15 noviembre, 2019
Imágenes que valen más que mil palabras
En el marco del Golpe de Estado en Bolivia, la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) convocó a las escuelas a subir fotos con banderas y carteles en apoyo al pueblo boliviano y a trabajar el tema con la comunidad educativa.


Alicia García Tuñón
En los últimos años, la wiphala se convirtió en el símbolo de las clases explotadas, oprimidas, humilladas y marginadas. Pasó a representar una identidad territorial, plurinacional y cultural.
El mismo día del golpe de Estado en Bolivia, cientos de imágenes de los incendios de las casas de los líderes del Movimiento al Socialismo (MAS) y de sus familias, de la policía bajando la wiphala del Palacio de Gobierno y cortándola de las insignias de sus uniformes, hordas blancas quemándola con consignas y gritos fascistas y la violenta represión a las “mujeres de polleras” generaron la indignación y repudio de la mayoría de los pueblos de América Latina.
Para las y los docentes, la realidad que viven nuestros estudiantes nunca está fuera de las aulas y así como cuando desapareció Santiago Maldonado, intentaron imponer el 2×1 o durante el debate por la Interrupción Legal del Embarazo (ILE), en las escuelas decidimos hablar del golpe de Estado en Bolivia.
Una gran comunidad boliviana es parte de nuestras escuelas públicas de la Ciudad y muchos pibes y pibas comentaron que encontraron a sus madres llorando por Evo. También algunas familias se acercaron angustiadas a decirnos a las maestras que tenían miedo por sus parientes en Bolivia.
Inmediatamente, desde la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE-CTERA) se inició la campaña: “Solidaridad con Bolivia. #NoAlGolpedeEstado. En Defensa de la Democracia, la igualdad y La Paz en Latinoamérica”. Se convocó a las escuelas a subir fotos con banderas y carteles en apoyo al pueblo boliviano y a trabajar el tema con la comunidad educativa.
Aparecieron cientos de imágenes de wiphalas hechas con los chicos y chicas y carteles de apoyo a Evo Morales y a Bolivia. Sus producciones fueron de una claridad mucho más grande que la de mayoría de los funcionarios argentinos.

Surgieron frases inocentes, profundas y con mucho rechazo a la violencia y a que lastimen a la gente que protesta. En una escuela una niña de 1º grado dijo: «No está bueno que lastimen a la gente. Pueden hacer como la primera chica presidente de nuestro país que esperó y al final ganó». En las escuelas secundarias, las conversaciones con las pibas recogieron frases del propio Evo y en otras, trabajaron con la frase de Álvaro García Linera: “Luchar, vencer, caerse, levantarse, luchar, vencer, caerse, levantarse. Hasta que se acabe la vida, ese es nuestro destino».
Las y los trabajadores de la Educación tenemos muy en claro que también educamos para la democracia y la diversidad y que por sí sola la escuela no va a transformar la realidad de nuestros pibes, pero seguramente puede transformar a los pibes para que transformen la realidad.
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