29 octubre, 2019
Nuestra alegría, nuestro futuro
Nuestro grito, nuestro desahogo, estuvo contenido mucho tiempo. Apretamos los dientes, peleamos en la calle, trabajamos codo a codo por la unidad, mientras deseábamos que todo eso tuviera un “final feliz”.


Martín Ogando*
Chacarita explotó, y en cuestión de minutos una marea humana se desparramó delirando de alegría por Avenida Corrientes hasta las entrañas mismas de Villa Crespo. Escenarios, pantallas, banderas, todo se quedó chico, todo fue desbordado por una multitud multiforme y desordenada. Llegaban desde Juan B.Justo pero también desde Lacroze, organizadas en pequeñas columnas, familias, grupos de amigos, gente que saltaba, gritaba, cantaba. Corrían tratando de sortear el laberinto de rejas de Parque Los Andes, para acercarse de alguna manera al escenario. Luchaban, en vano, por captar alguna información con sus celulares inutilizados por la masividad del evento. Mucha sonrisa, pero también mucho llanto de emoción.
La euforia de la calle no pareció acusar recibo alguno por los resultados, más ajustados de lo previsto. Como si algo estuviera contenido, en una campaña donde los actos masivos fueron excepción, el festejo definitivo del Frente de Todes puso en las calles una multitud difícil de mensurar.
No era para menos. Nuestro grito, nuestro desahogo, estuvo contenido mucho tiempo. Apretamos los dientes, peleamos en la calle, trabajamos codo a codo por la unidad, mientras deseábamos que todo eso tuviera un “final feliz”.
No pudieron robarnos la alegría. Y en esa alegría popular nos encontramos todes festejando que comenzamos a salir de cuatro años de oscuridad, de broncas, de tristezas, de miles y miles que vieron su vida empeorar bajo la presidencia de Macri.
Nuestra alegría está llena de satisfacción. No es la alegría del que recibe una grata sorpresa, un regalo. Es la alegría forjada en el esfuerzo y la militancia. Porque fuimos protagonistas durante cuatro años de una resistencia porfiada contra el proyecto neoliberal más agresivo de las últimas décadas. Y debe ser dicho: el triunfo electoral de Frente de Todes comenzó a ser posible por esas resistencias, por esas multitudinarias movilizaciones, porque hay movimiento feminista, movimientos populares, sindicatos, organismos de derechos humanos, pueblo organizado que puso el lomo y aguantó los palos para que esto sea posible. Venían a transformar la Argentina para siempre y se tuvieron que ir en cuatro años.¿Cómo no festejar?
Nuestra alegría también es por lo que se viene. Hay esperanzas, porque se abre una nueva etapa, pero sobre todo hay fuerzas para encararla. Construimos una unidad imprescindible, madura y potente. Alcanzó para derrotar a Macri, pero ahora tenemos el enorme desafío de que se convierta en una una plataforma para transformar la vida de nuestro pueblo, para comenzar a desandar el camino neoliberal en la Argentina. Los movimientos populares debemos estar más unidos que nunca en esta pelea. Desde nuestras experiencias, las actuales y las históricas, ha surgido una agenda de transformaciones reales que debería ser central en cualquier gobierno popular. Nuestra responsabilidad será empujarlas, dentro y fuera del Estado.
Vienen tiempos difíciles
La alegría por el triunfo y la expectativa por el porvenir están acompañadas de una convicción: nada será fácil. Vienen tiempos difíciles.
Juntos por el Cambio deja una economía arrasada. El daño es enorme y difícil de remontar. La pesada carga de la deuda, una dinámica inflacionaria difícil de detener, las tasas por el cielo y las reservas en caída libre. Sobre todo deja una economía paralizada, dañada profundamente y con una realidad lacerante de pobreza, indigencia y desocupación.
Nuestra coalición expresa una gran unidad, y en la unidad siempre hay contradicción. El espíritu componedor y dialoguista de Alberto Fernández tendrá el enorme desafío de responder a demandas contradictorias y en algunos casos urgentes. “Poner la Argentina de pie”, tiene un contenido político tan preciso como “unir a los argentinos”. Son lemas que sirven para hacer campaña, no para gobernar. Y vaya si lo padeció Macri. ¿Qué tipo de Argentina queremos poner en pie? ¿Quiénes serán sus ganadores y perdedores relativos? Pujas, conflictos, negociaciones y trabajosos intentos de construir consensos, eso es lo que se viene. Y, se sabe, los consensos son más sencillos en campaña y en tiempos de bonanza. La campaña terminó y no vamos camino hacia la abundancia.
El proyecto neoliberal que expresó Cambiemos sufrió una derrota contundente, pero mantiene una extraordinaria fortaleza. Ganaron más de dos millones de votos desde las PASO y revalidaron su preeminencia en la región central del país. Un 40% de electores volvió a elegir a Macri en el marco de una campaña en la cual buscó reafirmar, y hasta extremar, sus fundamentos ideológicos. Los resultados de Córdoba o la Ciudad de Buenos Aires son impactantes, sobre todo teniendo en cuenta la dramática situación social que deja este gobierno.
Lo núcleos ideológicos del neoliberalismo lejos de estar en retirada se encuentran diseminados en nuestra sociedad de manera muy profunda. Ese neoliberalismo societal cuenta hoy, como nunca antes, con estructuras políticas y comunicacionales eficaces para su representación.
Por supuesto que habrá que ver cómo se procesa la interna de Juntos por el Cambio fuera del Ejecutivo nacional. El Estado es siempre un articulador central del poder político y sus construcciones derivadas. El peronismo conoce estos mecanismos a la perfección y los utilizará. Nadie dice que ese 48% no pueda «crecer» y aquel 40% no pueda debilitarse. Cosas abiertas hay muchas.
Por último, está claro que no sé está cerrando ninguna grieta. La elección mostró una notable polarización electoral, que contiene elementos de una polarización política más duradera y profunda. Por momentos esta polarización parece apagarse o al menos moderarse, tiene diversas modulaciones, y es posible que en un primer tramo del gobierno de Alberto su intensidad baje. Pero en los momentos decisivos de confrontación de fuerzas tiende a resurgir de manera categórica.
El futuro es nuestro y lo harán los pueblos
Los resultados del pasado domingo seguramente abrirán un debate al interior del campo popular y del propio Frente de Todes. Una diferencia menor a la esperada y la presencia amenazante de una derecha neoliberal replanteará debates ya conocidos. En algunas miradas la acechanza derechista es vista como un motivo más para la moderación política y la cautela. Nos ubicamos en otra perspectiva: frente a una relación de fuerzas irresuelta, frente a una hegemonía en disputa, la iniciativa política y el protagonismo popular son las salidas más resueltas pero también más sensatas. En condiciones así, lo que no avanza, retrocede.
Se van, pero están ahí, agazapados. Los años que se vienen serán fundamentales, en Argentina y en América Latina para derrotar al proyecto neoliberal. Nos ordena una certeza: más allá de la capacidad de gestión y de los aciertos o errores en las medidas de gobierno, la batalla se ganará en la calle, en la sociedad, en las cabezas de millones de seres humanos. Y allí estará la organización popular para cambiar todo lo que deba ser cambiado.
* Referente de Vamos – Frente Patria Grande
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