Batalla de Ideas

10 octubre, 2019

Territorios feministas: experiencias, diálogos y debates desde el Feminismo Popular

El nuevo libro de la editorial Batalla de Ideas está escrito por la Colectiva Mala Junta, y recorre y arma experiencia. Una lectura que organiza el deseo y el poder.

Mariel Martínez*

@Mariel_mzc

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La vida y la escritura

“Yo la cuento porque la viví”. Quién no reconoce esta frase, que parece que junta, pero que en realidad divorcia el hacer del narrar, como si una cosa no fuera, al mismo tiempo, la otra. Lo sabemos: el debate sobre si la experiencia es transmisible, asible, trasladable, es más viejo que la humedad. Y trae aparejadas sus jerarquías, construidas por una historia que no nos conviene.  ¿Son, el vivir y el contar, cuestiones diferentes? ¿Se cuenta lo que se vive? ¿Vale más la experiencia o la narración? ¿Son dos cosas o la misma? ¿Se escribe para que otres vivan, conozcan, lo que una conoció, vivió, experimento por fuera del decir, por fuera de la escritura?

Alguien podría decir que un poco sí. Y podríamos contestarle que otro tanto no, o al menos, que no sólo. Porque la escritura también es una forma de la experiencia, de la vida. Escribir es una manera de transitar el mundo, de crear y recrear movimiento. Escribir también es militancia. También es organización. También es un aporte a la manera en que queremos armar de nuevo el mundo.

El libro Territorios Feministas, de la Colectiva Mala Junta, es mucho más que el relato de experiencias de empoderamiento y emancipación. Es, en sí mismo, la práctica de esas formas de libertad. Es mujeres, compañeres a les que la historia no sólo les ha negado la voz sino la pluma, haciendo uso amoroso de su derecho a vivir diciendo. Diciendo lo que no, lo que hay que desterrar, lo que se denuncia. Pero también diciendo el futuro, anunciando un espacio diferente que se gesta en cada experiencia colectiva de cuerpos que hacen, que escriben, que fortalecen los lazos que nos conciben mejores. Territorios feministas es experiencia pura. De la que se vive en los barrios, en las comunidades, en las instituciones. De la que se conoce escribiendo. De la que se sabe leyendo. Territorios feministas es una manera de ser en este mundo que nos pide que no seamos tampoco palabra. Es propuesta y práctica política: hacer, contar y escribir como ejercicio concreto de liberación.

La casa, la ronda, las compañeras

¿Quién se escribe en este libro? ¿Quién se cuenta y se piensa? 

Una casa en Tandil, la casa violeta, que aloja, contiene y proyecta. Un espacio en el cordón frutihortícola de la provincia de Buenos Aires en donde las mujeres, trabajadoras de la tierra, pueden frenar el paso y sentarse a decir y a escuchar. Un barrio de Córdoba, en donde a partir del encuentro colectivo un grupo de mujeres se reconoce y se organiza en sus derechos. Otro espacio de mujeres que en la católica Ciudad de Luján, se junta a contarse y a resistir, a destapar y revolver la olla. La Línea Verde acompañando en la Ciudad de La Plata situaciones de aborto. Experiencias que conectan, entrelazan, liberan. Porque de eso se trata el feminismo popular: trabajar los lazos y construir poder desde lo que se es, de lo que se conoce, desde lo que se tiene. Escuchar y aprender de lo otro y también de lo propio. Alojar, reparar, resistir, avanzar.

Quizás sea por eso que en este libro leamos más voces. Vientos de Libertad, experiencia que se organiza a partir de la problemática del consumo desde 2006, tiene un espacio en Territorios feministas. Sus mujeres y disidencias hablan en las páginas de este libro y dicen, entre otras cosas, que no es casualidad que el consumo atraviese la pobreza y además atraviese, de una forma particular, el ser mujer. También escriben les compañeres de Atrapamuros, un colectivo que trabaja con la población de las cárceles del servicio penitenciario bonaerense y federal. Las cárceles de mujeres, en donde las privadas de su libertad viven el encierro desde una vulneración doble, ocupa un fragmento del texto, y analiza y da la clave: “de esta salimos juntas”.

Las páginas de este libro nos traen espacios que se hacen experiencia también en la escritura. Leerlas es una forma dulce de vivir, poderosa de aprender. Territorios feministas es letra, tierra y pisada. Una manera del feminismo pueblo. Narraciones del feminismo popular.

Escribir nuestro tiempo

Pero ¿qué es lo que es lo que junta lo diverso? ¿Qué lo que hace que esta suma de relatos se saluden y construyan red?

Porque este feminismo popular que se vive y se escribe no es de ninguna manera individual. Casi que su condición de existencia es lo colectivo, lo fraterno, lo sororo. Por eso, desde su esencia misma es anitineoliberal:  fortalece los lazos más allá de lo propio. Y los arma y los teje en espacios concretos: el barrio, el trabajo, el lugar que se habita. El feminismo popular que recorren las compañeras de Mala Junta tiene raíces, pies en tierra que sostienen la posibilidad de la mirada al horizonte. 

El feminismo de estos territorios que se hace libro es latinoamericano porque se alimenta de las subjetividades que conforman nuestra patria grande. Retomando los tejidos de tantes compañeros y compañeras que han trabajado sobre un marxismo más nuestro, este feminismo se hace también nuestro, un feminismo, como aquel socialismo, práctico, de nuestras calles, de nuestras tierras. 

Un feminismo que en el ejercicio de la resistencia no solo no niega el deseo sino que lo hace visible, poderoso, factor de revolución y cambio. Un feminismo que en la construcción de un mundo más amoroso y justo no le escapa al conflicto si no que lo milita: la pedagogía de la incomodidad es poner en la mesa, a la vista, las prácticas que incluso en nuestros entornos quieren condenarnos a armar el margen que adorna la historia.

Este feminismo es libro que hace y dice lo que necesitamos: no somos la promesa de otro tiempo. Somos el tiempo haciendo la vida. El presente, concreto, de la posibilidad. Territorios feministas se escribe porque a la escritura también se la disputa y se la conquista. Porque narrar es una forma de resistir y construir. Porque la historia es de los pueblos y los pueblos deben escribirla. Porque tenemos la responsabilidad y el deseo de relatar nuestro tiempo.

* Docente, cronista, narradora, poeta, de Morón

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