Géneros

21 octubre, 2019

Que arda todo lo que no nos deja ser

Crónica del Encuentro más grande la historia. Tres días, ochenta y cuatro talleres, medio millón de personas y una disputa ideológica y corporal que nos llevará a nuevos lugares.

Crédito: Valentina Gagiotti

Agostina Concilio*

COMPARTIR AHORA

Viernes 23:59, lluvia y confusión. ¿A qué hora salimos? ¿Qué onda el tránsito? ¿A qué taller vas a ir? ¿Cuántos km son de marcha?

Son las ocho de la mañana, y el cielo no deja de llover; “es el Patriarcado” dice una compañera mientras arregla su bolsa de dormir. Pero qué importa, ya estamos en manada, acomodando el pedacito de espacio que usaremos para dormir y con ganas de salir a encontrarnos. 

Pasaron dos horas y sigue la lluvia; comienzan a escucharse los primeros bombos, siguen entrando más y más compañeres de otras regiones del país. Ya de bebé me clavaron el rosita, me quisieron calladita”; los pies no aguantan la manija de bailar. “Ahora de grande, somos tortas, bisexuales, negras, gordas, feministas”. Son tantes que no entran en el hall de la escuela, así que se van a la puerta. El agite ya es abrazo colectivo.

Se hace la hora para ir a los talleres, y la lluvia afloja. Poco a poco las calles embarran los pies, y se encuentran con otres buscando direcciones. La facultad de Humanidades de la Universidad de La Plata está rebalsada. Independientes y organizades, comenzaron a abrirse sub-talleres para garantizar que nadie se quede sin participar. 

Atardece y las columnas de organizaciones sociales perfilan el acomodamiento para el comienzo de la primera marcha del fin de semana, bajo la consigna «basta de travesticidios y transfeminicidios».

Se habitó la calle, tomando dimensión de lo que es existir resistiendo y lo necesario que es revertir las oportunidades hegemónicas. Resistir buscando fuerza a los alrededores porque quitaron de a suspiros las ganas de querer ser ante los cánones que delimitan lo posible, lo avalado por el inconsciente colectivo, junto al capital, la globalización, el mercado, la tecnología, el consumo y todo lo que organiza al aparato de expresión del sistema capitalista, que reactualiza sus bases constantemente, dejando a las personas habitantes de lo terrenal, la naturalización, segmentación, segregación, y patologización de sus identidades.

Como acto de celebración, como ofrenda a un proceso de construcción de una realidad diversa, la calle fue habitada de mil maneras, todes juntes a la vez, siendo un colectivo que se reconoce mientras aprende a suceder como tal.

El domingo los talleres hicieron sus cierres y se asentaron las mociones a trabajar el año que viene. 

Alrededor de las cinco y media de la tarde comenzó la concentración en la Plaza Almirante Brown. La segunda del fin de semana. Bajo glitter, cantos y organización, se lleva a cabo la marcha más grande de la historia de los encuentros. 

El Encuentro es antes y un después en la vida de cualquier persona que lo vive. Es volver de un viaje en el que todo estímulo vivenciado hace un “click” de ideas y verdades. Una nueva graduación para los lentes con los que se mira la realidad.

Aquello que somos, en carne y derechos, traza el marco sobre el que construimos las pautas culturales a seguir hacia modelos sociales.

Otra humanidad será posible si tenemos derechos para dar pelea contra la opresión de nuestros deseos. Podremos alcanzar la conquista de nuestros territorios corporales si nos hermanamos con la idea que es necesario construir nuevos pisos por los cuales caminar, si entendemos que en la raíz de nuestras relaciones de poder conviven diversos factores para interpretarnos en la otredad. Si dejamos de reproducir lo que el desarrollo de la cultura binaria heteronormada nos inculcó desde nuestra llegada al mundo.

Descolonizar nuestros cuerpos y nuestras tierras, en pos de encontrarnos construyendo espacios donde la diversidad no sea gatillo de exposición sino posibilidad de acción.

Lo que no se nombra, no existe, lo que no existe no tiene derechos.

Es momento de empezar a nombrar.

La emancipación de los cuerpos también requiere encontrarnos, reinterpretarnos, resignificar todo lo que nos ha generado daño y que no es nuestro.

La revolución será transfeminista, o no será.

* Integrante de Bardo Colectivo Contracultural

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas