Nacionales

29 octubre, 2019

El día que un poderoso gremio mandó a desalojar

Relato en primera persona de un dirigente social sobre el intento de la Federación de Asociaciones de Trabajadores de la Sanidad de Argentina (FATSA) que conduce Héctor Daer, de dejar en la calle a 14 familias.

Nicolás Caropresi*

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“Vivíamos abajo del puente, en el ’89 vino Camba-i y nos ofreció una de las habitaciones, desde ese año vivimos acá».

En San Cristobal, a unas diez o doce cuadras del Congreso de la Nacion, 14 familias, 70 personas, niños y niñas, abuelos, madres, personas con discapacidad, bebés prematuros, el gasista de la zona, un cartero, una señora grande que cuida a gente grande, argentinos y argentinas, hermanos y hermanas, la pasaron como el culo después de ir a votar o ni eso.

Alguno llegamos a votar, otros y otras no se, cuando a eso de las 16 del domingo llegó un mensaje: “Chicos están bajando la vallas, vengan por favor, no nos dejen solos». Soledad, entre lagrimas, mandaba audios con la esperanza de que los organizados, los y las que luchan no abandonen a su familia cuando ya todo el putrefacto sistéma lo había hecho.

Treinta y un años lleva Camba-i viviendo ahí. “No usurpe, yo ocupé, esto era un baldío, con la guita que puse ya podría tener un chalecito». En el año ’87 se metió a los restos de un gran caserón, a tratar de armar su vida que las vueltas del destino y de los poderosos lo habían dejado en la calle. Y lo hizo con responsabilidad, con amor, reforzando y apuntalando los pedazos que se querian derrumbar, pagando los impuestos. A mucha gente que fue cruzando, que vivia en la calle, él los fue invitando a que puedan rearmar su vida y acomodarse en comunidad. Habitaciones se convirtieron en casas, casas se convirtieron en barrios, injusticia y abandono en amor y solidaridad.

En el año ’95 empezó a aparecer en sus vidas el gigante que iba a intentar pisotearlos. Esos gigantes pesados de cargar la monedas que a Judas lo empujaron al suicidio. Desde ahí empezó una pelea judicial de los poderosos contra los descartados. Desde ahí todo lo que el amor había construido empezó a caminar por la cornisa del odio y la deshumanización.

Y cuando ese mensaje llegó, los excluidos dejaron todo lo que estaban haciendo, y el 27 de octubre de 2019 a las 16 horas salieron corriendo a ayudar ante la batiseñal en forma de audio que habia enviado Soledad. Cartoneros y cartoneras, ambulantes, trapitos, gente en situación de calle, parias, choriplaneros, los descartados, los olvidados, todos acudieron a hacer lo unico que podian hacer: poner el cuerpo para defender a hermanos y hermanas que tal vez ni conocían. Algunos mandaban mensajes: “aguanten, terminamos de vender los choris en el bunker de Todos y vamos». Y así cumplieron.

El día después a las elecciones, bajo la lluvia, entre abrazos, llantos, gritos, canciones y bombos, los y las excluidas resistieron contra ricos, poderosos y policías. Algunos hasta ayer eran aliados para destruir el neoliberalismo, hoy eran los que le exigían a la policía neoliberal que cumpla con el desalojo que iba a dejar a una madre con discapacidad y su hijo prematuro en la calle, hoy eran los que querían coimear a Camba-i para que abandone a todos los que hace décadas les abrió la puerta.

Y así, en casi absoluta soledad, los que mas sufrieron al neoliberalismo, ganaron una primer batalla de esas que parecen imposibles.

Ojalá esta nueva etapa no sea mas de lo mismo, ojala los del fondo no tengan que seguir esperando, aguantando, dejándola pasar. Ojalá la esperanza que muchos metieron en un sobre el domingo se convierta en la realidad de mis hermanos y hermanas, de esos que un Papa llama Poetas sociales. Pero si no ponemos el pecho, si no acompañamos, si no sentimos en lo mas hondo cualquier injusticia que se cometa contra un ser humano, el mundo va a seguir siendo una porquería, gobierne Alberto o gobierne Mauricio.

* Referente del Movimiento de Trabajadores/as Excluidos/as (MTE)

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