26 noviembre, 2019
Feminismo plurinacional en defensa de Bolivia
El pasado viernes decenas de mujeres bolivianas militantes se encontraron en el marco del encuentro Feminismo Plurinacional en Defensa de Bolivia, organizado por la Cátedra de Feminismos Populares y Latinoamericanos La Martina Chapanay.

El objetivo del encuentro era juntar experiencias como trabajadoras plurinacionales. Reconstruir las vivencias para enarbolar una historia común.
Estuvieron presentes Janeth Choque Gutiérrez, una de las referentas feministas más prominentes de la Rama Rural del Movimiento de Trabajadorxs Excluidxs (MTE). Como ella, Josefina Durán (también de la rama Rural) y Norma Torrez (referenta de la rama Textil del MTE) tuvieron que emigrar de Bolivia por los efectos de la apertura neoliberal. Sus padres fueron mineros o campesinos en el momento en que el ex presidente Gonzalo Sánchez de Losada realizaba ajustes, privatizaciones y represión.
El contexto político que trajo a estas mujeres al territorio argentino fue cruel. A mediados de los noventa se descubrió, en el departamento de Tarija, la segunda mayor reserva de gas natural de la región. Pocos años después, el entonces presidente y ex dictador Hugo Banzer, intentó privatizar el servicio del suministro de agua en Cochabamba que suponía aumentos de tarifas y la prohibición de juntar agua de lluvia. Por órdenes del Banco Mundial, la multinacional Bechtel y el gobierno llevaron a cabo una brutal represión que dejó decenas de muertos. Mientras tanto, diferentes sectores de la población se sumaban a las demandas del creciente movimiento por el agua. Las escuelas rurales se declararon en paro mientras los docentes pedían mejoras salariales. Gracias a la presión social el gobierno y la compañía multinacional ordenaron la retirada. No pasó lo mismo con el gas.
Durante 2003 estalló una resistencia organizada por la carestía de este recurso. Mientras Sánchez de Losada articulaba con el capital transnacional para exportar a bajo costo el gas natural encontrado en Tarija, la población vivía en carne propia el desabastecimiento. Tras varios meses de negociaciones que no dieron frutos, las organizaciones mineras y campesinas convocaron a la resistencia popular.
Por indicaciones del presidente, el ejército realizó una masacre contra los y las manifestantes. Las coordenadas del Plan República -nombre de la operación criminal- se terminaron de conocer recién en 2018. El juicio aún no llega. El ejército nunca rompió los pactos de silencio que le unen.
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Las mujeres warmis de la Corriente Barrial Dejando Huellas, por su parte, relataron sus historias de deterritorialización a través de coplas populares. El recuerdo de los años de la desgracia económica que les arrastró a la Argentina, y la imagen del ejército en las calles, conmovió a todo el auditorio. En sus años de infancia no vieron más que desfiles militares marchar al paso de presidentes paceños; aristócratas blancos que resuman en la historia al brillo del colonialismo que viene golpeando por cinco siglos la región.

Contrario a lo que pretenden ciertas académicas (como Rita Segato, Cucicanqui o María Galindo), la perspectiva crítica de la memoria de quienes tuvieron que salir por los efectos más crudos de la guerra y el racismo, se basa en historizar los triunfos populares y el reconocimiento del empoderamiento de las comunidades indígenas, campesinas y mineras del país en los últimos años de plurinacionalidad.
Norma Torrez, que también forma parte del Centro Cultural Boliviano Mujeres de Pie, contó que en su infancia las mujeres de su pueblo no podían aspirar a otra cosa más que a ser esclavas domésticas de las familias blancas. La dignidad de la lucha minera en la que participó su padre -como ocurrió en todo el país- les hizo levantar la cara y ponerse de pie para exigir otra vida. Las continuadas represiones les hicieron huir a la Argentina. Viviendo como mujer de pollera en La Plata, pudo ver por fin la asunción de un proyecto que tenía su cara, su piel, su historia, sus luchas.
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En El Alto resisten las mujeres de pollera. La Confederación Nacional de Mujeres Bartolina Sisa fue la encargada de llenar el cuerpo político de la constitución Plurinacional con las demandas de las mujeres de las comunidades indígenas, campesinas y mineras. En 2009 se firmó la Constitución Plurinacional en El Alto. En El Alto resisten las Bartolinas. En la base diseminada de Bolivia resisten quienes abrigan con valor las memorias de lucha.
En la última década en Bolivia se titularon tierras a las mujeres campesinas como nunca en ningún lugar del mundo. En el resto del planeta, la tierra cultivable la tienen 99% varones. Según Adriana Salvatierra, ex presidenta del Senado Plurinacional, para 2019 se estaba avanzando en términos de equidad sexo-genérica de acceso a la tierra, llegando a más de 40% de titulaturas en manos de mujeres.
El gobierno del MAS desde fines del año pasado había comenzado una campaña de retorno. A las familias que salieron durante los cruentos años del neoliberalismo, se les estaba garantizando su retorno con tierra, techo y trabajo.
Sin embargo son conocidos los efectos de la bota militar; la desgracia de la avalancha neocolonial atraída por el injerencismo norteamericano. Pensar que la resistencia es en nombre de un varón, llámese Linera o Evo es, más que inocente, iluminista y degradante. Ante ello, reivindican sus tradiciones ancestrales de lucha para hacer frente al terror y al despojo. Aunque la situación sea difícil, recuerdan a mujeres como Domitila Barrios y Bartolina Sisa para expresarse. El presente es de organización para la resistencia.
* Integrante de la Cátedra de feminismos populares y latinoamericanos “Martina Chapanay”
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