Batalla de Ideas

24 octubre, 2019

Chile, la fábula del neoliberalismo

Primer experimento de Estado neoliberal en el mundo, sobre el país andino la élites económicas, políticas y las corporaciones mediáticas construyeron durante décadas el mito de un “oasis” de estabilidad política y crecimiento económico omitiendo las profundas desigualdades que hoy estallan con la furia contenida por años.

Nicolás Castelli

@giusnicolas

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“Estamos absolutamente sobrepasados, es como una invasión extranjera, alienígena”, decía Cecilia Morel, esposa del presidente Sebastián Piñera y primera dama de Chile, en un audio de WhatsApp enviado a una amiga ante el estallido social que hoy conmueve al país. Y añadía: “Vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás”.

La primera dama chilena es una multimillonaria perteneciente al 1% que se lleva el 30% de los ingresos y que hace de Chile una de los 15 países más desiguales del mundo. Forma parte de la casta de privilegiados sobre la cual el discurso del poder construyó hace 46 años el imaginario del «modelo exitoso a seguir” sobre la base de un orden social y económico neoliberal, impuesto con violencia y muerte, y que constituyó la primera prueba de laboratorio del proceso de neoliberalización mundial iniciado a principios de la década del setenta del siglo pasado.

No hay ciencia social que pudiera predecir que el cuarto aumento en dos años del boleto del metro de Santiago sería el detonante de lo que durante décadas se mantuvo en estado de latencia. En muchos análisis y comentarios se habla de este hecho como la punta de un iceberg donde lo que no está a la vista es una sociedad desigual e injusta. El acceso al agua esta privatizado y las jubilaciones también, a la vez que constituyen una estafa para los trabajadores y trabajadoras tal como la que sufrimos en Argentina con las AFJP en los años noventa. Mientras, los militares que hoy reprimen y matan al pueblo que protesta en las calles, a diferencia del resto, pactaron un régimen de seguridad social sin que nadie se lleve un peso de sus aportes.

Como recuerda Tomás Mouvian, sociólogo y profesor universitario autor de Chile actual: anatomía de un mito, un libro escrito en 1997 y que hoy es un clásico, el iceberg fue la metáfora elegida por el país en la Exposición Universal de Sevilla de 1992 para explicar el «milagro chileno».

Eran los años del neoliberalismo triunfante, la Unión Soviética había colapsado y con ella la amenaza comunista, a la vez que los escribas imperiales hablaban del fin de la historia y de las bondades de los sistemas de mercados autorregulados. El iceberg chileno, como explica Mouvian, comenzó a construir el imaginario de un país blanqueado, que vivió una transición democrática perfecta y se convirtió en un ejemplo de modernidad y consensos, una imagen que hoy parece derrumbarse estrepitosamente. 

Pero esa metáfora ya empezaba a negar y olvidar lo sucedido durante los primeros años de la dictadura de Augusto Pinochet. Las muertes y desapariciones, Salvador Allende, la Unidad Popular. Al otro Chile, violentamente bombardeado como el Palacio de la Moneda, era necesario sacarlo de la memoria colectiva, dejarlo en el olvido para construir el mito del éxito y la excepcionalidad chilena y esconder las ruinas del país aniquilado con sus “alienígenas” y “extranjeros”.

Como dice la canción “todo está guardado en la memoria, sueños de la vida y de la historia”. Por más que ésta se quiera negar y que la vida se vuelva una mercancía accesible para pocos, lo que hoy hace estallar el mito chileno es la memoria y los sueños de cientos de miles de hombres y mujeres que no tienen lugar en el Estado neoliberal que dejó la dictadura pinochetista.

No resulta extraña la virulencia de la respuesta represiva del gobierno y la rapidez con que se declaró el Estado de excepción, el toque de queda y la militarización del país, similar a lo realizado recientemente por el gobierno neoliberal de Lenin Moreno en Ecuador. Porque el neoliberalismo encierra una peligrosa paradoja: solo a través de la violencia y el autoritarismo puede sostenerse la libertad de unos pocos por sobre la libertad de las mayorías, más cuando éstas se hartan de ver peligrar su propia reproducción vital, cuando tienen que elegir entre comer o pagar el transporte público.

La primera formación de un Estado Neoliberal

El golpe de Estado de 1973 al gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende fue realizado por las élites chilenas en complicidad con las multinacionales norteamericanas, la CIA y el secretario de Estado estadounidense, Henry Kissinger. No fue casual que al poco tiempo un grupo de economistas neoliberales conocidos como los “Chicago Boys”, por ser seguidores de Milton Friedman, teórico neoliberal y profesor de la Universidad de Chicago, fueran convocados a reconstruir la economía del país.

En la década del cincuenta, EE.UU. ya financiaba los estudios de algunos economistas chilenos en la universidad de Friedman para que, en el contexto de la Guerra Fría, actúen como un contrapeso a teorías y corrientes económicas que consideraban de izquierda. Estos que formaban un grupo llamado “El club de los lunes” fueron convocados por el gobierno dictatorial en 1975. 

Junto con el Fondo Monetario Internacional (FMI), los Chicago boys chilenos comenzaron la reestructuración neoliberal de la economía y el Estado. Se privatizaron gran parte de los activos estatales, salvo el cobre que permanece en manos de la Corporación Nacional del Cobre de Chile, empresa estatal conocida como Codelco y que constituye actualmente un 20% de los ingresos del fisco. Se liberó la explotación privada de los recursos naturales avasallando derechos y reclamos de los pueblos originarios y se tomaron otras medidas que configuran el recetario que los neoliberales continúan repitiendo y aplicando como un mantra hace décadas.

Aunque la economía se reactivó, fue por poco tiempo ya que en 1982 la crisis de la deuda externa que padecieron los países latinoamericanos obligó a tomar medidas menos ortodoxas. El “éxito” inmediato del modelo chileno fue suficiente para que Milton Friedman fuera premiado con el premio nobel de economía en 1976. 

Un país de la periferia mundial servía de modelo para que las elites de las potencias del centro restauraran su poder mediante nuevos patrones de acumulación de capital. Así Margaret Thatcher en 1979 en Gran Bretaña y Ronald Reagan en 1980 en EE.UU. comenzaron a aplicar recetas de una teoría que hasta ese entonces era marginal.

La moraleja

Las fuerzas que impulsan al neoliberalismo como proyecto civilizatorio son sumamente poderosas, cuentan además con los medios de comunicación y las herramientas educativas para intentar construir hegemonía, haciendo pasar el sentido neoliberal excluyente como sentido común. Sin embargo, la historia muestra cómo los seres humanos no actúan exclusivamente por intereses económicos ligados a la posesión de bienes y la maximización de las ganancias como reza su credo, ni aceptan las distintas formas de dominación y violencia sin resistencias.

Cuando peligran los derechos y activos sociales como una vida digna, el cuidado de la naturaleza, la posibilidad de alimentar a nuestros hijos, vemos que esa dominación es desafiada y a lo largo y ancho de nuestro mundo las calles se vuelven los escenarios de disputas sociales que alteran el orden establecido, que derrocan gobiernos y que le dicen no a los proyectos de hambre y muerte.

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