10 octubre, 2019
[El hilo de la semana] Argentina desaprovecha 16 millones de toneladas de alimentos al año
Aunque en Twitter todo parece ser fugaz y efímero, desde Notas prestamos atención a aquellos hilos que merecen no perderse en el voraz paso del tiempo. Tuits que se encadenan para contar historias, explicar situaciones o conflictos, revelar datos trascendentes o que, simplemente, vale la pena compartir.

A partir del lanzamiento del plan contra el hambre de Alberto Fernández, el periodista especializado en agro Matías Longoni (@matiaslongoni) detalló punto por punto los aspectos del mercado de alimentos en el país. ¿Es un problema de precios o de acceso? ¿Qué problemas hay en la cadena de comercialización? ¿Por qué se despercidian alimentos todos los años?
Argentina es un país al cual le sobran alimentos. Le sobra de todo, salvo tres o cuatro cosas que deben importarse: las bananas, el cacao y el café, más alguna fruta rara. Todo lo demás acá sobra.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Formamos parte del 10% de países que puede exportar alimentos. El 90% los importa.
Esa primera definición (sobra morfi) es imprescindible para buscar con justeza las razones del hambre (yo prefiero hablar de pobreza, porque no creo que el hambre aquí sea el problema).
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Aquí no hay un problema de escasez, sino de acceso a los alimentos. Hay un problema político.
Definido que el problema real es de acceso a los alimentos (a una buena alimentación, en realidad), lo primero que se suele hacer es mirar los precios. Es decir, se dice que los alimentos son caros y que por eso la gente no puede comprarlos. Eso sería solo más o menos cierto.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Los periodistas repiten en la TV una gran falacia: los alimentos son caros porque están dolarizados.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
No es cierto. Y no me puteen cuando lo diga: hay muy pocos alimentos dolarizados en la Argentina. Solo tres granos básicos (soja, maíz y trigo) tienen sus precios dolarizados.
De la soja sale aceite y alimentos para ganado.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Del maíz sale polenta, raciones para animales, frutosa para gaseosa.
Del trigo sale harina, pan, fideos y otras cosas.
Es decir que la dolarización de esos granos afecta parcialmente la estructura de precios de algunos alimentos.
Pero la mayoría de los alimentos que produce la Argentina no copian al dólar de inmediato como esos granos. Sucede con las frutas, las verduras, las hortalizas, las carnes, los huevos, la leche y otros alimentos frescos. Como la mayoría se vende al mercado interno, manda el peso.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Es más, después de las devaluaciones lo que suele suceder es que los productores de esos alimentos queden culo para arriba, porque muchos de sus costos productivos son en dólares (sobre todo los insumos) y sus ingresos son en pesos.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Hay muchos ejemplos que muestran que, en dólares, los precios de los alimentos en el primer eslabón (el productor que los manda al mercado) son baratos respecto de los de otros países. Acá por ejemplo el kilo de novillo ahora está a 1,1 dólares y en Uruguay vale 1,80.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Entonces, ¿qué es lo que encarece tanto los alimentos como para que la población no cubra una canasta básica? Hay un dato irrefutable que es que los precios se multiplican más de cinco veces desde el productor al consumidor. Si algo valía 100 en chacra, el consumidor lo paga 550.
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CAME, en su sector de economías regionales, mide esto mes a mes. En algunos casos las diferencias son abismales. El mes pasado, por ejemplo, un kilo de naranja costaba 2/3 pesos en la zona productiva y se vendía en Buenos Aires 12 veces más caro. Esto es lo que debe mirarse.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Buena parte de la multiplicación de los precios del morfi se produce por el alto costo y la alta ineficiencia de la Argentina, donde no hay trenes, donde se pagan muchos impuestos, donde la logística es una mierda. Pero cerca del 100% de recargo se registra en la venta minorista.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Sé que suena antipático: El carnicero o el verdulero o el almacenero de barrio son en la mayoría de las ocasiones mucho más "formadores de precio" que los productores. También tienen justificación: las tarifas (sobre todo eléctrica), el alquiler del local, la pizza para la cana.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Entonces, cualquier política para combatir el hambre debe pasar por reducir los pesos de la intermediación más que por achatar los precios del productor. Esto se puede hacer de varias maneras: con mercados de cercanía (del productor al consumidor), con compras colectivas, etc.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
En todo caso, si el Estado quiere terminar con el hambre lo que debería hacer es lograr que las mercaderías que sobran en las zonas de producción lleguen a las zonas donde faltan los alimentos a precios razonables. Sustituir el sistema de distribución tradicional. Pisar callos.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
En otro aspecto se podría alivianar algunas exigencias sanitarias que también encarecen mucho los alimentos para la población. Por ejemplo, se podría discutir la pasteurización de la leche. O la obligatoriedad de que mucha fruta pase por plantas de empaque.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Mucha de la fruta y la verdura queda en los campos porque los precios no llegan a cubrir los costos de la cosecha. Lo que podría hacer ahí el Estado es comprar los excedentes en las zonas productivas y hacerse cargo de la logística para llevarlas a comedores y escuelas.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Y por otro lado hay que empezar a hacer algo con los desperdicios. Porque Argentina desaprovecha 16 millones de toneladas de alimentos todos los años, que es un volumen más o menos suficiente como para alimentar a su población. Seguro que para la población vulnerable sobra.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Alguna vez sugerí acá un sistema de "tarjetas verdes" que el Estado podría distribuir entre las familias más pobres para que, luego de las siete de la tarde, pasen a comprar mucho más barato la fruta y la verduras que pierde valor comercial en los negocios adheridos. Ganan todos.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Lo que quiero decir es que el problema del hambre (o de la pobreza) no se soluciona sacando algo de unos para redistribuirlo hacia otros. No es sacar y repartir, sino intervenir con inteligencia y creatividad en el mercado. Porque morfi sobra. Y la mayoría es barato.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Todo tiene que venir acompañado con una campaña muy fuerte de difusión de la alimentación sana. Porque en la Argentina el mayor problema no es de desnutrición sino de malnutrición. La gente más pobre come mal porque no accede a los alimentos frescos que muchas veces se tiran.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
No es difícil, vamos. Es cuestión de armar equipos comprometidos con mano de obra que sobra en muchos sectores del Estado. Es ponerle compromiso y creatividad. Es cuestión de educación. Basta de tomar tanta Coca pedorra y a tomar jugo de fruta, que sobra y nutre.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
Y levantar los ingresos de las familias trabajadores. Y promover trabajo para las familias que no lo tienen.
— Matías Longoni (@matiaslongoni) October 10, 2019
No es difícil. Hay que tomársela en serio.
Y si no nos comemos a los políticos pedorros y listo. Les pelamos la billetera y el traje caro. Un poco de sal y a otra cosa.
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