Economía

17 mayo, 2019

Fin de las jubilaciones para amas de casa: la receta del FMI amplía la desigualdad de género

El 26 de julio de este año vence la prórroga de la ley 26.970, popularmente conocida como “Jubilación de amas de casa”, ya que el 85% de beneficiarias fueron mujeres que trabajaron en sus hogares, y a partir del acuerdo con el FMI el gobierno no la renovará.

El 26 de julio de este año vence la prórroga de la ley 26.970, popularmente conocida como “Jubilación de amas de casa”, ya que el 85% de beneficiarias fueron mujeres que trabajaron en sus hogares, y a partir del acuerdo con el FMI el gobierno no la renovará. ¿Cuáles son las consecuencias de la medida?

Esta moratoria funciona actualmente sólo para las mujeres que cumplan la edad jubilatoria (60 años, y menores de 65 años), pudiendo la deuda cancelarse de contado o en un plan de hasta 60 cuotas, cuyos importes se adecúan trimestralmente mediante la aplicación del índice de movilidad. Esto significa que quienes no llegaron al total de 30 años de aportes necesarios para la jubilación puedan acceder a una pagando en cuotas lo faltante. La misma se eliminó para varones en septiembre de 2016.

El fin de este tipo de jubilaciones provocará que las personas que se encuentren en esta situación puedan acceder solamente a la Pensión Universal Para el Adulto Mayor (PUAM), que es sólo el 80% de una jubilación mínima, que hoy en día se encuentra en los $8.300, $2.000 por debajo de la primera. Además, en caso de muerte no la hereda el o la cónyuge, ni es compatible con otro tipo de ingresos.

La PUAM no es una jubilación, por ende no reconoce el trabajo doméstico que realizan estas mujeres como tareas de cuidado, limpieza, cocina, como si no fueran necesarias para el funcionamiento de la economía. Incluso en la actualidad, con la inserción de la mujer en el mercado laboral seguimos realizando el 75% del trabajo doméstico, según la encuesta permanente de hogares.

El sector de trabajo doméstico está compuesto en un 94,7% de mujeres y es, al mismo tiempo, el sector con mayor porcentaje de informalidad (75%). Con esta limitación se castiga a las empleadas por los aportes que sus empleadores no realizaron, restringiendo sus derechos.

A la vez, la brecha entre varones y mujeres en la tasa de desocupación en hogares con menores de 6 años llega al 6,3%; 3 de cada 4 mujeres ocupadas en el mercado laboral realizan la mayor parte de las tareas del hogar; el porcentaje de ocupados que completaron el nivel educativo superior es mayor en mujeres (30,3%) que en varones (17,3%) pero el acceso a puestos jerárquicos es menor (5,4% frente a 8%).

La situación tampoco mejora para las más jóvenes, ya que la tasa de desocupación es casi 50% superior en mujeres (21,5%), de entre 14 y 29 años, que en los varones (14,5%), del mismo rango etario, según datos del INDEC.

Así se ve reflejada la situación de precariedad en la que se encuentran las mujeres dentro del sistema patriarcal, cumpliendo tareas asignadas al rol del cuidado, enfrentando los techos de cristal y los pisos pegajosos, la doble jornada laboral y la brecha salarial.

En un contexto de achicamiento económico e institucional del Estado, las condiciones para revertir esta desigualdad son todavía menores. Sin embargo, aparece como necesidad el hecho de generar herramientas y legislaciones para el diseño de políticas públicas con perspectiva de género.

Ailín Liñado

*Integrante del Observatorio de Políticas para la Economía Nacional (OPEN)

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