9 septiembre, 2019
Salud, género y cuidados: no es solo cosa de mujeres
Carlos Tomada presentó un proyecto para crear guarderías infantiles y centros para adultos mayores bajo la órbita estatal para garantizar una mejora en el sistema de salud y generar puestos de empleo. La importancia de la introducción de miradas feministas.

La iniciativa que presentó el ex ministro de trabajo en la Legislatura porteña se suma al medio centenar de proyectos similares que ya fueron presentados en el país aunque introduce cambios en cuanto a la perspectiva de género.
En ese sentido, según dijo Tomada durante la presentación “el Estado debe ser el garante de los derechos de los ciudadanos y para ello debe fortalecer su rol de proveedor, regulador y facilitador del cuidado. Esta función está distribuida de manera desigual, recayendo principalmente en las mujeres y con altos niveles de informalidad”.
En efecto, en la actualidad en Argentina y en el mundo las mujeres ocupan las tasas de desocupación mas altas y son quienes cobran menores salarios. A su vez, son las que realizan el trabajo doméstico no remunerado, siendo en un 75% las encargadas del cuidado del hogar, limpieza, cocina, mantenimiento, crianza de les niñes y acompañamiento de adultos mayores.
A pesar de que las mujeres siguen siendo las principales desocupadas, de un tiempo a esta parte se incrementó su inserción en el mundo laboral, viéndose obligadas a contratar a otra persona para que se ocupe de las tareas de la casa y el cuidado de les niñes y ancianes.
Así las cosas, el sector de servicios domésticos es el que mayor cantidad de mujeres emplea – siendo hoy del 20% de la torta – para suplantar a otras mujeres que ya no pueden tomar esas tareas. De esta manera, la división sexual del trabajo queda intacta.
Además, ellas son quienes sufren los mayores niveles de informalidad siendo más del 75% y perciben los salarios más bajos de la economía. Las legislaciones vigentes dejan desamparadas a aquellas empleadas que no están registradas en ningún régimen. Aquellas que “trabajan por amor” en los hogares y a quienes se les niegan sistemáticamente sus derechos.
En un artículo parta Economía Femini(s)ta, la socióloga e investigadora del CONICET Sol Minoldo sostiene: “Una trabajadora que, frecuentemente, por trabajar en el espacio más íntimo de la familia, pareciera que se integra también en sus relaciones afectivas. Y lo cierto es que la asociación entre el trabajo doméstico y el amor, donde se confunden lazos familiares y laborales, ha tenido un rol central para reproducir su tradicional informalidad, baja remuneración y dificultad del acceso a derechos laborales.”
«la asociación entre el trabajo doméstico y el amor, donde se confunden lazos familiares y laborales, ha tenido un rol central para reproducir su tradicional informalidad, baja remuneración y dificultad del acceso a derechos laborales.”
sol minoldo (conicet)
En ese sentido, el proyecto advierte que regulación estatal y la visibilización del cuidado son el punto de partida para establecer un sistema que termine con la desigualdad del género en la tarea. En ese sentido, propone jerarquizar la tarea del cuidado a partir de la creación de un Registro de Cuidadores y Cuidadoras que permita sistematizar y poner a disposición de la población todos los servicios, públicos y privados.
En el mismo sentido se pronunció la Organización Internacional del Trabajo que sostiene que las tareas de cuidado directo o indicrecto “son un elemento fundamental para establecer políticas de justicia social y equidad de género” y agrega que “Pese a los avances en corresponsabilidad masculina en el hogar y de participación laboral de las mujeres, estamos lejos de llegar a la paridad”.
Salud
La importancia de la perspectiva de género en el desarrollo de políticas públicas no solo atañe al mundo del trabajo, sino que también afecta a la expectativa y calidad de vida de los pueblos.
Existe en el imaginario social la idea de que las mujeres gozan de mejor salud por el hecho de tener expectativas de vida mas largas – 73 años contra 69 de los varones – sin embargo, ocurre lo contrario.
Las diferencias en los ingresos económicos que perciben las mujeres respecto a los varones, la falta de educación sexual y reproductiva, la violencia de género que las tiene como principales víctimas del machismo, los efectos secundarios de los medicamentos en las mujeres y la falta de representación en la política son algunas de las causas por las cuales la población femenina sufre de peor salud que la masculina.
Cabe destacar que existe una diferencia a tener en cuenta en el desarrollo de políticas públicas con respecto a la salud que atañe a las categorías de “sexo” – hoy presente en la mayoría de los casos. Y género.
La Doctora en filosofía y bioeticista Laura Belli advierte que “mientras el sexo puede indicar diferentes factores de riesgo o la necesidad de otro tratamiento frente a una misma patología, el género puede determinar diferente posibilidad de acceso a la atención sanitaria, adherencia a tratamientos o impacto de los determinantes sociales y económicos de la salud.”
A esto debe sumarse la dificultad de las disidencias sexuales para acceder a la salud de forma libre y sin discriminación. La población trans – travesti, tiene una expectativa de vida promedio de solo 36 años. Las causas son muchas y todas provienen del machismo de las sociedades que las relega a los puestos de trabajo más informales y peligrosos del mercado, siendo la prostitución el primero de ellos.
Es por eso que una mirada feminista del problema de la desigualdad entre varones y mujeres se torna necesaria si se trata de formar sociedades mas sanas y justas.
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.