22 noviembre, 2019
¿Se pudrió todo en la industria del streaming?
El lanzamiento en Estados Unidos, Canadá y Holanda de la plataforma Disney + le sacudió la modorra al negocio a nivel global. El más grande productor de contenidos audiovisuales lanzó un producto directo al consumidor y amenaza a la competencia con vaciarles las góndolas a medida que se vayan venciendo las licencias de sus películas y series.


Ramiro Acevedo
Este 12 de noviembre último se lanzó el servicio de distribución de contenidos audiovisuales por streaming de Disney, llamado Disney + (Disney Plus en inglés). Se suma a un mercado ya concurrido y disputado, del que forman parte Apple TV, Amazon Prime Video, Hulu, YouTube Premium y que tiene a Netflix como actor dominante con algo más de 138 millones de suscripciones declaradas a fines de 2018 y la expectativa de ampliar ese número en ocho millones por trimestre en 2019.
El streaming parece imponerse como la forma actual de acceso a películas, series, programas de televisión y hasta espectáculos deportivos (algunos de estos se transmiten por Facebook Live, por ejemplo). Requiere de un ancho de banda de internet que hoy en día es habitual en conexiones domésticas y hasta en los paquetes de datos de las compañías de telefonía celular. Pero por sobre todas las cosas permite adecuar los contenidos al horario, diferentes dispositivos y disponibilidad de usuarios y usuarias.
Es por esto que muchas compañías productoras de contenido (como HBO o FOX) también empiezan a tener sus propios servicios de streaming como son HBO Go y Fox Play. Lo mismo sucede con compañías de televisión por cable, que empiezan a requerir para competir en el mercado de proveer además de la grilla de TV fija un servicio propio de streaming en el que sus clientes puedan acceder a los contenidos en horarios a demanda y dispositivos diversos. En Argentina eso se ve en Flow de Cablevisión Fibertel o Telecentro Play, por ejemplo.
El consumo de contenidos por streaming además se muestra muy versátil en cuanto a los servicios de internet utilizados para acceder. Existe internacionalmente un amplio abanico de opciones que muestra en sus extremos a México donde el uso de streaming se hace casi exclusivamente por WiFi y en el opuesto a Finlandia con un consumo del 75% a través de datos de compañías telefónicas. En Corea, por citar otro caso particular, el consumo prioritario es por WiFi pero en las horas pico del transporte público hay brutales subidas de consumo por paquetes de datos.
En cuanto a los dispositivos, la televisión (más honestamente deberían llamarse monitores) sigue siendo el más utilizado para el acceso a los contenidos. Pero si se compara por edades, por ejemplo, el consumo de contenidos infantiles es el más presente en tablets, mientras que ese tipo de dispositivo es muy poco utilizado por personas adultas. Lo inverso sucede con las computadoras y teléfonos celulares.
Y entonces llegó Mickey Mouse
Así como está presentada la cosa parece ser un negocio perfecto en el que hay éxito asegurado para todas las compañías y que brinda opciones variadas a sus consumidores. Pero no todo es alegría y comedia en el mundo del streaming.
A inicios de este año Netflix envió a sus accionistas el informe del último cuatrimestre de 2018 en el que advertían que era necesario aumentar el precio de las suscripciones entre uno y dos dólares dependiendo del tipo de membresía. Considerando que el precio en EE.UU. es 9 dólares implica una suba de entre el 10% y el 20%. No es poco, sobre todo considerando que como denuncia Bernie Sanders (candidato demócrata a la presidencia de ese país) no paga absolutamente nada de impuestos. Nada, cero.
El problema de Netflix es la creciente cuenta por contenidos, lo que debe pagar a las empresas productoras para poder disponer de los mismos en su plataforma. A Warner Bros. por Harry Potter, a Disney por Star Wars y toda la franquicia Marvel y así. Netflix presenta como propios contenidos que en realidad posee exclusivamente por un tiempo determinado (por ejemplo las series de Marvel Daredevil y Jessica Jones). La cuenta por contenidos aumentó un 33% al subir de seis mil millones de dólares en 2017 a ocho mil millones de dólares en 2018.

Por este motivo es que el lanzamiento de Disney + es tan disruptivo en el mercado del streaming. Es la más grande compañía a nivel mundial de entretenimientos y contenidos masivos proveyendo directamente el servicio. Para tomar dimensión, posee Star Wars (es decir, Lucas Film), Marvel Studios, ESPN, Pixar, Fox (todas las temporadas de Los Simpsons), National Geographic y -por supuesto- la marca Disney en películas pero también los canales de televisión Disney Channel, Disney Junior, etc. Y además es más barata que Netflix al menos en su lanzamiento: 7 dólares.
Además de toda la saga de George Lucas también tiene las series animadas de The Clone Wars y uno de los tanques de este lanzamiento que es The Mandalorian, una serie “western espacial” (como no verla) protagonizada por Pedro Pascal que transcurre temporalmente luego de El Regreso del Jedi. Esta serie cuenta con Jon Favreau a la cabeza, uno de los grandes responsables del éxito del universo de Marvel en cines.
También cuenta con todo el contenido cinematográfico de Marvel, hasta la última estrenada inclusive que es Avengers Endgame. Amenaza con ir recuperando las series que licenció a Netflix como por ejemplo Daredevil, Jessica Jones, The Punisher y otras que mejor perderlas que encontrarlas. Y tiene en carpeta producciones exclusivas como una serie de Loki y otra de Hawkeye.
Hacia 2020
El lanzamiento de Disney + no fue sin sobresaltos. En su primer y única semana de funcionamiento hasta ahora fue sobrepasada por las diez millones de suscripciones y las tres millones de descargas de su app en el primer día, lo que ocasionó cortes y caídas del servicio. Más grave que esto fue la denuncia de parte de usuarios y usuarias sobre el hackeo de la confidencialidad de los datos al loguearse en la plataforma que la compañía ya se comprometió a solucionar prontamente.
Finalmente, un problema artístico o estético que podría parecer menor pero afectó a un sector muy sensible de la población mundial: la gente fanática de Los Simpson. La plataforma adaptó la imagen de la serie a las nuevas dimensiones de las pantallas, mientras que cuando las primeras temporadas de Los Simpson salieron al aire los televisores tenían una proporción 4:3 hoy en general los dispositivos son 16:9 (es decir, son más anchos). En esta adaptación se pierden algunos detalles que irritaron a mucha gente y llevaron a que Disney restaure la dimensión original. Como se ve en el chiste en el que “variedades” de la cerveza Duff provienen en realidad de un mismo tubo, ausente en la adaptación a 16:9.

El año próximo irá mostrando cómo se resuelve la disputa por la industria del streaming, ya que es el año en el que Disney + se expandirá globalmente. En Argentina, por ejemplo, estará disponible recién a finales de 2020. Aunque vale reconocer que es un mercado minúsculo para este tipo de plataformas.
Disney parece tener diferenciales a la hora de competir, sobre todo en lo que tiene ver con la propiedad de los contenidos y -al menos por ahora- un precio más bajo. Pero Netflix posee una posición dominante al día de hoy que se expresa en dos variables muy importantes. Por un lado, la amplitud de su catálogo. Es que si bien Disney anuncia una ambiciosa política de nuevos contenidos (compró Hulu, la empresa que distribuye The handmaid’s tale) lo cierto es que aún cumpliéndola estaría muy por debajo de su competidora al menos en los primeros años. Por otro lado, si bien las apps de cada servicio se pueden descargar gratuitamente, Netflix se encuentra integrada ya a los monitores de las principales compañías (Samsung, LG, etc.), el famoso “botón de Netflix” del control remoto. Los acuerdos que pueda o no hacer Disney + para aumentar su integración por default en monitores serán otra variable de la competencia entre estas compañías.
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