Batalla de Ideas

9 agosto, 2019

Con hambre no se puede estudiar

La reducción de raciones para los comedores escolares de la Ciudad de Buenos Aires y la baja en la calidad de los alimentos han sido una constante que se ha profundizado año a año desde el PRO gobierna el distrito.

Alicia García Tuñón*

@AliGarciaTunon

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El presidente Mauricio Macri les dijo a las y los cordobeses en el cierre de campaña que hizo «muchas cosas que valen más que millones de discursos y de palabras», y la verdad es que no se equivoca.

El deterioro de la educación pública en estos casi tres años de gobierno de Cambiemos  en el país es notable.

Se redujeron las capacitaciones de Educación Sexual Integral (ESI). De 55 mil docentes que recibieron cursos en 2015, cayó a dos mil en 2018. También se cerraron programas socioeducativos para las poblaciones más vulneradas como el de Orquestas infantiles y el Programa Conectar-Igualdad. La cantidad de computadoras entregadas en 2015 fue 443 mil en total, mientras que en 2018  este número se redujo a casi 50 mil y con una política de distribución focalizada y no universal.

Prometieron la construcción de tres mil jardines de infantes en 2018 aunque después aclararon que serían tres mil aulas que terminaron siendo apenas 150. 

Y al presidente sólo se le ocurre decir «sorry» por el «carajo'» cuando debiera disculparse con los miles de estudiantes afectados por sus políticas de ajuste.

45 pesos por estudiante

En la ciudad de Buenos Aires venimos sufriendo estas medidas y en especial en los comedores escolares. 

Durante 2008, primer año de gestión del PRO, el legislador Pablo Failde presentó un amparo porque cambiaron del menú el pastel de papas por una cazuela mixta con trisoja, no solo de dudoso valor nutricional sino que fue rechazado por el 90% de los estudiantes. También incorporaron salchichas envueltas en tapas de empanadas al menú semanal.

Las viandas de refuerzo que recibían los chicos y chicas de los tres niveles educativos que requieren asistencia alimentaria también fueron reducidas en ese año. Hasta el año anterior se les entrgaba una bolsita con tres productos: una sandwich de jamón y queso, una fruta y un alimento seco, que podía ser una pasta frola, una torta de ricota o un alfajor. Después de la nueva licitación, uno de esos tres elementos desapareció del menú.

Pastel de papa donde la carne fue reemplazada por lentejas

En la gestión de Horacio Rodríguez Larreta la política de reducir las raciones y el valor nutricional de las mismas se agudizó. En 2016, con la excusa de una alimentación saludable y disminuir la obesidad eliminaron el pan en el almuerzo. El nuevo menú redujo también las pastas y productos industrializados, como salchichas y medallones de pollo, que iban a ser reemplazados por frutas y verduras.

La realidad es que eso nunca pasó y el tamaño de las raciones y de los paquetes de galletitas, por ejemplo, se tornaron más pequeños y de peor calidad. 

En 2015 se asignaron a los comedores escolares 189 millones de raciones para desayuno, almuerzo o merienda. El índice de pobreza de ese año era del 15,1%. Para este año, el índice subió al 21,1%, sin embargo se presupuestaron 77 millones de raciones, es decir se perdieron 111 millones de raciones que golpean fundamentalmente a los barrios más empobrecidos.

En términos reales, se destina un 11,5% menos que en 2017. El Ministerio de Educación paga la irrisoria suma de 45 pesos por día por alumno.

Los chicos preguntan por el desayuno cada día porque vienen con hambre de sus casas y son cada vez más los que necesitan becas de comedor.

Compartir la miseria

Las familias que integran la cooperadora de la Escuela N° 12 DE 7 denunciaron que las raciones que envía el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) no alcanzan para todos los chicos y chicas.

“El GCBA se maneja con números del año pasado y a pesar de que tiene los datos por la inscripción online y de que hubo un crecimiento de matrícula fuerte, están mandando 257 raciones y necesitamos como piso 330”, explicaron. Los directivos señalan que se mandan raciones de almuerzo con el promedio de asistencia de los chicos, por lo que si en un mes llovió mucho o hizo mucho frío, la asistencia baja y después cuando vuelve la mayoría tienen que dividir los platos para que nadie se quede sin almorzar.

También, los docentes denunciaron y mostraron imágenes de comida entregada por el Gobierno porteño que tendría plástico en su interior, provistas por la empresa de Rubén A. Otero. Los platos de fideos o arroz con nada son habituales, aunque los pibes tal vez no ingieran otra comida en el día.

Al jardín inicial del Mariano Acosta llegan 45 microsandwiches aunque haya 60 alumnos y se hizo costumbre dividir las manzana o los gajos de mandarina entre nuestros pibes y pibas.

El macrismo de Rodríguez Larreta, porque Larreta es Macri, ha demostrado que la alimentación de los chicos y chicas en las escuelas no se encuentra entre sus prioridades de gestión.

La comida en las instituciones educativas debe ser un derecho para que las y los estudiantes que puedan estudiar y no un derecho para los que pueden almorzar en sus casas, pagar los 110 pesos por día o hacer el engorroso trámite on line para la beca. 

Mauricio Macri decía en el acto de Córdoba: “Imaginen todo lo que podemos hacer en estos cuatro años con un poco de viento a favor». Realmente deseamos que un viento con miles de votos se lo lleve lo más lejos posible de la Ciudad y de la Argentina.

* Rederente de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE)

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