26 junio, 2019
Junio arde rojo
Se cumple un nuevo aniversario de la Masacre de Avellaneda, donde fueron asesinados los militantes populares Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, Notas les rinde un humilde homenaje y recuerda los hechos que sucedieron aquel día.
Se cumple un nuevo aniversario de la Masacre de Avellaneda, donde fueron asesinados los militantes populares Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, Notas les rinde un humilde homenaje y recuerda los hechos que sucedieron aquel día.
El 26 de junio de 2002 los movimientos de trabajadores desocupados, que por aquellos años eran una expresión genuina de la situación de los sectores populares marginados por el neoliberalismo, realizaron cortes simultáneos de los accesos a la Ciudad de Buenos Aires. Uno de ellos fue en Avellaneda.
Aquel día, un operativo conjunto de cuatro fuerzas de seguridad (Gendarmería, Prefectura, Policía Federal y Bonaerense) custodiaba el puente Pueyrredón, al sur de la capital. Algo desproporcionado aún para aquella época donde la represión estaba a la orden del día.
Dos columnas de organizaciones sociales se iban a encontrar en la base del puente. Una llegó por la Avenida Pavón, desde la Estación Avellaneda y otra por Mitre desde la Plaza Alsina. Al llegar se encontraron con un pequeño cordón de policías, ínfimo al lado del enorme operativo desplegado y objetivamente incapaz de frenar el encuentro de ambas columnas.
Años después, durante el juicio en el que fueron condenados el oficial Alfredo Fanchiotti y el cabo Alejandro Acosta, se comprobó que estuvo todo planeado de antemano y lo que se buscó fue montar una provocación que justificara una represión posterior. Y así fue.
Las dos columnas intentaron juntarse apartando a los no más de 10 policías que se pusieron en su camino. Allí comenzaron los disparos y la represión. Con una brutalidad pocas veces vista, las fuerzas policiales no solo dispersaron para evitar el corte del Puente Pueyrredón sino que dieron comienzo a una cacería que se extendió por varias cuadras.
Por el lado de la Avenida Mitre llegaron a Plaza Alsina (a diez cuadras del puente) y más. Incluso los oficiales ingresaron a un local de Izquierda Unida para detener a manifestantes que se habían refugiado allí. Aunque es absolutamente ilegal el ingreso a un local partidario sin orden judicial, aquel día la policía tenía luz verde para lo que quisiera. Decenas de personas que huyeron para ese lado resultaron heridas con balas plomo. Un anticipo de lo que ya estaba pasando sobre Avenida Pavón.
La otra columna, escapó por donde había venido hacia la estación Avellaneda. En el camino Maximiliano Kosteki, del MTD de Guernica y que asistía por primera vez a una movilización, recibió un disparo que lo dejó de rodillas en el suelo. Dos compañeros lo levantaron y lo llevaron hasta la estación. Ahí se encontraron a Darío Santillán, militante de Lanús y Almirante Brown, quién ya había pasado la estación de tren pero decidió regresar. Todos se quedaron junto al cuerpo de Maxi buscando algún tipo de ayuda. Afuera se escuchaba llegar a la policía.
Testimonios posteriores recogidos en el juicio y en trabajos de investigación, recogieron que el oficial Fanchiotti (que comandaba la represión por Avenida Pavón) ordenó a sus oficiales detenerse afuera de la estación e ingresó solo con cuatro agentes. Esta situación fue clave posteriormente ya que los testimonios policiales quisieron justificar la represión afirmando que los piqueteros estaban armados. ¿Por qué entonces el jefe del operativo se arriesgó a ingresar solo con cuatro policías ante una horda de piqueteros armados?
Con lo que no contó Fanchiotti fue que también ingresaron con él los fotógrafos Pepe Mateos y Sergio Kowaleski quienes, a la postre, serían los responsables de generar las evidencias más contundentes de lo que pasó allí dentro.
Cuando Fanchiotti entró se encontró a Maxi en el piso con la gente a su alrededor. Les ordenó que se fueran, lo que efectivamente hicieron todos salvo Darío. Él se quedó un momento más y elevó su mano pidiéndoles que no disparen. Una imagen que quedó inmortalizada para la eternidad.
Luego comenzó a retirarse y, cuando estaba de espaldas, fue acribillado cobardemente. Lo que vino después salió en las cámaras. Los oficiales riéndose al lado de los heridos, levantando sus piernas para que se desangren más rápido y llevarlos tarde al hospital. Declaraciones a los medios diciendo que «se mataron entre ellos» y la famosa tapa de Clarín donde «La crisis causó dos nuevas muertes». El gobierno del entonces presidente Eduardo Duhalde (responsable político de la represión) debió adelantar las elecciones ante los vergonzosos acontecimientos de Avellaneda.
Desde aquel día y todos los días se repite una consigna que se hizo carne en toda una generación: Multiplicar su ejemplo y continuar su lucha.
Por eso cada 26 de junio nos arde rojo. Por eso, desde Notas, decidimos recordar los acontecimientos de aquel día que van quedando cada vez más lejanos pero es necesario no olvidar. Darío y Maxi no están solos.
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