América Latina

26 julio, 2019

Senador boliviano: “Carlos Mesa fue un adulador incansable de la privatización”

Rubén Medinaceli es senador de Bolivia e investigó el período de privatizaciones de empresas públicas entre 1985 y 2005. Notas lo entrevistó para conocer cuál fue la participación en aquel proceso del ex vicepresidente y principal opositor al gobierno de Evo Morales en las elecciones de este año.

Rubén Medinaceli es senador por el departamento de Oruro, en Bolivia, e ingresó como candidato por el Movimiento Al Socialismo (MAS), que gobierna el país desde 2005. En 2015, la Asamblea Legislativa Plurinacional formó una Comisión Especial de la que fue parte, para investigar el período de privatizaciones de empresas del Estado que se ejecutaron entre 1985 y 2005.

El resultado de la investigación fue la presentación de un extenso informe que se resume en el libro Neoliberalismo: enajenación de empresas públicas y recursos naturales, 1985-2005, y a partir del cual se realizó el documental El robo, cuando las leyes se escribían en inglés.

Notas lo entrevistó para comprender mejor qué país recibió Evo Morales al asumir la Presidencia en 2006 y para conocer cuál fue la participación de Carlos Mesa, principal opositor al MAS en las elecciones de este año, en aquel proceso privatizador.

– ¿Con qué se encontró la Comisión Especial al iniciar la investigación?

– La investigación se inició con la identificación de 212 empresas públicas con las que contaba el país antes del inicio de esta política de enajenación. Estos gobiernos, que van de 1985 a 2005, lograron enajenar el 70%. Hablamos de empresas pequeñas y medianas del Estado y también empresas estratégicas, es decir aquellas que le generan al Estado boliviano recursos para atender los requerimientos de los ciudadanos.

Se utilizaron diferentes procedimientos para esta enajenación: se empezó con una privatización, venta o cierre de empresas y durante el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Losada se procedió a la llamada capitalización de las empresas, que no fue otra cosa que una privatización encubierta de las firmas más importantes.

Estamos hablando de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), de la Empresa Nacional de Ferrocarriles, de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones, Línea Aérea y Lloyd Aéreo Boliviano.

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Carlos Mesa, candidato a presidente de Bolivia

Se investigaron todos los procedimientos administrativos, jurídicos y tuvimos que establecer lineamientos para definir el perjuicio económico que le ocasionó esta política al país. En una estimación muy conservadora decimos que alcanzó aproximadamente a 10.050 millones de dólares. Si la traemos al período actual, estamos hablando de 21.050 millones de dólares

El Producto Interno Bruto (PBI) del año pasado, alcanzó a 40 mil millones de dólares. Estamos hablando entonces de un perjuicio económico un poco mayor al 50% del PIB del país, un monto enorme.

En realidad, nunca importó la naturaleza ni el objetivo de cada una de las empresas públicas. Esta política fue guiada sólo por el hecho de enajenarlas, de entregarlas al sector privado. Para ese hecho se cambiaron y se aprobaron leyes, se violaron otras, y el resultado para el país fue lamentable.

– ¿Qué participación tuvo Carlos Mesa en este proceso de enajenación de empresas públicas?

– El señor Carlos Mesa, antes de entrar en la arena política, fue un analista político importante en el país. Él fue un adulador incansable de esta política de enajenación de empresas públicas. Luego, en el segundo período de Gonzalo Sánchez de Losada le tocó ser vicepresidente de la entonces República de Bolivia.

Al empezar su segunda gestión, el mismo Sánchez de Losada reconoció el fracaso de esta política. En febrero de 2003 él propone al país un proyecto de ley que en Bolivia conocemos como «Impuestazo». Decía: “Bolivianos, el Tesoro General de la Nación no tiene dinero, debemos salvar esta situación”, y nos propuso que pagáramos un nuevo impuesto sobre nuestros salarios para salvar al país. Ese es un reconocimiento tácito del autor principal de la capitalización de empresas públicas del fracaso económico de esta política.

Ese proyecto de ley fue rechazado y se armó una revuelta que conocemos como «Febrero Negro». Ante el rechazo de los bolivianos a esta propuesta, el presidente nombró a un delegado para la revisión y la mejora de la capitalización.

Inicialmente hizo un informe que decía: “Mire, el país no ganó nada con la capitalización de empresas públicas, los que están ganando son los capitalizadores, las transnacionales, hagamos algo para salvar esta situación”. Esa fue la generalidad de la recomendación y sin embargo no se hizo nada.

Pero además, en ese tiempo propusieron vender gas natural al país del norte a través de una salida por Chile. Tú sabes que hay un problema de los bolivianos con los hermanos chilenos, lamentablemente. Entonces esta propuesta llega al sentimiento de los bolivianos y se genera un conflicto en octubre del 2003 que se llama la Guerra del Gas, que fue desastrosa en términos de vidas humanas, en términos de heridos y fue el motivo para que Sánchez de Losada huyera del país.

Por sucesión, queda como presidente Carlos Mesa. Él cambia de delegado presidencial para la revisión y mejora de la capitalización y designa a un señor de apellido Saratti, quien hace recomendaciones puntuales y sugiere revisar algunos aspectos. Se refiere, por ejemplo, a la capitalización del Lloyd Aéreo Boliviano afirmando que era un desastre y que había que reever ese tema. En segundo lugar, le dice que en la capitalización de YPFB ha habido serios errores que le están restando recursos económicos al país. Y el señor Mesa no hizo caso, en absoluto, por temor a que las empresas capitalizadoras dejen el país y se proceda a un complot económico y financiero contra Bolivia.

Mesa también se comprometió a recuperar los hidrocarburos para los bolivianos y planteó un referéndum, donde una de las preguntas era si estábamos de acuerdo con recuperar esos hidrocarburos. El 92% de los votantes dijeron que sí, pero, ¿qué hizo para atender esta solicitud? Planteó trabajar en una nueva ley de hidrocarburos, cuyo corazón decía que de toda la producción hidrocarburífera, el 50% se queda con los bolivianos y el otro 50% se va con las transnacionales.

Se aprobó esa ley en la Asamblea Legislativa, pero se negó a promulgarla. Fue un desastre. Recién en 2006, al asumir Evo Morales, nacionalizó esa empresa planteando el 82% del valor de la producción de hidrocarburos para el país y el 18% para las transnacionales.

La participación del señor Mesa en este proceso de enajenación de las empresas públicas fue lamentable para el país. Ahora en las propuestas iniciales que conocemos de su campaña dice que no va a privatizar, pero nos preguntamos cuándo cambió de criterio, ya que antes sí defendía la privatización y ahora como candidato plantea que no.

– ¿Qué argumentos utilizaban quienes defendían las privatizaciones?

– El discurso era que los bolivianos no gestionábamos bien nuestras empresas, que eran deficitarias y que había una especie de incapacidad para manejarlas. Decían que debíamos entregarlas a manos privadas, a extranjeros que sí saben gestionar una empresa y que íbamos a tener beneficios económicos que nos iban a sacar de la crisis. Ese fue el discurso principal, realmente un desprecio a la capacidad de los bolivianos, pero al final la historia mostró que esas cosas no eran ciertas.

Los gobiernos que van de 1985 a 2005 tampoco actuaron solos. Fueron presionados por organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial y también la Embajada de EE.UU. Sin embargo, si ellos aceptaron llevar adelante esa enajenación es porque tienen una idea de país, creen en el capital extranjero y las transnacionales.

Fíjese que, en el ámbito electoral actual, ellos están pretendiendo volver a administrar este país. Para esto tenemos el ejemplo de lo que está pasando en Argentina, de lo que está pasando en Brasil, donde han vuelto gobiernos neoliberales. ¿Qué podría garantizar que un actor central de este proceso no vuelva a tomar las mismas políticas? Aquí hablamos de la patria y de la antipatria.

El actual gobierno comete muchos errores, pues quien hace mucho se equivoca mucho, pero creemos que esa propuesta de desarrollar el país en un ámbito de libertad y soberanía es mucho mejor a lo que hicieron anteriormente los gobiernos neoliberales. Hay que tener cuidado, mostrar lo que vivió el país en ese período a los jóvenes, que son un importante sector que va a participar en las elecciones de octubre de este año.

Manuel Díaz, desde La Paz – @GringoManu

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