Nacionales

23 septiembre, 2019

Macrismo y ambientalismo: dos mundos irreconciliables (II)

Segunda entrega sobre los puntos más álgidos de la política ambiental del macrismo durante los últimos cuatro años. Qué deja este gobierno y qué desafíos se presentan hacia el futuro.

Julián Monkes y Florencia Trentini

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Las discusiones sobre las problemáticas ambientales involucran debates sobre desigualdades sociales. Diariamente se avanza sin cuidado sobre los territorios, extrayendo recursos y ganancias, mientras distintos grupos sociales, como campesinos e indígenas intentan protegerlos, buscando instalar una forma alternativa de uso y control sobre el ambiente.

Asimismo, los grandes negociados respecto al manejo de los residuos generan cuantiosas regalías para el sector privado, mientras cartoneros y recicladores deben salir a la calle ante los intentos del gobierno de cerrar electrónicamente los contenedores de basura.

Si bien es cierto que la política extractivista no arrancó con el macrismo, que los conflicto territoriales no son propios de la gestión de Cambiemos, también es real que el proyecto neoliberal desarrollado en los últimos cuatro años ha incrementado las consecuencias sobre los territorios y los grupos sociales que en ellos habitan, y ha aumentado las desigualdades socio-ambientales.

Frente a esto, indígenas, campesinos, cartoneros y otros grupos, han generado sus espacios de discusión y organización, impulsando “desde abajo” modelos de manejo participativo de los territorios, co-manejos de áreas protegidas, modelos de co-gestión de residuos y hasta propuestas de Reforma Agraria Integral. Esto muestra la posibilidad de un ambientalismo que recupere los saberes y prácticas tradicionales, ancestrales y populares para llevar adelante modelos de conservación, manejo y gestión incluyentes y sustentables en lo ecológico, lo económico y lo social.

El avance de las urbanizaciones y la producción agropecuaria en los humedales

Los humedales son uno de los ecosistemas más frágiles, lo cual implica que pequeños cambios en su dinámica ecológica generan alteraciones tales que impiden su normal funcionamiento y su provisión de servicios ecosistémicos. Entre ellos el de la mitigación de inundaciones, ya que funcionan como “esponjas naturales”.

Este servicio cobra importancia en un contexto global de alteraciones climáticas donde aumentan las lluvias. La falta de regulación para su protección abre la puerta al avance de diferentes actividades productivas que generan su degradación. Actualmente esto permite la explotación de litio en los salares de altura de Jujuy, el avance de las grandes urbanizaciones en zonas suburbanas como en Tigre, o de la producción sojera, como en Entre Ríos.

Mauricio Macri anunció el 2 de febrero de 2016 la implementación de una ley de presupuestos mínimos para su conservación. Luego de casi cuatro años, no solo no cumplió dicha promesa, sino que el PRO fue el principal opositor en el Senado de la Nación para su aprobación, y luego fue el que “cajoneó” el proyecto en la Cámara de Diputados.

El fracking

La extracción de petróleo de forma convencional -perforación y extracción por la misma presión a la cual se encuentre sometido- está prácticamente en desuso por la falta de pozos de este tipo. Frente a esto surgió el fracking, una metodología no convencional -introducción de agua a elevadísima presión con químicos y arena para destruir las rocas y extraer el petróleo que se encuentra alojada entre ellas-.

Esto genera contaminación de las napas de agua subterránea y aumenta la fragilidad del suelo, incrementando la probabilidad de terremotos. Así, a contrapelo de su discurso asociado al fomento de la transición a energías renovables, el gobierno de Macri fomentó esta actividad y festejó un acuerdo en torno a Vaca Muerta que flexibiliza las condiciones laborales de las y los trabajadores de las empresas petroleras.

A partir del mismo, se incentiva esta actividad productiva -prohibida en la mayoría de los países centrales- haciendo que las empresas se vean “tentadas” a invertir en el yacimiento ya que podrán recortar el costo laboral entre un 30% y un 40%.

A esto se suma el avance sobre comunidades mapuche que habitan la zona y que se han visto sumamente afectadas. 

La (falta de) conservación de los diferentes ecosistemas y su biodiversidad

Los países del mundo se comprometieron a tener para el 2020, un 17% de la superficie terrestre de cada ecorregión y un 10% de las áreas marítimas como áreas protegidas. En Argentina la única que cumple con lo solicitado para el año que viene son los bosques patagónicos.

La conservación de los ecosistemas y su biodiversidad es un elemento central para contribuir a la estabilidad estructural de los mismos y reducir los impactos sobre el cambio climático. En este rubro, hay que destacar que el gobierno de Macri fue el que más áreas protegidas creó. Sin embargo, eso no es sinónimo de protección del ambiente, ya que en la mayoría de los casos cuentan con escaso personal, carecen de planes de manejo y se siguen fomentando actividades prohibidas pero rentables.

En 2018 el presidente dijo ante la World Tourist Association (WTA), que se debía transformar al turismo en una herramienta para la generación de empleo y el desarrollo económico de las ciudades, y explicó que los parques nacionales no son una idea de conservación abstracta, sino una herramienta de desarrollo local. Este planteo se materializó el 23 de mayo de este año, cuando decretó el traslado de la potestad que resguardaba las áreas naturales protegidas de la Administración de Parques Nacionales (APN) -una institución que se encuentra viviendo una fuerte crisis debido al ajuste neoliberal- al secretario de Ambiente, Sergio Bergman, quien podrá autorizar la instalación de emprendimientos turísticos de capitales privados, muchos de ellos de corporaciones extranjeras, dentro de los Parques Nacionales de Argentina.

Esto sumado a los conflictos por desalojo de comunidades que habitan la zona donde se busca conformar estas áreas, muestra una clara intencionalidad de generar espacios donde implementar emprendimientos de “turismo verde” para cierto tipo de personas

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El ambientalismo es hoy uno de los temas de la agenda pública que más preocupa a la población. Por este motivo debería ser también una de las cuestiones principales en los programas de los diferentes candidatos en las próximas elecciones. Un nuevo gobierno debería poder conciliar realmente los objetivos de sustentabilidad económica y ambiental, pero por sobre todo vincular a estos con la inclusión social.

Si el eje sigue puesto en Vaca Muerta y en fuentes de energía no renovables. Si se sigue profundizando un modelo extractivista y de agricultura que siga afectando fuertemente la naturaleza y a las personas mediante el uso de agrotóxicos o de técnicas no convencionales fuertemente contaminantes. Si se sigue avanzando sobre los territorios de los pueblos indígenas sin reconocer sus derechos, sus prácticas y sus saberes, el cambio de gobierno no modificará el proceso destructivo del capital sobre nuestros recursos, nuestra naturaleza y nuestras vidas.

Mientras modelos alternativos que buscan articular desarrollo económico con cuidado del ambiente sigan invisibilizados, el «buen vivir» que estas formas buscan instaurar seguirá siendo algo lejano y folklórico, mientras el «vivir bien» impuesto por el capitalismo nos terminará destruyendo.

@JMonkes y @ositewok

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