El Mundo

11 octubre, 2019

El Nobel de la Paz y la primera independencia poscolonial africana

El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, recibió el prestigioso premio internacional por acabar con un conflicto entre su país y el primer país surgido por fuera de las viejas fronteras coloniales africanas: Eritrea.

El presidente de Eritrea, Isaías Afwerki (izquierda) junto a su par etíope y ganador del Nobel de la Paz 2019, Abiy Ahmed

Santiago Mayor

@SantiMayor

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Este viernes 11 de octubre se dio a conocer el ganador del Premio Nobel de la Paz 2019. Se trata del primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, quien asumió el cargo en abril de 2018 luego de una importante crisis interna en su país.

Sin embargo, el galardón le fue entregado por “sus esfuerzos para lograr la paz y la cooperación internacional, particularmente por su iniciativa decisiva destinada a resolver el conflicto fronterizo con Eritrea”, tal como declaró la presidenta del Comité Nobel noruego, Berit Reiss-Andersen.

Asimismo se destacó la labor del mandatario eritreo, Isaías Afwerki. “A la paz no se llega únicamente gracias a las acciones de una sola persona. Cuando el primer ministro Abiy tendió la mano, el presidente Afwerki la aceptó y contribuyó a dar forma al proceso de paz entre los dos países”, sostuvo.

El primer ministro de una región marginada

En febrero de 2018 Hailemariam Desalegn renunció a su cargo de primer ministro de Etiopía. Lo hizo luego de intensas protestas en algunas regiones del país y una crisis desatada al interior de la propia coalición de gobierno.

El Estado del cuerno de África atravesaba entonces un conflicto intermitente que se remontaba, en su etapa más reciente, al año 2015. Las etnias mayoritarias, los Oromo y Amhara que representan al 61% de la población, denunciaban estar subrepresentadas institucionalmente.

Distribución geográfica de las distintas etnias en Etiopía

Si bien formaban y forman parte del gobernante Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE), se encontraban desplazadas. El FDRPE está integrado por el Movimiento Democrático Nacional Amhara (ANDM), la Organización Democrática Popular Oromo (OPDO), el Frente de Liberación Popular Tigrayan (TPLF) y el Movimiento Democrático del Pueblo Etíope del Sur (SEPDM).

El TPLF (que representa a los tigray que son el 6% de los habitantes del país) había puesto los últimos dos mandatarios, entre los que se contaba el propio Desalegn. Ante su renuncia el puesto quedó vacante y se declaró el Estado de excepción.

De acuerdo a la legislación nacional el FDRPE debía elegir de entre sus filas un sucesor para finalice el mandato que termina en 2020. Fue así que un mes y medio después, en abril de 2018, Abiy Ahmed llegó a la jefatura de Estado con apenas 42 años. Ex teniente coronel del ejército, ex ministro de Ciencia y Tecnología, con un doctorado en paz y seguridad de la Universidad de Addis Abeba, el nuevo primer ministro tenía algo más: pertenecía a la etnia Oromo.

Sus políticas de consenso y su orígen sirvieron para aplacar la conflictividad interna. Pero también una audaz política exterior le permitió reorientar a la opinión pública hacia un objetivo de carácter nacional: lograr la paz con Eritrea.

La provincia rebelde

Eritrea era una ex colonia -primero italiana y luego británica- que en 1952 se federó con Etiopía. Sin embargo en 1962 fue degradada a provincia por el gobierno central de Addis Abeba. Fue entonces que comenzó una guerra por su independencia. 

Luego de tres décadas de conflicto, en 1993 finalmente se llegó a un acuerdo para realizar un referéndum en el que las y los eritreos votaron a favor de escindirse del territorio etíope de forma pacífica. Nacía así el primer Estado independiente del continente africano por fuera de las viejas fronteras coloniales.

Es que la entonces Organización para la Unidad Africana (OUA, antecesora de la actual Unión Africana) había establecido que, en el marco del proceso de descolonización del continente, se respetarían los límites territoriales impuestos por las antiguas metrópolis. Años más tarde Sudán del Sur seguiría el mismo camino. 

Pero en aquel momento, la independencia de Eritrea fue un hito sin precedentes y fue reconocida por toda la comunidad internacional, incluso por Etiopía. El vínculo entre ambos países eran tan bueno que se mantuvo la frontera abierta y se seguía utilizando una misma moneda.

Sin embargo un conflicto fronterizo estalló en 1998 entre ambos países. Los combates duraron dos años provocando más de 80 mil víctimas fatales.

Las hostilidades llegaron a su fin con la firma del tratado de Argel en el año 2000 que reconoció la ciudad de Badme como parte del territorio eritreo. Sin embargo, los sucesivos gobiernos etíopes se negaron a aceptar esto y mantuvieron una ocupación militar de la localidad.

Las fronteras entre ambos Estados fueron cerradas y se cortaron las relaciones diplomáticas. Miles de personas quedaron separadas de sus familias y también incomunicadas ya que dejaron de funcionar las líneas telefónicas de un país a otro.

En Eritrea el presidente Afwerki (que gobierna el país desde dos años antes de la independencia en 1993) utilizó desde entonces la supuesta amenaza de su vecino para justificar un gobierno autoritario.

El camino a la paz

Sin embargo la llegada de Ahmed al gobierno supuso un giro radical en la diplomacia etíope. El desplazamiento del Ejecutivo de los tigray (que viven en el norte del país y fueron los más afectados por la guerra) permitió un acercamiento con Eritrea.

Inmediatamente planteó reabrir el diálogo con el país vecino en pos de restablecer las relaciones diplomáticas y aseguró que iba a reconocer el tratado de Argel.

A menos de tres meses de su asunción realizó una visita histórica a Asmara, la capital eritrea, donde fue recibido por Afwerki. 

“Acordamos que las aerolíneas comenzarán a operar, los puertos estarán accesibles, las personas podrán moverse libremente y se abrirán las embajadas”, declaró Ahmed el mismo día de su llegada. “Vamos a demoler la pared y, con amor, construir un puente de sólida amistad”, afirmó.

El mandatario del país anfitrión respondió: “El pueblo eritreo tiene hoy la oportunidad de expresar su verdadero afecto y emoción para los etíopes”. Y añadió: “Podemos imaginar que las decisiones que tomó el jefe de gobierno no fueron simples. Pero podemos asegurarle que enfrentaremos el futuro juntos. Trabajaremos como uno”.

Afwerki visitó Addis Abeba algunas semanas después. Ahmed, que había participado como militar en la guerra contra Eritrea, logró entonces poner fin a un conflicto que duró 20 años.

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