10 octubre, 2019
Un Encuentro Plurinacional el 12 de octubre
Este fin de semana, mientras en La Plata se desarrolle un nuevo Encuentro de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans, se cumplirá otro aniversario del 12 de octubre, inicio de la colonización de nuestro continente. Colonialidad y patriarcado. Plurinacionalidad y feminismo.


Florencia Trentini*
Durante el 12, 13 y 14 de octubre miles de mujeres viajaremos a La Plata a encontrarnos, a juntarnos, a pensarnos y a transformarnos, porque cada una de nosotras sabe que no se vuelve igual de un Encuentro. Porque desde hace 34 años eso que hoy llamamos feminismo o marea verde y violeta encontró un espacio propio para gestar luchas que -de a poco- lo están cambiando todo.
Lentas y pacientes, nosotras pasamos de ser mil a 60 mil, y este año esperamos ser muchas más. Sostuvimos durante más de 30 años una cita obligada para miles (cuando nosotras sabemos lo que cuesta hasta arreglar una juntada con amigas). Y en esos años nos multiplicamos, por eso hoy en lugar de un Encuentro Nacional de Mujeres queremos uno Plurinacional y que incluya a todas las identidades sexo genéricas. Que transmita en su nombre lo que ya es en la práctica hace muchos años.
El otro “encuentro”
Los Encuentros suelen coincidir con el fin de semana largo del 12 de octubre. Fecha en la que hasta hace unos años se conmemoraba el “Día de la Raza”, la llegada de los europeos a lo que posteriormente se denominó “América”. Allá por 1492 inició la colonización de nuestro continente. Fue entonces que estas tierras conocieron formas de acumulación económica y control sociopolítico ajenas.
Por muchos años se usó la palabra “encuentro” para referirse a esta fecha. El encuentro de dos mundos. Pero lejos de un encuentro como el nuestro, que año tras año nos hermana y nos fortalece, fue un encuentro de destrucción y exterminio, y esa palabra -igual que la de “descubrimiento”- sirvió para ocultar y negar el más grande genocidio de la historia de la humanidad, en el que fueron exterminados aproximadamente 90 millones de habitantes del “nuevo” mundo.
Es cierto que en nuestro país ya no hablamos de “Día de la Raza”. Desde 2007, a partir de un proyecto presentado por el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), el 12 de octubre se convirtió en el “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”. Un día para la reflexión y el diálogo intercultural acerca de los Derechos Humanos de los Pueblos Originarios.
Desde ya este cambio de nombre no es menor, porque cambiar el nombre de las cosas implica también una disputa por su significado. No por nada se suele decir que el que nomina, domina. Por eso va a ser sumamente importante estar discutiendo justo un 12 de octubre si nuestro Encuentro -ese que hermana y fortalece- tiene que ser nombrado Plurinacional. Porque nuestro movimiento hoy es feminista, disidente y transversal, pero también debe ser anti racista, anti colonial, popular y anticapitalista.
Y nosotras sabemos de la relación entre el lenguaje y el poder. Sabemos que no es lo mismo nombrar qué no nombrar. Por eso peleamos por un lenguaje inclusivo que deje de invisibilizarnos. Porque sabemos que en todo poder hay una fuerza fundamental que mantiene las cosas “en orden”, que las legitima “como ya son”. Y nosotras, justamente, somos las que venimos a cambiarlo todo.
Patriarcado y colonialidad
Como todo proceso de conquista y colonización, la violencia directa del genocidio iniciado en 1492 fue solo el comienzo de una historia de atropello, sangre, múltiples violencias e invisibilización. El despliegue de un sistema capitalista, colonial, cristiano y moderno impuso un tipo específico de dominación: patriarcal, masculina y heterosexual.
Muchos siglos después, Argentina en particular se conformó como país negando toda diferencia étnica y racial. Una única nación, civilizada, blanca y europea, construida sobre el genocidio de miles de indígenas. Una nación patriarcal, machista, moderna, heterosexual y colonial.
En este marco el reclamo por el reconocimiento a la Plurinacionalidad del Encuentro es un pedido de reconocimiento a las naciones originarias, esas que la homogeneización cultural intentó borrar de la historia. Es una forma de visibilizar el genocidio que hoy continúa por otros medios, como la criminalización, la persecución y la judicialización frente a la defensa de los territorios.
Nosotras somos las que pedimos cuestionar los privilegios. Los privilegios de género, los privilegios de clase, pero también es necesario cuestionar nuestros privilegios de etnia. Si supimos hacernos cargo de que nosotras podíamos tener prácticas patriarcales, porque vivimos en una sociedad que lo es, y aprendimos a revisarnos y deconstruirnos, también tenemos que hacernos cargo de la colonialidad de nuestro ser, producto del eurocentrismo de esa misma sociedad.
Solemos hablar de la relación entre el patriarcado y el capitalismo, conocemos ese vínculo, lo vivimos en nuestros cuerpos de mujeres trabajadoras. Sin embargo, mucho menos pensado está el vínculo entre el patriarcado y la colonialidad. Como sostienen los teóricos de la decolonialidad, colonialidad no significa lo mismo que colonialismo. Mientras este último implica una relación política y económica directa de dominación, el primero refiere a un patrón de poder que emergió como resultado del colonialismo moderno. Entonces, si bien el colonialismo precede a la colonialidad, está lo sobrevive y se mantiene viva en el sentido común, en las aspiraciones, en las formas de aprendizaje, en nuestra cotidianeidad y en las formas que tenemos de relacionarnos y pensarnos.
En Latinoamérica, la diversidad cultural ha representado un desafío para el feminismo, generando constantes encuentros y desencuentros, acuerdos y contradicciones. En este proceso fue evidente que algunas teorías de género no alcanzaban para dar cuenta de las complejas realidades latinoamericanas. Es en este contexto que un feminismo popular que se construya a partir de estas heterogeneidades y complejidades, que se alimente de las experiencias activas de militancia popular, territorial, barrial, de las indígenas, de las campesinas, de las trabajadoras de la economía popular, deviene fundamental para pensar la relación entre colonialidad y patriarcado.
Como sostiene Ochy Curiel, si entendemos el feminismo como toda lucha de mujeres que se oponen al patriarcado, tendríamos que construir su genealogía considerando la historia de muchas mujeres en muchos lugares-tiempos. Retomar distintas historias, poco o casi nunca contadas, construyendo un feminismo descolonizalizado como propuesta política y epistemológica que relocalice el pensamiento y la acción para anular la universalización de la modernidad occidental.
La discusión sobre la Plurinacionalidad del Encuentro no es el debate sobre una palabra o un nombre. Es la discusión sobre el carácter de nuestro movimiento. Y por supuesto no es una discusión sencilla, pero sí es una discusión necesaria, porque en la propia idea de Plurinacionalidad se encuentra la posibilidad de no aceptar esa historia oficial y homogénea que nos contaron, esa misma historia que relegó e invisibilizó a las mujeres y disidencias.
De lo que se trata, entonces, es de transformar la historia, pero también de reescribirla visibilizando a todes quienes fueron negades por un Estado patriarcal, homogeneizador, machista, disciplinador, normalizador, capitalista y colonial. Si estamos decididas a tirar juntas el patriarcado hagamos lo mismo con la colonialidad.
* Doctora en antropología
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