El Mundo

4 septiembre, 2019

El triunfo de la UP en Chile: el proyecto, el mito y el desencanto

En 1970 el proyecto encabezado por Salvador Allende ganó las elecciones concretando procesos de años de articulación de la izquierda política y el movimiento social. La Unidad Popular se convirtió en un proyecto mítico. Pero a pesar de contar con el apoyo popular mayoritario, fue tumbado por los intereses económicos e internacionales.

José Robredo Hormazábal*

@joserobredo

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“Les digo que se vayan a sus casas con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada. Esta noche, cuando acaricien a sus hijos, cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, más cariño, para hacer cada vez más grande a Chile, y cada vez más justa la vida en nuestra patria”, decía Salvador Allende para finalizar su discurso victorioso, en los balcones de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) y frente a miles de santiaguinos y santiaguinas.

En la madrugada del sábado 5 de septiembre de 1970, se cerraba así el acto de celebración del triunfo de la Unidad Popular (UP) con 1.076.000 votos y una diferencia de casi 40 mil por sobre su adversario de derecha. Un simbolismo no menor era festejar ante miles de personas, pues se sellaba un proceso de décadas de articulación de la izquierda y el movimiento social chileno que acabaría inconcluso y violentamente a manos de las Fuerzas Armadas, mil días después.

La UP viene a ser heredera de una tradición de izquierda y social que se manifiesta a través de partidos institucionalizados, movimientos revolucionarios, el movimiento obrero, campesino, estudiantil y de pobladores que a lo largo de años de avances y retrocesos vino a cuajar en 1970, en medio de un contexto latinoamericano que, influenciado por la Revolución Cubana, se encontraba en plena disputa ideológica y política con la derecha en todas sus expresiones. Un espejo de la bipolaridad que vivía el mundo.

El 4 de septiembre de 1970 se consolida, también, un proceso de maduración histórica de la izquierda chilena que en los años treinta del siglo XX alcanzó el gobierno a través del Frente Popular.

Ya entrados los 40, inicia una fragmentación en el poder y años después un proceso de rearticulación que vio cómo se construía una alternativa de izquierda encabezada por Salvador Allende. Este proyecto, por poco, no resulta exitoso en 1958. Es entonces que la derecha asume la posibilidad de que la izquierda pueda llegar a ganar y en 1964 la Democracia Cristiana logra concretar un giro al centro. Estos dos eventos terminaron siendo fundamentales para la victoria posterior de la Unidad Popular.

“Soy una mujer de 67 años, en 1970 tenía 18 años de una joven llena de ilusión y esperanza de que íbamos a tener un gobierno popular, un gobierno para el pueblo”, recuerda Amanda Hormazábal sobre el triunfo de la UP.

“Obreros, mujeres, trabajadoras, pobladoras nos manifestamos hasta muy tarde por la noche. Desde el balcón de la FECH Allende nos saludó, nos dijo ‘vayan a sus casas tranquilas sin mediar ninguna provocación’ y recalcó que este sería el gobierno para la clase trabajadora de Chile. Con esa esperanza nos regresamos a nuestras casas, llenos de alegría y con mucha fe de que esto sería para nosotros, lo que tanto habíamos esperado”, añade.

La Unidad Popular y Allende

Casi como una expresión única, la figura de Salvador Allende ha acaparado el relato histórico y masivo del proceso de la UP. Casi como personaje excluyente de una coalición que se constituía a partir de las diversas tendencias de la izquierda de la época y que dentro del bloque disputaban la profundidad y gradualidad de las reformas presentadas en su programa de gobierno.

Incluso, con el pasar de los años, queda la sensación de una especie de unidad monolítica encabezada por Allende, cosa que dista bastante de la realidad.

Rodrigo Gangas, académico y director de la escuela de Ciencia Política de la Universidad Academia Humanismo Cristiano, sostiene que “es efectivo que habían divisiones importantes, con un tronco ideológico claro, pero ese tronco se materializaba en un proyecto político institucional revolucionario donde no todos los partidos estaban en la misma línea”.

“El triunfo y consolidación de la UP logra que las organizaciones se proyecten en un proyecto político institucional revolucionario”, agrega el académico chileno, quien establece que la victoria electoral no fue una herramienta de acercamiento de posiciones, sino que incluso fue la causa del “debilitamiento político” del gobierno de Allende. Él, además, tuvo que lidiar con la oposición de la derecha y de la izquierda.

Pero ¿cómo, a pesar de no poder sostener la unidad de los partidos que integraban la UP, Allende trasciende en la historia? El secretario general del Partido Socialista de la época, Carlos Altamirano, uno de los personajes más influyentes en la izquierda chilena, fallecido en mayo pasado, explica en Memorias Críticas: “Yo ahondaría, por eso, en el Allende que creó, inventó y dio vida a una nueva vía para la construcción del socialismo (…) es lo que lo hizo conocido en el mundo entero”.

No se pueden desprender “las dos almas” en las que se convierten la UP y Allende, una que nutre al personaje y la otra que encarna el proceso.

Chile, 49 años después

Casi cinco décadas después, una mezcla de curiosidad y añoranza de un proceso similar se presenta en un país que soportó 17 años de una dictadura implacable y de una transición que dio un cuerpo consolidado al proyecto elaborado en los cuarteles por civiles y militares.

Una sociedad con niveles bastantes más bajos de politización e ideologización, además de una crisis de confianza en las instituciones y la representación de los partidos. Más allá del tiempo, todo eso deja fuera de juego cualquier intento por asimilar los contextos políticos actuales y de finales de los 60.

“La historia de Chile se construye a partir de mitos, heroica, donde las figuras quedan sacralizadas, lo que no es bueno para comprender los procesos históricos y sociales”, señala Gangas sobre eventuales reminiscencias del proceso de la UP. “Lo que ha dominado el escenario político chileno es la política del consenso, basada en la lógica de la gobernabilidad democrática, donde se ha logrado eliminar la dimensión conflictiva de la política”, apunta.

Eso se da, según el académico chileno, porque en los 60 existía una disputa entre dos proyectos de sociedad que no es posible repetir en la actualidad, por una razón:  “El proyecto de sociedad donde la mayoría de los partidos se mueven hoy es hegemónico neoliberal”. 

* Desde Santiago de Chile

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