28 mayo, 2019
Pueblo a Pueblo: todo consumo es político
La herramienta de comercialización de los pequeños productores y productoras que pertenecen a la rama rural del Movimiento de Trabajadores/as Excluidos/as (MTE) nació hace tres años como un canal alternativo de venta de verduras agroecológicas (y en transición a serlo) que permite una estrategia de comercio y consumo alternativa, justa y sustentable.

Pueblo a Pueblo es la herramienta de comercialización de los pequeños productores y productoras que pertenecen a la rama rural del Movimiento de Trabajadores/as Excluidos/as (MTE). Nació hace tres años como un canal alternativo de venta de verduras agroecológicas (y en transición a serlo) que permite una estrategia de comercio y consumo alternativa, justa y sustentable, y que acerca a quienes vivimos en las grandes ciudades a las problemáticas que padecen quienes trabajan la tierra, y que producen el 60% de los alimentos que consumimos diariamente.
En el marco de una crisis económica que golpea los bolsillos de las familias argentinas, estos circuitos de comercialización enmarcados en la Economía Popular comienzan a cobrar relevancia. No solo como una forma de que el salario tire hasta fin de mes, sino también como una manera de poner sobre la mesa temas como la soberanía alimentaria, la agroecología, la forma en que se produce lo que comemos, el rol de las grandes empresas multinacionales y supermercados en la formación de los precios que pagamos y en las variedades de productos que podemos consumir.
Pueblo a Pueblo busca, por un lado, permitir el acceso a alimentos de calidad a precios justos basados en una producción sustentable y familiar sin mano de obra explotada, y por otro, pretende concientizar acerca de nuestro rol como consumidores y consumidoras, mostrando que tenemos derecho a decidir sobre lo que compramos y comemos, y que esa decisión es profundamente política.
Problemas del campo y la ciudad: producción y consumo
La problemática de la producción de alimentos afecta tanto al campo como a la ciudad, porque el modelo productivo se relaciona con un circuito de comercialización, dominado por grandes terratenientes y poderosos empresarios, que son quienes deciden qué comemos y cuánto debemos pagar por nuestros alimentos.
Frente a esto, Pueblo a Pueblo plantea el siguiente circuito alternativo: los productores y productoras del cinturón frutihortícola de La Plata y del “sur cebollero” de la provincia de Buenos Aires, que nuclea localidades como Luro, Villalonga y Carmen de Patagones venden directamente a los consumidores y consumidoras de diversas localidades del país, una amplia variedad de verduras frescas y pesadas.
En el caso de la Ciudad de Buenos Aires y la zona norte y sur del conurbano bonaerense una vez al mes se venden bolsones de entre cinco y seis kilos cosechados el día anterior. En La Plata la iniciativa funciona todas las semanas.
“Estos cinturones verdes productivos de la periferia urbana, donde trabajan nuestros compañeros y compañeras no tienen una legislación que los proteja ante el avance de la especulación inmobiliaria que los expulsa y encarece la tierra. Esto afecta no solo al trabajo sino también al precio y la calidad de lo que consumimos”, cuenta Vanina Fernández, referente y militante de Pueblo a Pueblo, mostrando cómo los productores y productoras del campo y los consumidores y consumidoras de las grandes ciudades se ven afectados por la misma problemática.
Ante esta situación, el mes pasado, productores y productoras del MTE Rural junto a otras organizaciones del sector, presentaron en el Congreso de la Nación un proyecto de Ley Nacional de protección de cinturones verdes productivos en el marco de una jornada donde realizaron un “verdurazo” para visibilizar la realidad del sector y concientizar a la sociedad.
Este proyecto se suma a la pelea por evitar la modificación a la Ley de Semillas, impulsada por empresas como Monsanto, buscando beneficiar a las empresas biotecnológicas, mientras se afecta a los productores y productoras al restringir el “uso propio” de las semillas.
“Hay un mercado muy grande y monopolios que quieren que utilicemos agrotóxicos en nuestras producciones, que empuja a utilizar determinados paquetes tecnológicos para producir y que obliga a comprar determinados tipos de semillas”, agrega Vanina.
La propuesta de iniciativas como Pueblo a Pueblo trastoca todo este sistema, permitiendo la venta directa del productor al consumidor, evitando a los grandes intermediarios que venden los productos a un precio 400% mayor del que se les paga a los productores y productoras. En este caso las familias productoras reciben el 80% del precio del bolsón de forma directa. Un porcentaje muy superior al monto que pagan las multinacionales, que suele ser hasta ocho o diez veces menos de lo que paga el consumidor.
Agroecología, un modelo alternativo
En nuestro país el sistema agroalimentario se encuentra fuertemente concentrado en un grupo reducido de empresas nacionales y multinacionales que imponen condiciones sobre lo que producimos y consumimos afectando directamente nuestra soberanía alimentaria. En rubros tales como los lácteos, el aceite, el azúcar y los fideos, una o dos firmas monopolizan el 80% del mercado. Si le sumamos la distribución, la concentración se agudiza en seis supermercados que venden el 58% del total de alimentos y bebidas a nivel nacional.
“La gente que vive en la ciudades entra al supermercado y ve mucha variedad, pero en realidad no hay gran diversidad. Si vos agarrás los paquetes de diferentes productos de las góndolas y los das vuelta vas ver que los que los producen son tres o cuatro grandes monopolios que concentran toda la producción”, continúa explicando Vanina.
Entonces, otra de las cosas que hace Pueblo a Pueblo, además de generar un circuito de comercialización justo y alternativo, es politizar el consumo. Es decir, tratar de desentrañar esta cadena de intermediarios que hay en el proceso para que la gente también pueda entender porque paga lo que paga por un alimento y porque come lo que come.
El modelo de producción agroecológico, en tanto posicionamiento político, es más que una propuesta económica alternativa, porque cuestiona las lógicas del mercado, la desigualdad en el acceso a la tierra y el uso de agrotóxicos que afectan irremediablemente a nuestra salud y al ambiente. Es un sistema de vida alternativo que al modelo de hambre, desigualdad, explotación le responde con organización popular y empoderamiento para construir soberanía alimentaria, para pelear por el acceso a la tierra, al agua, a las semillas, para luchar por el territorio, para poder decidir sobre lo que consumimos y comemos, cuánto pagamos por esto y a quién va nuestro dinero.
Por eso, quienes impulsan Pueblo a Pueblo repiten que “no estás comprando solo un bolsón”, estás aportando al trabajo digno de productores y productoras, pero también estás siendo parte de la construcción de una alternativa al neoliberalismo, y discutiendo el modelo productivo vigente. Porque para esto no solo es necesario un Estado que acompañe, sino que los consumidores y consumidoras seamos parte de esa transformación a través de nuestras decisiones y prácticas cotidianas.
Florencia Trentini – @flortrentini y Nicolás Castelli – @NicoCastelli3
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