4 octubre, 2019
Feminización de la resistencia
El feminismo popular es luchar contra la opresión desde la opresión. Tejer redes, acompañarse amorosa y afectivamente. Es animarse a tomar la voz para contar nuestras experiencias, sobre todo para ayudar a les otres.

No es una sola la opresión que atraviesa nuestros cuerpos feminizados. Esta semana se publicaron los datos del INDEC: en el primer semestre de 2019 el 35,4% de los habitantes de nuestro país se encuentra debajo de la línea de pobreza. Los precios de los alimentos no paran de subir y nuestros salarios nunca aumentan al frenético ritmo de la inflación. Frente a esta crisis, las más perjudicadas somos las mujeres.
¿De qué hablamos cuando hablamos de feminización de la pobreza? Si las mujeres tenemos la suerte de conseguir trabajo, la brecha salarial es del 27%. También es siempre más difícil para nosotras acceder a puestos más altos y mejor pagos. Se nos reservan los trabajos más precarizados: el 20% de las trabajadoras argentinas desarrolla su labor dentro del servicio doméstico.
Además, las tareas de cuidado de niñes y ancianes recaen sobre nosotras. Este trabajo no remunerado extiende mucho nuestra jornada laboral. La desigualdad en el reparto de los trabajos de cuidado se ilustra en la distribución de titulares de la Asignación Universal por Hijo (AUH): el 98% son mujeres. La mayoría de los hogares monoparentales tiene Jefas de Hogar, a las que cada vez les cuesta más sostener a sus familias bajo la alianza entre patriarcado y neoliberalismo.
En los barrios, la crisis se hace carne. La gente pierde su trabajo día a día. Cierran los locales y las vecinas deben salir a vender ropa vieja, empanadas, verdura y mercadería en changuitos de supermercado. Las changas y el trabajo informal se vuelven una suerte, sin embargo las mujeres nos la rebuscamos para conseguir la moneda.
Frente al neoliberalismo, la salida es colectiva
Colectivizamos nuestras tareas de cuidado. Las vecinas paran las ollas y alimentan al barrio. Sostenemos merenderos y guarderías en donde nuestrxs niñes no solo consiguen un plato de comida, sino también participan de talleres de expresión en donde garantizan su derecho a la recreación. Apostamos por infancias libres y dignas.
Cooperativizamos el trabajo. A partir de la organización colectiva, desde los barrios garantizamos el derecho que nos es negado: formamos cooperativas textiles y gastronómicas articuladas en distintas ramas dentro del Movimiento de Trabajadores/as Excluidos/as (MTE). Resignificamos las tareas de cuidado llevadas adelante en los merenderos a partir de la formación de socio comunitarias en las que estas se reconocen como un trabajo.
Compartimos experiencias, preocupaciones y mates. Organizamos mateadas y talleres donde compañeras de distintas edades, nacionalidades y creencias nos juntamos a charlar, discutir sobre política, bailar zumba, formarnos como promotoras de salud, organizar talleres de tejido y aprender las unas de las otras. En este espacio de compañerismo, confianza y feminismo también pedimos ayuda ante situaciones de violencia y sanamos entre todas.
Resistimos en las calles. “Nada se gana si no se lucha”, dijo Susy Ordoñez, referenta territorial de VAMOS, encabezando la resistencia frente al desalojo del edificio de Santa Cruz 140. En una coyuntura que precariza de forma sistemática nuestras vidas, la vivienda aparece como un privilegio. Frente a la precarización de la realidad, las mujeres somos las primeras en poner el cuerpo y ocupar las calles. En las luchas por la vivienda, la legalización del aborto y contra todas las violencias que nos oprimen.
Feminismo popular
El feminismo popular es luchar contra la opresión desde la opresión. Tejer redes, acompañarse amorosa y afectivamente sin necesariamente ser amigues o tener un vínculo previo. El feminismo popular impacta en la rutina del día a día. Cuidamos a nuestres hijes, salimos a buscar el pan, estudiamos y trabajamos en la casa. Pero la remamos acompañades.
Antes, las mujeres nos callábamos y nos avergonázabamos de ser víctimas. Ahora abandonamos el silencio: no nos callamos más. El feminismo popular es animarse a tomar la voz para contar nuestras experiencias, sobre todo para ayudar a les otres. El ver que podemos afrontar nuestros miedos puede hacerles saber a otres que existen caminos colectivos para sanar. Sabemos que nos tenemos y que contamos con compañeres que nos bancan.
Seguimos aprendiendo día a día cómo acompañar los procesos, trabajando sobre la empatía, intentando no juzgar y respetando los tiempos de cada une. El feminismo popular es también reconocer los propios privilegios y trabajar desde ahí: aprendemos horizontalmente les unes de les otres.
Les feministas populares también somos disidentes: luchamos por el cupo laboral travesti-trans. El feminismo popular lucha contra una justicia patriarcal que minimiza los maltratos. Hoy luchamos por la declaración de la Emergencia nacional en violencia contra las mujeres. Nuestra militancia política y partidaria, salir a las calles a combatir el macrismo, es feminismo popular.
Hablar de deseo, también. Plantear la posibilidad de pensar cómo queremos vivir y qué vínculos deseamos. A la vez, es pensar en deseos colectivos y para todes porque sabemos que, mientras haya une de nosotres oprimide, la lucha continúa.
Hacia el Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans en La Plata
Los sectores populares tenemos que hacernos lugar a los codazos incluso dentro del feminismo. Este año, se propuso nombrar a les compañeres lesbianas, travestis y trans y también reconocer el Encuentro como plurinacional, visibilizando la diversidad existente. También, tras años de recorrido, este Encuentro es el primero en que el feminismo popular aparece entre los talleres. Seguimos luchando porque la agenda de los sectores populares sea reconocida dentro de la heterogeneidad del movimiento feminista.
Nos preparamos mucho tiempo para viajar. Aunamos esfuerzos para costear los pasajes armando actividades, ferias y vendiendo comida. Nos organizamos de antemano para distribuir compras y disminuir los gastos para que todes podamos asistir. A pesar de esto, aún muchas compañeras se quedan sin viajar, es difícil dejar las tareas de cuidado.
Nos preparamos política y emocionalmente. Tuvimos una serie de preencuentros en los cuales compartimos experiencias de viajes anteriores y de cómo llegamos a dar el paso de decidir ir este año.
Cuando viajamos al encuentro, nos sentimos vivas. Llegamos ahí porque estamos vivas. Vivas ahí. Viviendo una experiencia transformadora, un momento en el cual podemos gritar con toda la bronca que sentimos por la opresión del patriarcado con alegre rebeldía y glitter empoderante.
Euse Roman, Jany Ulloa, Juana Ramella y Victoria Bortnik
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