Educación y Ciencia

5 agosto, 2019

El fracaso de un gobierno científicamente testeado

Las intervenciones públicas de la científica Sandra Pitta Álvarez a favor del Gobierno de Mauricio Macri reabrieron el debate sobre el sector de Ciencia y Tecnología de cara a las elecciones.

Laura Fischerman, bioquímica

@lpescadora

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No es sencillo describir de manera unívoca qué es la Ciencia. Ni siquiera para quienes se dedican a ella. Se engloba dentro de la actividad científica una variedad de métodos, prácticas, aplicaciones, abstracciones y lugares y formas en los que aquello se produce, reproduce y comunica. Uno de los aspectos en los que existe un pleno acuerdo es el de la existencia de una comunidad científica. Es decir que, por más que haya una fase experimental, de reflexión o de escritura que puede ocurrir en solitario, el método impone una necesaria acción validatoria para la porción de conocimiento generada. Esa validación requiere de un diálogo (ficticio) con la bibliografía previa pero también de un intercambio real con otros científicos y científicas, mediando refutaciones, críticas, inquisiciones, contrastaciones.

Este denominador más o menos común en la práctica de las más diversas ciencias da a esta comunidad algunas particularidades no tan frecuentes en otros ámbitos, como por ejemplo la utilización de cifras y estadísticas para respaldar una posición y buscar hechos empíricos que derriben o no una determinada hipótesis. No sorprende entonces que, para quienes se dedican a alguna disciplina científica, aseveraciones como las que hizo desde su twitter este 4 de agosto el presidente de la nación, Mauricio Macri provoquen rechazo. El mandatario, quien manifestó que “no se necesitan argumentos, no es necesario dar explicaciones. Es tu autoridad, tu confianza, tu credibilidad, la que tus relaciones valoran para acompañarte en tu decisión”, impugna con esa sola frase lo que constituye la forma de entender el mundo de todo un sector de trabajo.

En ese tenor de campaña es que durante la última semana resonó la solicitada firmada en apoyo a su reelección de Macri por 150 personalidades de la cultura, la ciencia y la academia, entre los cuales sobresalió por sus provocativas participaciones en Twitter, Sandra Pitta Álvarez. La farmacéutica volcada a la biotecnología que funge como investigadora del CONICET reconoció en sus propias redes que este gobierno no había gestionado de forma favorable para el sector científico- tecnológico, que se habían agudizado los problemas presupuestarios que, señalaba, ya existían desde los períodos correspondientes a presidencias kirchneristas, y que consideraba un error haber conservado al mando de lo que fue el Ministerio de Ciencia y Tecnología y hoy es apenas una Secretaría a Lino Barañao.

En los días subsiguientes proliferaron las interpelaciones directas a Pitta en la red del pajarito donde, al victimizarse, la investigadora habló, entre otras cosas, de su preocupación por la persecución ideológica en el CONICET hacia los votantes de Macri que, según ella, no se atrevían a decir en voz alta por quién habían votado en 2015. Incluso llegó a afirmar: «Ahora me queda claro que si ganan los Fernández yo me voy a tener que ir del país», a lo que el precandidato opositor Alberto Fernández respondió que la cuidaría en un masivo encuentro con científicos y científicas en Ciudad Universitaria el día 31 de julio.

Hay que decir que no pasó desapercibida su alusión a la persecución a científicos en el marco del aniversario número 53 de la noche de los bastones largos y se vio tan desproporcionada que luego tuvo que moderar su discurso cuando se le preguntó si ella consideraba que su trabajo podía llegar a correr peligro por su posición política en reiteradas ocasiones, incluyendo este sábado 3 de agosto la mesa de Mirtha Legrand.

En el programa televisivo, estratégicamente diseñado para el último fin de semana en que podría llevar adelante su campaña en favor de la continuidad del candidato de Juntos por el Cambio, donde se encargó de sentar también a la cara más amable de este régimen político, la gobernadora María Eugenia Vidal, Pitta tuvo la oportunidad de defender frente a toda la audiencia su apoyo a la fórmula que busca su reelección. Lo hizo refiriéndose a aspectos ajenos a su ámbito laboral, ya que al respecto lanzó frases tales como que «debería votar a los Fernández si fuera por el sector de Ciencia y Técnica». «Realmente pediría que pongan la mirada en el sector porque el desarrollo verdadero va a provenir de ahí y no lo están teniendo en cuenta, se está desmembrando todo», añadió.

En poco tiempo se sumó a la magra tribuna oficialista en el campo científico-tecnológico, en la que ya se había destacado Marina Simian, la bióloga que sostiene su voto a Macri e investiga en terapias para el cáncer pero que tuvo que recurrir a un programa de concursos en el que ganó medio millón de pesos para sostener su línea de trabajo. Poco después se conoció el dato de que su marido es el subsecretario de Tránsito y Transporte de Horacio Rodríguez Larreta. Y es que los medios de comunicación alineados con el actual gobierno están afanados por mostrar que un sector señalado como prioritario durante las promesas de campaña del 2015 y al que se le vaticinó una duplicación del presupuesto tiene algo más que detractores del macrismo.

Sin dejar de lado la importancia que las cifras tienen en las ciencias, es difícil encontrar defensores de la actual situación, en la cual el presupuesto no sólo no se elevó al doble que lo que era en 2015, un 0,64% del PBI, sino que se redujo a cerca del 0,3%. Este recorte neto a los fondos para el funcionamiento de los organismos científicos y tecnológicos públicos trae consecuencias muy tangibles dentro del CONICET, como el no pago de subsidios y la falta de fondos para compra de reactivos completamente necesarios en las ciencias biológicas (siempre cotizados en dólares). 

Sin embargo, no son menos importantes y dañinas para la calidad y cantidad de la producción científicas las consecuencias sobre el trabajo de los científicos y científicas, quienes, como trabajadores del Estado nacional han percibido en lo que va del año una cuota de 4% de aumento y otra del 7%, gracias a la firma del acuerdo paritario suscripto por UPCN, sindicato en el que Sandra Pitta fue delegada por el CONICET hasta hace poco tiempo. Y aquello, añadido a los despidos en otras reparticiones como el INTI, entre las más sonadas y el desmantelamiento de programas tales como el ARSAT.

En resumen, más allá de una discusión aún pendiente sobre qué desarrollo científico se pretende para una sociedad como la argentina, su relación con las empresas, el agro y las políticas públicas, hay un claro saldo negativo para la ciencia y sus trabajadores durante los últimos cuatro años, lo cual parece haberse manifestado muy contundentemente en el apoyo de cerca de 8000 miembros del sistema a la candidatura de Alberto Fernández.

Para quienes nos desempeñamos en ese ámbito y más en la militancia sindical hay indicios también de que aún con su triunfo enfrentaremos un arduo desafío para recuperar las condiciones salariales anteriores a 2016. Mientras tanto, deberá volver a ponerse en agenda la necesidad de un crecimiento de la planta de trabajadores en todos los escalafones vinculados al CONICET y demás instituciones científico-tecnológicas estatales (INTA, INTI, CNEA, etc.) y la pelea por la mejora en los regímenes de contratación, evaluación y estabilidad laboral en los organismos. 

En lo que existe certeza es que una renovación por otros cuatros años de Mauricio Macri en el gobierno nacional sólo podría seguir deteriorando la salud de un sector del que nadie se atrevería a decir que se puede prescindir en un país como el que dice pretender cualquiera de los gobernantes que se someterán al voto popular este domingo 11 de agosto.

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