.
Hasta la fecha el paro continúa expandiendo su plan de acción y la comunidad colombiana continúa discutiendo en las calles y en los hogares sobre el futuro de Colombia. El 10D cerró con la brutal represión a estudiantes y defensores de derechos humanos en el Centro Nacional de Memoria, la Universidad Nacional y la carrera 30, mientras realizaban actos por el día de los derechos humanos.
Los estudiantes que participan como voluntarios en la llamada Primera Línea protegieron con escudos a los demás manifestantes. Tras la represión estos fueron perseguidos en barrios aledaños a los puntos de concentración y una joven retenida por la policía fue subida a la fuerza a un auto particular en un aparente intento de secuestro. Las armas supuestamente “no letales” con las que la policía asesinó a Dilan fueron utilizadas nuevamente durante la represión y persecución realizada.
La lucha sigue. A pesar de la incertidumbre y la violencia padecida la expectativa aumenta, la esperanza crece. Las calles son hoy escuela de formación activa y diversa, las redes sociales herramienta de multiplicación y los medios de comunicación portavoces de los represores con credibilidad descendiente.
Juan David Avendaño Amaya (Defendamos la Paz), Ana María Rodríguez (Marcha Patriótica) y María Camila Ulloa (Contarnos Colombia)
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