6 agosto, 2019
Nuestra fe es revolucionaria
Este miércoles organizaciones populares de todo el país que representan a trabajadores y trabajadoras de Economía Popular marcharán por Tierra, Techo y Trabajo.

Otro 7 de agosto que encuentra a los trabajadores en las calles. Otro 7 de agosto soñando con el milagro de que la tortilla se de vuelta. Otro 7 de agosto pidiéndole al Santo que haga la fuerza suficiente para sacarnos de la miseria en la que estamos. Otro 7 de agosto que desnuda la picadora de carne y almas que es el capitalismo.
Estos cuatro años de Cambiemos aportan algo clarito a nuestras conciencias y es que el capitalismo solo puede ser muerte, que el combustible que mueve esa rueda es la sangre de millones y el suelo que pisamos. Porque en el fondo Macri no es nada más, y nada menos, que eso, capitalismo sin tapujos, sin disfraces. Y acá estamos insertados en el mundo, con hambre, con frío, perseguidos, criminalizados, sin trabajo, sin salario, sin derecho, sin salud, sin techo, sin cloaca, sin luz, sin respuestas, endeudados hasta el cuello, siendo las ofrendas y sacrificios para atraer las luces que generan dinero, guerra y hambre.
Pretenden hacernos creer que los derechos son caros, que son gastos, que tenemos que estar agradecidos por las migajas que revolean cada tanto. Hace dos meses que no entregan la leche a los merenderos. Pero nos señalan, como culpables, como criminales, aunque seamos nosotros los que vamos a buscar a los arroyos los cadáveres que revolean las mafias que ellos dejan crecer. Vagos, choriplaneros gritan los señores y señoras de traje que hacen plata sembrando plata.
Conseguir pasta base, paco, en el conurbano bonaerense es más fácil que conseguir una mochila para la escuela. Aplauden al emprendedor, pero cartonear les parece un delito. Te pegan mucho más por vender una bufanda en once que por matar a una mujer. Te reprimen por andar a caballo porque el animal sufre y te cagan a palos si repartís colchones para la gente que sufre mientras duerme en la calle en pleno invierno.
Nos tildan de ladrones, maricas, faloperos, y ellos destruyeron un país entero, pues así se roba más dinero. Miles de millones de dólares pidieron a préstamo para llenar las cuentas de los que especulan con nuestras vidas, generando la deuda más grande de la que se tenga memoria, no para mejorar la vida de los argentinos, para garantizar los intereses en dólares de los que se metieron en la bicicleta financiera. Destruyeron la industria, las pymes, el mercado interno, los sueños de millones, al grito de “mira lo que nos obligan a hacer”. Reprimieron, encarcelaron y mataron como quisieron.
Ahí está el costo, ese es el costo de insertarse en el mundo, que aumente la pobreza, que aumente la indigencia, que aumente el hambre, que aumente la represión, que aumente la población carcelaria, que aumente el narcotráfico, que se expandan las mafias, que verdaderos imperios del narcotráfico crezcan a lo largo y ancho de nuestro país. El capitalismo es eso, es la insaciable búsqueda de la ganancia en una competencia feroz que se come pedazos de tierra con la velocidad que Tinelli se traga un alfajor. Si te organizas sos un mafioso, si protestas sos un delincuente y si pedís que el Estado se haga cargo de los que el mercado escupió a su periferia sos un atrevido que tiene que ir en cana.
Este miércoles en la Ciudad de Buenos Aires y en decenas de ciudades de todo el país, ciento de miles de trabajadores y trabajadoras (de la economía popular, de las cooperativas, formales e informales, de aplicaciones) van a marchar a las plazas, plazoletas y calles para que todos los que aspiran a ocupar un cargo gubernamental escuchen y entiendan que la salida es con todos y desde abajo. Los y las que inventaron su propio trabajo también inventaron sus propias políticas, y así se sancionó la ley de emergencia social, el relevamiento de barrios populares, así se convirtió la basura en trabajo con derechos, así los pibes y pibas que estaban con la pipa extinguiendo sus vidas en una esquina armaron centros de tratamiento para otros cientos de pibes y pibas, así los productores rurales regalaron comida a los que no tenían, así los cartoneros armaron un parador para le gente que duerme en la calle, así miles de compañeras y compañeros sirven la comida a miles de familias que no tienen que comer, así miles de niños y niñas pudieron terminar la escuela, así decenas de senegaleses aprehendieron a entender el español, así cientos de trabajadores recuperaron sus trabajos, así miles de personas viviendo en la calle festejaron la navidad.
Organizados intentamos hacerle frente al infierno que nos propone el “Dios Dinero”. Organizados construimos la comunidad que el individualismo liberal destruye para que no más de 30 personas tengan las riquezas que necesitan 3700 millones para vivir.
«Solo si nos damos cuenta de que nuestra verdadera riqueza son las relaciones y no los meros bienes materiales, encontramos formas alternativas de vivir en una sociedad que no esté gobernada por el dios del dinero, ídolo que la engaña y luego la deja más inhumana e injusta». Solo organizados seremos felices, todo lo demás son espejitos de colores.
* Referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE)
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