19 noviembre, 2019
Mujeres que hicieron historia: Rachel Carson
Se la considera la madre de la conciencia ambiental. Publicó numerosos libros en contra del uso de pesticidas y su consecuente impacto en la vida marina. Una lesbiana oculta por temor al desprestigio académico.


Carla Martilotta
En los años cuarenta, en EE.UU., proliferó el uso de diclorodifeniltricloroetano para el control de plagas en los cultivos. Comúnmente conocido como DDT, un campo tratado con esta sustancia puede seguir contaminado al 50% hasta diez años después. Los insectos que tienen contacto con el pesticida mueren al instante y se contagia a otros animales. En tanto, una vez que de dispersa contamina campos, bosques, océanos, por lo que toda vida en contacto con estos ecosistemas –incluidos los seres humanos– corren peligro de muerte.
Ese fue el descubrimiento de la bióloga marina Rachel Carson que le valió innumerables cuestionamientos, críticas y agravios a lo largo de su carrera. Sin embargo, lo trascendental de su investigación la llevó a convertirse en una mujer ícono del activismo a favor de la conservación de la naturaleza.
Nació en Springdale, Pennsylvania, en 1907. Creció en la granja de su familia y desde temprana edad desarrolló una profunda curiosidad por la vida animal que la rodeaba, a la cual complementó con variadas lecturas sobre la vida terrestre y marina. Después de publicar su primer libro de cuentos a los 11 años, se decidió por estudiar biología. En medio de la gran crisis norteamericana, en 1928 comenzó una larga y difícil carrera académica.
Consiguió el título de grado pero no pudo con el doctorado por los problemas económicos que atravesaba su familia. A partir de 1936 se dedicó a la docencia en las universidades de Maryland y Jhon Hopkins, y a la escritura. En sus comienzos redactó trabajos de investigación de varones, que le eran encomendados para que revise y mejore, y en 1943 publicó un documento de 78 páginas sobre los cambios alimenticios en la sociedad norteamericana debido a la hambruna provocada por la Segunda Guerra Mundial. Así se metió de lleno al océano.
A los 28 años quedó a cargo de su madre, y a los 30 también se responsabilizó de la crianza de sus dos sobrinos tras la muerte de su hermana. Todas las tareas de cuidado reposaban sobre ella. En 1941 publicó su primer libro, Under the sea wind (Debajo del viento marino). En 1951 publica el segundo The sea around us (El mar a nuestro alrededor) y renunció a su trabajo en el Servicio de Pesquerías: se había convertido en una escritora reconocida.
En 1955 publicó el tercero: The edge of the sea (El borde del mar), y una serie de investigaciones sobre el uso de químicos en las plantaciones para el revista The New Yorker. “Cuanto más aprendía sobre el uso de pesticidas, más me horrorizaba. Me di cuenta de que aquí estaba el material para un libro. Lo que descubrí fue que todo lo que significaba más para mí como naturalista estaba siendo amenazado, y que nada de lo que pudiera hacer sería más importante”, dijo. Así, en 1962 publicó su obra maestra Silent Spring (Primavera silenciosa).
Allí advirtió: “Por primera vez en la historia del mundo, todo ser humano está ahora en contacto con productos químicos peligrosos, desde el momento de su concepción hasta su muerte… Se han encontrado en peces en remotos lagos de montaña, en lombrices enterradas en el suelo, en los huevos de los pájaros y en el propio hombre, ya que estos productos químicos están ahora almacenados en los cuerpos de la vasta mayoría de los seres humanos. Aparecen en la leche materna y probablemente en los tejidos del niño que todavía no ha nacido”.
“Por primera vez en la historia del mundo, todo ser humano está ahora en contacto con productos químicos peligrosos, desde el momento de su concepción hasta su muerte»
Rachel Carson – Silent Spring
El libro tuvo un éxito indiscutible, pero también la valió de los más sucios agravios. La industria agrícola estaba en auge y las compañías agroindustriales comenzaron una campaña de desprestigio contra la investigadora. La tildaron de comunista y la menospreciaron por no haber obtenido un doctorado, pero sobre todo lo hicieron porque era mujer.
“La industria de pesticidas, con un valor de 300.000.000 de dólares, ha sido altamente irritada por una mujer silenciosa, autora cuyos trabajos previos en ciencia han sido elogiados por la belleza y precisión de la escritura”, publicó más tarde The New Yorker.
La acusaron de publicar sin bases científicas, de distorsionar los hechos, y dijeron que eran “las fantasías de una solterona”. La multinacional Monsanto, publicó un libro titulado The Desolate Year donde se burla de la investigación parodiando un mundo apocalíptico donde plagas de insectos acababan con las cosechas.
El proceso de morir ante las cámaras
En 1963 una entrevista televisada le dio la palabra para defenserse. La CBS le realizó un reportaje en su casa. Allí, serena, dijo: “La actitud del hombre hacia la naturaleza es hoy de importancia crítica simplemente porque ahora hemos adquirido un poder fatídico para alterar y destruir la naturaleza”.
“La actitud del hombre hacia la naturaleza es hoy de importancia crítica simplemente porque ahora hemos adquirido un poder fatídico para alterar y destruir la naturaleza”
Rachel Carson
En junio del mismo año debió testificar en ante el Senado y demostrar que sus afirmaciones eran verdaderas. Allí, frente a los micrófonos y cámaras dijo que “el derecho del ciudadano a estar seguro en su propio hogar contra la intrusión de venenos aplicados por otras personas”, debía considerarse un derecho humano.
En medio de la investigación, en 1960, Rachel Carson tuvo que someterse a una mastectomía producto de un cáncer de mama. Entre defensas y desmentidas, murió en 1964 después de que se le hiciera metástasis en el hígado, lo que le provocó una anemia fatal.
Su cáncer se asoció al contacto con productos químicos cancerígenos. A pesar de los cuestionamientos, nunca se comprobó de manera pública la influencia del DDT en su enfermedad.
Un amor por correspondencia
Rachel Carson nunca se casó. Un crimen imperdonable en la sociedad de entonces. Se estimaba que no lo había hecho por las responsabilidades que acarreaba desde muy joven en su hogar, y por el tiempo y empeño que dedicó a la investigación. Sin embargo, años después de su muerte se conoció que sí estaba en una relación. Durante años se escribió con Dorothy Freeman, una mujer casada con quien intercambió centenas de cartas que Dorothy compartía con su esposo.
Rachel quemó la correspondencia poco antes de su muerte. Ante la mirada pública eran “cercanas amigas”, sin embargo, investigaciones recientes revelaron cartas privadas, donde el amor se revelaba como mucho más fuerte y profundo que el de una amistad.
Tras un encuentro que mantuvieron el 1 de junio de 1954, Rachel escirbió: “Y déjame decirte nuevamente cuán verdaderamente perfecto fue todo. La realidad puede ser tan fácilmente desesperanzadora, especialmente cuando las expectativas eran tan altas. Espero que para ti, como realmente son para mí, los recuerdos del miércoles estén completamente descubiertos por cualquier sensación de desilusión o de esperanzas no realizadas. Y en cuanto a ti querida, no hay una sola cosa sobre ti que yo quisiera cambiar si pudiera! Una vez escrito, eso parece algo extraño de decir; Estoy tratando de expresar mi felicidad completa y desbordante”.

La compañía de Dorothy fue vital para que Rachel Carson pudiera afrontar los agravios públicos, los mismos que le impedían revelar su sexualidad. Las cartas que se intercambiaron muestran una profunda cercanía y un amor legítimo del que se cree estaba al tanto y era celebrado por el esposo de Dorothy.
Otra carta, del período de enfermedad de la investigadora, dice a Dorothy: «Oh cariño, fue tan maravilloso sentir anoche que podrías estar conmigo pronto. Te necesito así que … por supuesto que deseo mostrarte la casa y hablar sobre los planes para ello. Es algo tan grande en mi vida que me ha dolido no tenerte. Pero hay ¡Tantas otras razones por las que te necesito y te quiero! Oh por favor hazlo ¡di que vendrás! ¡Y quédate todo el tiempo que puedas! te amo cariño, Rachel».
Parir un movimiento
Primavera Silenciosa es considerada la obra que dio a luz a los movimientos ecologistas. Fue el libro que dio pie a la creación de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA). Incluso el propio presidente John Kennedy ordenó a sus asesores la elaboración de una investigación federal sobre el tema, y Carson se quedó con la razón.
Si bien no consiguió la prohibición de uso del DDT en el mundo, las empresas desistieron de su aplicación en EE.UU. en tanto que los descubrimientos de Rachel pusieron de manifiesto la peligrosidad de la sustancia e iniciaron nuevas investigaciones modernas sobre los pesticidas.
En cuanto a lo social, hasta el momento no había organizaciones dedicadas a la preservación de las especies ni a la concientización del daño del hombre sobre la naturaleza. Carson movió las bases populares, preocupó a la sociedad por su futuro y el de sus hijos y puso de manifiesto las consecuencias de un ataque invisible a la salud pública de la población.
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