Batalla de Ideas

29 julio, 2019

Mucho lugar para las declaraciones, poco para las propuestas

Por Federico Dalponte. Hubo pocas propuestas concretas hasta ahora, y la más resonante fue tildada de demagógica por sectores variopintos. Lejos quedaron los tiempos en que el PRO ofrecía eliminación del impuesto a las ganancias o miles de jardines de infantes.

Federico Dalponte

@fdalponte

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Hubo pocas propuestas concretas hasta ahora, y la más resonante fue tildada de demagógica por sectores variopintos. Lejos quedaron los tiempos en que el PRO ofrecía eliminación del impuesto a las ganancias o miles de jardines de infantes.

Las campañas políticas se construyen por tramos. Hasta después de las primarias, lo central no serán las propuestas sino los perfiles. Un gobierno que busca instalar la fe ciega en el futuro y una oposición que promete alcanzar la reversión de la crisis.

En el medio, quedan apenas las plataformas de declamación. Promover las inversiones, mejorar el régimen tributario, asegurar el acceso a la vivienda. Las precisiones escasean: desde promover la privatización de los parques nacionales hasta prohibir la educación religiosa en las escuelas, el universo de proyectos posibles es amplísimo.

En cualquier caso, lo cierto es que la propuesta más concreta hasta ahora fue esbozada la semana pasada por Alberto Fernández en el medio de un discurso con sectores de la tercera edad. “Vamos a hacer una ley que diga que los jubilados no pagan los medicamentos”, anunció el candidato del Frente de Todos. “Y no me importa lo que digan”, remató, anticipándose a los cuestionamientos.

Lo cual, en efecto, sucedió. En un saludable ejercicio crítico, no fueron pocos los que señalaron que la plata no alcanza para eso. Desde el periodista Marcelo Zlotogwiazda hasta la Confederación Farmacéutica Argentina, tantos levantaron su voz para discutir una propuesta fundamental en materia de salud pública.

Que los fondos son apenas diez días de intereses de Leliq, que son 19 mil millones de pesos al año y esa plata no existe, que si se realiza por tramos sería factible, y demás. La discusión fue una radiografía de la política y por unos pocos días todo se pareció a un país mejor, a uno que debate en serio.

Así dada, la campaña podría convertirse en un lento pero progresivo proceso de discusión abierta de propuestas más o menos concretas. Si resulta posible o no, al menos el profesor Fernández podrá jactarse de haber contribuido a la elevación del debate público. Lo cual es insuficiente para sus seguidores, pero no poco para la política.

Está claro que todo responde a una necesidad: conquistar el voto de los mayores de 55 años, afines en su mayoría al macrismo. Pero la opción de seducir a ese votante con una propuesta concreta le hace un claro favor al sistema político. Vale más discutir la gratuidad de los medicamentos que una foto estéril en un centro de jubilados, aunque Jaime Durán Barba no acuerde con esto.

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En su reverso se ubican los funcionarios del gobierno que aseguran que las propuestas vendrán recién después de las primarias. De momento, quizás el mayor mérito presidencial haya sido instalar el recuerdo de esa campaña, la de 2015, plagada de propuestas infundadas. En efecto: es probable que el actual nivel de respuesta frente a propuestas de cuestionable viabilidad sea el resultado de la experiencia anterior, donde Mauricio Macri prometió un paraíso que sólo fue desierto.

En cualquier caso, lo cierto es que, luego de las PASO, cada propuesta de Juntos por el Cambio será indagada con particular interés, máxime cuando la eliminación del impuesto a las ganancias, los jardines de infantes, la televisación gratuita del fútbol, la estabilidad cambiaria, el presupuesto de ciencia y tecnología constituyeron algunas de las tantas promesas presentadas y fervientemente incumplidas.

En ese sentido, desvela pensar qué podrá proponer el gobierno que no esté tamizado por la sospecha. O acaso si podrá hacerlo siquiera. Hasta ahora, le fue redituable hablar de un pasado aterrador y un futuro venturoso; en particular porque no es necesario para ello decir mucho más, explayarse mucho más. Aunque se abran interrogantes sobre la estrategia de cara a octubre.

La deslizada discusión en torno a las eventuales reformas laboral y previsional -en síntesis: mayor flexibilidad para los despidos y aumento de la edad jubilatoria- apenas rozó al núcleo duro del gobierno. De hecho, las dos propuestas más trascendentes para un hipotético segundo mandato de Macri no fueron publicadas a viva voz, sino que se filtraron luego de una reunión de Nicolás Dujovne con acreedores en Washington.

Hace cuatro años, a dos semanas de las primarias, el actual presidente sí había propuesto unas pocas medidas concretas. Por aquel entonces tenían gusto a poco, a receta de corto plazo, pero terminarían por configurar las incoherencias económicas previas a la crisis: eliminación de las restricciones a la compra de dólares y una baja a las retenciones agropecuarias.

La primera implicó una devaluación abrupta en la primera semana de gobierno, a la que le seguirían tantas más, y la segunda sería apenas temporal, hasta que el descalabro de 2018 obligó al gobierno a reponerlas. Hoy, en cambio, no hay un solo esbozo de una propuesta concreta, ni siquiera proclamas épicas como unir a los argentinos o acabar con la pobreza.

La Argentina habla, por ahora, de frases. Unos dichos de Aníbal Fernández, otros de Cristina Kirchner, la réplica de María Eugenia Vidal o de algún otro que pretenda luz. En ese laberinto de vara baja, realizar una propuesta concreta y tangible tal vez sea el único aporte valioso para recuperar el debate político antes de que sea tarde.

@fdalponte

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