Géneros

1 noviembre, 2019

Una marcha celebrando el orgullo y la victoria

Nos encuentra una nueva marcha del orgullo LGTBIQ+ donde celebraremos como siempre por el amor que nos negaron y que pudimos construir, pero donde también celebraremos la derrota de la peor cara del neoliberalismo.

Karen Brett

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Este sábado salimos a la calle como hace 28 años venimos haciendo. Salimos a mostrar todo, y sí, siempre de fiesta, incluso contrariando los contextos difíciles. En esta ocasión le pondremos la cuerpa a los últimos cuatro años de hambre y abandono, festejando una victoria como la de este fin de semana estamos segures que dejaremos todo en avenida de mayo. Estamos afilando los tacos, limando las garras, apretando las corbatas. Estamos preparándonos no solamente para este fin de semana, estamos listes para recuperar nuestro futuro, orgulloses de haber sobrevivido al neoliberalismo salvaje, con todos los horizontes puestos en perspectiva. En perspectiva disidente.

Desde 1992 marchamos, desde 1997 lo hacemos con nuestra propia fecha. Las primeras eran cercanas a la fecha Internacional que conmemora la revuelta de Stonewall el 28 de junio de 1969, donde principalmente las personas trans se enfrentaron a la policía que ingresó al Bar Stonewall Inn pretendiendo hacer detenciones masivas. Stonewall era conocido por ser uno de los pocos bares de EE.UU. donde asistían las personas que en otros lugares no eran bienvenidas.

En Argentina cuando iniciaron las marchas del orgullo (en esos momentos enunciadas como “gay-lesbicas”) la vulnerabilidad de la población LGTBIQ no permitió continuarlas en el frío junio de Buenos AIres. Se eligió entonces la fecha de la creación de “Nuestro Mundo” la primera organización homosexual del país y bajo la consigna “Libertad, igualdad, diversidad” se marchó con máscaras de cartón, por los peligros que acarreaba la visibilidad en la marcha. Asistieron casi 300 personas. De ahí en más, no paramos nunca. No paramos de marchar, no paramos de movernos.

Las máscaras desaparecieron, fueron cambiando las consignas año a año, el movimiento continuó creciendo, y como en todo desarrollo las tensiones y disputas estuvieron siempre presentes, porque lo que estamos haciendo, aunque a muches les pese, es política. Porque nada se modifica si no es a través de la política y desde el principio estamos acá demostrando que es mucho lo que falta transformar. En estas disputas es que hoy la marcha tiene varias columnas además de la “oficial”, marchando todas desde Plaza de Mayo a Congreso, pero marcando las diferencias.

Este año van a coexistir: la marcha oficial comandada por la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Travestis y Bisexulaes (FALGTB) que recibió muchas críticas del movimiento en estos últimos años en términos de representatividad de las luchas y las formas de darlas. Por otro lado la columna de Orgullo en lucha con el lema “La deuda es capitalista, colonial y cisheterosexual», y también la columna Orgullo y lucha, conformada hace dos años por la necesidad de las organizaciones LGTBIQ+, asociaciones civiles y activistas de encontrarse en un espacio de articulación que permita deconstruir hasta las mismas prácticas de la militancia e impulsando como consigna principal la sanción urgente de la Ley de Cupo laboral Travesti-Trans “Diana Sacayán” a nivel nacional, entre otras consignas como la efectiva implementación de la ESI, basta de travesticidios y transfemicidios, infancias libres y aborto legal para las personas gestantes.

Así es como el feminismo y la disidencia a su interior no dan descanso. No permite la quietud, no da lugar a la comodidad. Bienvenido el debate, la crítica, la disconformidad como bandera, pero siempre con los pies en la calle, porque al interior de nuestro movimiento están las discusiones, pero afuera está la guerra, y sobre eso tenemos claridad.

Nunca hay que olvidar que nuestra verdadera pelea es contra la cisheteronorma, contra el capitalismo que nos hambrea primero pero hambrea a todes, contra el racismo. Nuestra pelea es enorme porque encarna hasta los dolores más invisibles, desde la primera cachetada cuando salimos del closet, desde la primera vez que nos gritaron en la calle, la rajada de los baños públicos, las miradas de repulsión, los desamores, hasta las disputas concretas por el poder para ocupar todos los lugares de los que nos corrieron y hoy estamos cayendo como bombas a ocupar.

Hoy llegamos a esta fecha con el cuerpo empapado en los daños que nos dejaron estos años, en el intento de hacer retroceder nuestros derechos, sin Ministerio de Salud, intentando perjudicarnos hasta último momento, quitando el acceso a las hormonas que la Ley de Identidad de Género intenta garantizar. También nos encuentra con los dolores que nos van a hacer levantar la frente bien en alto, apretar los dientes y mirar hacia adelante, repetir que es la última vez que nos matan como lo hicieron el pasado 26 de octubre con la Chicho en La Plata, como lo decimos cada vez, convencides de que vamos a vencer.

Convertimos en fuerza de masa la lucha por nuestro orgullo a ser, por el amor que nos negaron, transformamos en fiesta popular, masiva y callejera a nuestra lucha contra la vergüenza que nos enseñaron a tener. 

Transformamos la historia, y mientras lo hacíamos transformamos el futuro que habían pensado para nosotres.  Hoy nos ganamos la posibilidad, y por lo tanto la responsabilidad, de imprimirle a este nuevo presente todos los derechos, todos los deseos, todos los placeres que el neoliberalismo nos quiso arrebatar, y nosotres recuperamos.

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