Batalla de Ideas

12 agosto, 2019

El principio del fin de un gobierno de clase

Contra todo pronóstico de las encuestas, que una vez más volvieron a fallar, el Frente de Todes se impuso en la mayor parte de las provincias del país en las elecciones primarias. Mientras que el macrismo solo logró ganar en Córdoba y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

Nicolás Castelli

@NicoCastelli3

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Un triunfo categórico que sorprende y deja sin palabras a un gobierno cuya estrategia política se basa en prenderle velas al mercado y confiar en los algoritmos y el marketing para desviar la atención y aguantar la crisis que ellos mismo generaron.

Con cerca de 12 millones y medio de electores, la provincia de Buenos Aires representa casi el 37% del total del padrón electoral. Para tener una idea de su peso electoral, equivale a 92 provincias de Tierra del Fuego.

En este distrito, la fórmula Alberto Fernández- Cristina Fernández (FF) alcanzó el 50,65% de los votos contra el 29,88% de Mauricio Macri- Miguel Ángel Pichetto. Es decir, 20 puntos de diferencia, una cifra similar a los 17 que Axel Kicillof sacó de ventaja por sobre María Eugenia Vidal.

Ni los casi un millón de votos logrados por el oficialismo en Córdoba, ni los casi 900 mil alcanzados en la Ciudad de Buenos Aires (CABA) sirvieron para achicar una diferencia contundente que ya parece ser una tendencia irreversible de cara a octubre y que coloca a Alberto Fernández en la puerta de la Casa Rosada.

Incluso en la capital del país, bastión histórico y hegemónico del macrismo hace 12 años, la fórmula opositora del Frente para Todos para jefe de Gobierno, encabezada por Matías Lammens, superó el piso histórico de la oposición progresista con más del 30% de los votos. Una elección que dejó a todos más que satisfechos con la perfomance alcanzada y con la proyección de reconstruir un espacio progresista y de centro izquierda, con fuerte participación juvenil de la mano de la candidata a legisladora Ofelia Fernández.

A su vez, en Santa Fe, otra provincia con importante peso electoral, el Frente para Todes en las presidenciales obtuvo un triunfo con una diferencia de 10 puntos sobre Juntos por el Cambio. Como así también se impuso, con un margen más acotado (3%), en una provincia históricamente adversa como Mendoza. 

Llama la atención también el triunfo de FF en la Jujuy de Gerardo Morales con un 46% por sobre un 29% de la fórmula presidencial oficialista.

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Mucha tela para cortar habrá en estos días y para analizar esta derrota contundente del oficialismo, pero lo cierto es que los datos objetivos de la realidad indican que, en cuatro años de gobierno, la Alianza Cambiemos empeoró todos los índices socioeconómicos. 

Un deuda externa que equivale al Plan Marshall que se usó para reconstruir Europa después de la Segunda Guerra Mundial; la vuelta al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al riesgo país; la fuga de dólares que ya supera el 60% del monto de la deuda emitida; el crecimiento de la pobreza que ronda el 35%; la desocupación de dos dígitos como no se tenía desde el 2006; la industria operando con solo el 56,6% de la capacidad instalada (un registro más bajo que los relevados en el año 2002) y acumulando 14 meses de caída consecutivas de la actividad; el cierre de 2871 fábricas entre 2015 y 2018; un incremento de la inseguridad alimentaria del 71% alcanzando a 14,2 millones de personas en el mismo período, más la inflación que no cede y que pulveriza el poder adquisitivo de los salarios agudizando aún más la espiral recesiva, son algunos indicadores de la realidad que vive el país.

No hay duranbarbismo que pueda tapar las consecuencias del viejo recetario neoliberal que el gobierno cambiemita aplicó en estos años y que ya padecimos en el pasado. Algo de la memoria histórica de nuestro pueblo se puso en juego este domingo, además de los padecimientos diarios de la crisis en la que nos metieron.

Vistos en su conjunto los datos, tal vez lo sorprendente hubiera sido que gane Mauricio Macri o que pierda por poca diferencia. Pero lo que no sorprende ante este escenario crítico es el nudo en la garganta acumulado que a muchos y muchas argentinas se les comenzó a destrabar este domingo luego de conocerse los datos oficiales del escrutinio.

Lo que se viene no es sencillo, desandar esta verdadera pesada herencia y recomponer los niveles de vida de amplios sectores sociales, sobretodo los populares quienes más sufren esta situación, será todo un desafío. Pero al menos podemos empezar a discutir el futuro que queremos desde otro piso que siente bases sólidas para que los intereses del 1% más rico no vuelvan a gobernar los del 99% restante, porque ya lo vivimos y sabemos cómo termina.

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