Batalla de Ideas

20 noviembre, 2019

30 años de la Convención de Derechos de la Niñez: no son el futuro, son el presente

Si bien se trata de uno de los tratados con más adhesiones a nivel mundial su aplicación aún deja mucho que desear. En nuestro país los niños, niñas y adolescentes que tienen al menos una privación de derechos asciende a 7,5 millones.

Eugenia Tommasi*

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Se cumplen 30 años de la sanción de la Convención Internacional de Derechos de los niños, niñas y adolescentes. Y su vigencia, siempre, es motivo de festejo porque se trata de una herramienta fundamental para reconocer e instaurar los derechos elementales de nuestras infancias y adolescencias. Una de las Convenciones con más adhesiones a nivel mundial.

Sin embargo, en lo concreto, su respeto y aplicación deja mucho qué desear. Como en otros campos, en éste, nuestra democracia tiene una gran deuda con la Convención pero, principalmente, con los sujetos a los que protege y contiene con su articulado.

Es que cuando hablamos de la Convención Internacional de Derechos de los niños, niñas y adolescentes estamos hablando de la necesidad (y en muchos casos, de la urgencia) de educación de calidad, de que se designen los defensores del niño y el observatorio social (ambos sancionados en la Provincia de Buenos Aires mediante la ley 13.298); de servicios locales de promoción y protección en completo funcionamiento conforme fueron creados en cada provincia y localidad; del deporte y la cultura al servicio de todos y no de unos pocos; y de terminar con el hambre y la violencia policial contra las infancias y les jóvenes. También hablamos de revertir el pésimo abordaje que se garantiza frente a los consumos problemáticos.

“La ausencia también es violencia”, dicen los pibes y las pibas organizados en la Marcha de la Gorra de Mar del Plata. Y claro que tienen razón: eso fue lo que sentimos todes durante estos cuatro años de macrismo. Tengamos presente que según datos actuales de la Universidad Católica Argentina (UCA) los niños, niñas y adolescentes que tienen al menos una privación de derechos en el país alcanza a 7,5 millones y al menos el 51,7% está en situación de pobreza.

En esa misma línea, estos mismos pibes aseguran: «Cuando la gorra crece, nuestros derechos desaparecen». Y sólo a modo de convalidación, un ejemplo: la Provincia de Buenos Aires, durante la gestión de María Eugenia Vidal, de Cambiemos, destinó en el año pasado 26 veces más presupuesto a Seguridad que a Niñez y Adolescencia.

En unas semanas, gracias al voto y acompañamiento popular, se abre un nuevo tiempo en la Argentina y la Provincia. Y es muy importante que en estos años que se nos vienen, no sólo conmemoremos la fecha en que se sancionó la Convención, sino que hagamos de ella un camino rector para abordar y contener a esas infancias y adolescencias que, como la Juventud Rebelde y otras tantas organizaciones de jóvenes, se juntan en torno a su derecho a tener derechos. Por en eso, también tienen razón: saben que no son el futuro, porque son el presente y para ellos y ellas es que deben estar disponibles todas nuestras ocupaciones, acciones y gestiones.

* Abogada del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil e integrante de la Comisión Organizadora de la Marcha de la Gorra

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