Batalla de Ideas

30 octubre, 2019

La pedagogía de la esperanza

Una foto que va rompiendo con una política de Estado basada en la estigmatización y el señalamiento. El necesario camino hacia una Argentina que recomponga su tejido social corroído por años de neoliberalismo salvaje.

Juan Manuel Erazo

@JuanchiVasco

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La antropóloga feminista Rita Segato suele sostener (sin mucho guión académico) un concepto muy interesante: la pedagogía de la crueldad.  Según ella en la historia de la humanidad coexisten dos proyectos opuestos: el de las cosas, que produce individualismo, y el de los vínculos, que produce comunidades. En nuestro día a día participamos de ambos mundos, pero existe una tendencia a nivel mundial donde “las cosas” cobran cada vez mayor importancia. Las cosas son más importantes que las personas y tratamos a las personas como cosas.

La meritocracia como darwinismo social del siglo XXI, el individualismo deshumanizado, el racismo y la discriminación de género disfrazados de sentido común, la aporofobia (rechazo a les pobres), son todos elementos sintomáticos del neoliberalismo salvaje y constituyen el inventario de ideas de las “nuevas derechas” (que terminan siendo igual que todas las derechas). 

Esta intolerancia (por llamarla de alguna manera) es peor aún cuando surge de un funcionario del Estado. Así es que tenemos los «habría que dinamitar [las villas], que vuele todo por el aire», del senador Miguel Ángel Pichetto, o “el que quiere estar armado que ande armado, Argentina es un país libre”, de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Y estas dos frases representan solo un pequeño porcentaje de todo lo que ha manifestado el gobierno en términos de segregacionismo, persecución política y desprecio por los sectores populares del país y del continente en general. 

¿Es parte de la libertad de expresión? ¿Están haciendo uso de sus garantías democráticas? ¿Debe tolerarse la intolerancia? No. Nunca. Jamás. Los discursos de odio ejercidos desde lugares de poder (mediáticos, institucionales, económicos) sólo logran que la crueldad sea naturalizada, es una pésima pedagogía que instala en la sociedad la idea que a veces ser intolerante es políticamente correcto. 

Es así como la inmigración comienza a ser una infección (como si se tratase de agentes patógenos), se habla de “ideologías de género” (como si la heterosexualidad fuese algo natural libre de ideologías) y el pobre (más si está organizado) comienza a ser un enemigo interno. 

Detrás del discurso intolerante y de odio se esconde siempre un interés de clase y de género, pero más aún, una relación de poder totalmente asimétrica. Luego de los discursos odiantes llegan las políticas de expulsión migratoria como fue la modificación de la “ley de migraciones” 25.871 y la aplicación del DNU 70/17. También viene la vía libre y el apoyo estatal para el gatillo fácil que como bien sabemos sólo crea escuadrones de la muerte que matan pibes por las noches, como pasó con Rafael Nahuel, con el niño tucumano Facundo Ferreira, o en San Miguel del Monte con Carlos Aníbal Suárez, Gonzalo Domínguez, Danilo Sansone y Camila López.

Y es así como el meme de Braian Gallo pasa a ser algo natural, común, incluso lógico. El joven morenense fue blanco fácil de discriminación en las redes sociales por su vestimenta cuando se desempeñaba como presidente de mesa en las elecciones. La gorrita, la ropa deportiva, el color de la piel, el modo de hablar, el barrio. Incluso, a puertas cerradas, la misma militancia popular suele desarrollar chistes muchas veces basados en estigmas de clase o género. 

Este contexto es el que enmarca la importancia de la foto entre Braian y el presidente electo, Alberto Fernández. El Estado tiene que jugar un rol preponderante en la recomposición del tejido social destruido y deteriorado por años de neoliberalismo individualista y meritócrata, pero sobre todas las cosas, segregacionista y cruel.

Como docente de derecho penal, el actual presidente electo sostiene una línea cercana a aquellos que entienden que los derechos se defienden plenamente y más allá de las clases sociales. Incluso cuando aún pertenecía al Frente Renovador se manifestó claramente en contra de la baja de edad de punibilidad, un proyecto que varios de los integrantes de ese espacio político todavía sostienen como bandera. 

No es casual que la primera en haber defendido a Braian en sus redes sociales haya sido la intendenta electa de Moreno, Mariel Fernández. Mariel es parte del Movimiento Evita (integrante de la CTEP), y tiene un vínculo constante y cotidiano con las organizaciones sociales. 

Es que pocos elementos de la vida política y social argentina han hecho lo que hicieron las organizaciones de la economía popular por sostener los lazos de solidaridad entre compatriotas en estos años en que el Estado se ha borrado.

Ahora bien, la tarea es ardua. Cambiemos no solo avanzó sobre pibes como Braian en términos simbólicos, lo ha hecho centralmente en términos materiales, profundizando una pobreza que arrastran desde mucho antes que esta alianza llegase al poder. Los empobreció más, en muchos casos los mató, o los encarceló en causas armadas, los endeudó a ellos y a sus hijos (y quizá a sus nietos), les quitó el trabajo. En fin no es solo una cuestión simbólica, habrá que hacer mucho para darle más derechos a Braian. 

Es necesario que la foto sea el inicio de una Argentina que antes de pensar en la cárcel para los pibes piense en salud, la educación y el trabajo. Será deber del nuevo gobierno garantizarlo.

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