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11 octubre, 2019

10 cosas que tenés que saber del Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans

“Cuando vas al Encuentro, volvés siendo otra”. La frase se repite año tras año. En esta nota repasamos los ingredientes mágicos para esta poción de amor sororo.

Laura Fischerman y Sol Martínez

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La multitudinaria convocatoria que hasta el año pasado se conocía como Encuentro Nacional de Mujeres este fin de semana celebra su reunión número 34. Hoy proponemos llamarlo “Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans” (EPMLTT, para les amigues) y leyendo esta nota te vas a enterar, entre otras cosas de por qué y qué significa para quienes todos los años participamos de y construimos este evento que culmina en el pogo feminista más grande del mundo.

El desborde de información, actividades, cruces, festejos y mística que caracterizan a este invento argentino tan magnánimo como el dulce de leche y la birome pasan por la sumatoria de esfuerzos (en el buen sentido de la palabra) individuales puestos al servicio de una arquitectura colectiva de proporciones suficientes para copar ciudades enteras. Se genera así un clima tal que justifica el lema de “cuando vas al Encuentro, volvés siendo otra” y vamos a intentar explicar cuáles son los ingredientes mágicos para esta poción de amor sororo.

Si nunca fuiste a un Encuentro pero te interesa conocer cómo son, esto es lo que tenés que saber para vivir la experiencia completa.

1. La previa

Las formas de ir al encuentro son tan variadas como su concurrencia. Se acercan militantes, curiosas, organizadas, sueltas, viejas, jóvenes, experimentadas y novatas. La recomendación de las redactoras es llegar como una se va, en manada. Pero como nuestras subjetividades son diversas, siempre está la que se pega una escapada en medio de días de laburo y agarra el auto o un bondi de línea.

La manija encuentrera empieza mientras charlamos con quién ir, dónde quedarnos, a qué taller asistir y qué atracciones turísticas tiene la ciudad que funcionará como sede.

2. El viaje

El encuentro empieza cuando subimos a los micros. Para la mayoría de las mujeres (femineidades) que participan ésta es una de las pocas posibilidades de dejar por unos días sus tareas cotidianas: la casa, los hijos, la pareja. Y de tener el tiempo y el lugar de pensarse junto con otras, replanteándose los roles, la doble jornada laboral, las distintas opresiones que se muestran como naturales para el sentido común patriarcal. Esto va aflorando incluso en las charlas que mantenemos durante el trayecto, para ir entrando el clima.

Además, también es la oportunidad para conocer otras ciudades, para muchas la primera vez que pudieron ir a la montaña o conocer el mar fue gracias a los encuentros, que explicitan su carácter federal para poder llegar a todas, no sólo a las feministas que dejamos todo para ir.

3. El hospedaje

Va a ser difícil creerle al presidente que “no se inunda más” cuando veamos las calles de La Plata este fin de semana. Existe una verdadera transformación en el ritmo y funcionamiento de las ciudades que nos reciben cada año al punto en el que nos genera extrañamiento ver un varón caminando por la calle.

Parte del fenómeno incluye el sobrepasamiento total de la capacidad hotelera de la ciudad anfitriona, llegando a ocuparse con visitantes también las localidades vecinas. Algunas prefieren, con gran previsión, alquilar departamentos o habitaciones de hotel. Otras sentimos que la experiencia no está completa si no compartimos aulas, gimnasios, auditorios e instalaciones sanitarias a veces insuficientes y un tanto precarias (hay que decirlo) donde pasamos una o dos noches muy cortas en las que nos desmayamos sobre bolsas de dormir en un paisaje sin discontinuidades junto a compañeras. Lo cierto es que estamos demasiado ocupadas como para hacer otra cosa más que llegar, dejar nuestras cosas y seguir viaje. 

4. La apertura

Aunque a veces ocurre antes de que logremos llegar, es un momento cargado de simbolismo e intención. Nos reencontramos después de un año de madurar ideas, de contrastar los golpes recibidos y los avances que hemos hecho, después de probarlas en las calles, en nuestros laburos y las discusiones de 8M y paros feministas.

Caracterizamos en la bienvenida cómo nos encontramos en la correlación de fuerzas sociales. En particular este año, después del ajuste y la pobreza (siempre feminizada) a los que nos sometió el mandato casi completo de Mauricio Macri, verificó desde sus comienzos que el feminismo es con todes. Entonces, nada mejor que coronarlo nombrando a los colectivos que a lo largo de todos los Encuentros y en estos últimos años en particular han puesto siempre por delante construir organización y resistencia. Si este octubre es sinónimo de que Macri ya fue y de que el Encuentro puede visibilizarse finalmente como lo que es: plurinacional y nutrido y fortalecido por mujeres, lesbianas, travestis y trans, podemos terminar este año siendo más libres y soberanas.

5. El corazón del Encuentro son los talleres

Este año son 87 los talleres de los que se podrá participar. Si los explorás vas a ver que los temas abordados son extremadamente variados. Vas a encontrar desde “Mujer (femineidades) y artes marciales” hasta “Mujer (femineidades) y femicidios y feminicidios”, pasando por discusiones sobre lo afro, las organizaciones sindicales, la economía popular, los cuerpos, la sexualidad y una infinidad de cuestiones que nos atraviesan en nuestro ser en la sociedad.

Los talleres funcionan los días sábado y domingo y tienen una serie de ejes propuestos desde la organización para la discusión, que se da durante el primer día. Durante el segundo día, se mantienen las comisiones formadas durante la jornada anterior y se continúa con lo planteado para llegar a las conclusiones, por lo cual la indicación es no cambiar de taller una vez elegido uno.

El método de trabajo implica que una coordinadora ordene el funcionamiento de la comisión y que alguien sistematice el debate con notas y se ocupe de redactar las conclusiones durante el domingo. Esto no es una mera formalidad, ya que gracias a esta comprometida discusión que es luego compilada se han elaborado propuestas como la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y sus proyectos de ley.

Por otro lado, es en los talleres donde las compañeras tomamos la palabra desde nuestra singularidad, pero referenciando a nuestros colectivos, y donde vale igual la palabra de aquella universitaria de la ciudad, que la de la compañera que viene de los sectores más alejados y olvidados de nuestros país. Por eso los defendemos, defendemos su funcionamiento horizontal, es lo que llamamos “el espíritu del Encuentro”

6. Las ferias y agenda no oficial

Muchas vivimos nuestro trayecto por los encuentros con mucha responsabilidad, sabiendo que no hay tiempo que perder. Por eso la sabiduría milenaria de estas congregaciones hace que en los recreos que nos tomamos para almorzar o una vez que cerramos los talleres sigamos organizando cosas para hacer.

Además del cronograma oficial del encuentro, suele haber en plazas y puntos neurálgicos del evento con multiplicidad de actividades culturales, paneles de discusión política, performances artísticas y emprendimientos de artesanas, cocineras y diseñadoras para llevarnos memorabilia con temática feminista y comer algo rico. 

7. Las fiestas

Si de algo sabe el movimiento feminista es de llevar el goce como bandera. Después de todo un día de gira por la ciudad, sacando humo de los sesos de tanto pensar para desnaturalizar al omnipresente patriarcado y desnudando nuestras propias experiencias vitales, nos ganamos un festejo. Nos juntamos con las amigas con las que no logramos cruzarnos hasta el momento. Si hace calor, nos refrescamos con una birrita y si hace frío, nos calentamos con un vino.

La adrenalina de jornadas como estas hacen desaparecer el cansancio y se baila y se agita hasta que los pies estén deshechos y la voz carraspee.

8. La marcha

Es el hecho político más importante del Encuentro, lo que todas estamos esperando. Suele recorrer toda la ciudad pasando por todos sus lugares emblemáticos, que alojan a las instituciones que concentran la opresión patriarcal: iglesias, comisarías, tribunales, etc.  Uno de los momentos más sentidos y recordados para las que hace años que participamos fue cuando pasamos por la comisaría y la maternidad de San Miguel de Tucumán (ENM XXIV, 2009) y pudimos gritar en la cara a los responsables preguntando a dónde se llevaron a Marita Verón. O cuando en jujuy (ENM XXI, 2006) exigimos la libertad de Romina Tejerina.

Además, es la oportunidad de vernos todas juntas, de dimensionar la magnitud del encuentro, de convocar a las mujeres y femineidades de la ciudad a que se sumen a la gran marcha con el característico «mujer, escucha, únete a la lucha». Es la oportunidad también de cantar y bailar nuestras consignas: Vivas nos queremos; Juntas más que nunca; Soy lesbiana, porque me gusta y me da la gana; Aborto legal en hospital y en cualquier lugar; Nos están perdidas, son desaparecidas para ser prostituidas; A los violadores los cuida la policía, y tantas más.

9. Cierre y elección de la próxima sede

Momento candente en cada coordinadora de taller hace un resumen de lo conversado, lo cual cada vez se torna más difícil por las dimensiones que fueron adquiriendo los encuentros. Por otro lado, quienes quieren proponer un ciudad como sede suben al escenario a exponer sus razones, luchas de mujeres que hayan sucedido en el lugar, algún hecho de injusticia trascendente, centralidad política, etc.

Acá se juegan muchas cosas y las organizaciones con más peso dentro de la organización del encuentro tienen también más peso en la elección, que se define por ovación, privilegiando su carácter federal y autónomo. Es un momento más donde se pone en valor y se dimensiona la potencia de nuestras voces en un sentido tanto figurado como literal. A pesar del cansancio acumulado, es importante ponderar el cierre para que sea lo más representativo posible de la diversidad expresada en cada encuentro.

10. Otra perspectiva para la vida

Así nos volvemos, con las gafas violetas puestas (y cada vez más multicolores). ¡No nos bancamos ni al chofer machista del micro! Y asumimos por primera vez o con renovado entusiasmo las mil tareas por delante, seguir en contacto con las del taller, organizar las próximas movidas, transmitir lo vivido en el Encuentro en nuestros entornos, barrios, escuelas, laburos, universidades, sindicatos, cooperativas, organizar comisiones de géneros, mateadas, consejerías.

Y en lo individual, no nos bancamos más un golpe, ni un grito, ni  una ninguneada. Sabemos que volvimos distintas, que estamos juntas, que nunca más vamos a estar solas, que nos vamos a volver a encontrar en las calles, que contamos con nosotras y nuestro cada vez más amplio y más potente movimiento.

@lpescadora y @SolMar1936

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