Educación y Ciencia

15 mayo, 2019

Reforma Universitaria: una relectura del pasado con la mirada en el futuro

En «Reforma Universitaria y conflicto social. 1918-2018», Eduardo Díaz de Guijarro y Martha Linares analizan los pormenores de un acontecimiento que tuvo implicancias de largo alcance en Argentina y América Latina. En esta entrevista, Díaz de Guijarro, repasa algunos de los aportes del libro, que se presenta el viernes 17 de mayo en la librería central de Eudeba (Av. Rivadavia 1571, CABA).

En Reforma Universitaria y conflicto social. 1918-2018, editado por Batalla de Ideas, Eduardo Díaz de Guijarro y Martha Linares analizan los pormenores de un acontecimiento que tuvo implicancias de largo alcance para los sistemas universitarios de Argentina y América Latina. Pero lejos de ofrecer una lectura ensimismada de las universidades, los autores proponer entender el proceso en función de las tensiones políticas y sociales de la época.

En esta entrevista con Notas, Díaz de Guijarro, que además es coordinador del Programa de Historia de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA repasa algunos de los aportes del libro, que se presenta el viernes 17 de mayo en la librería central de Eudeba (Av. Rivadavia 1571, CABA).

– Existe una amplia bibliografía sobre la Reforma Universitaria de 1918. Además, con motivo de su Centenario, el año pasado se celebraron numerosos actos, conferencias y simposios. ¿Cuál es el motivo que los llevó a escribir un nuevo libro sobre este tema?

– Este libro trata de llenar un vacío de la bibliografía clásica sobre la Reforma cordobesa del ‘18. Generalmente se la describe como un hecho educativo y juvenil del pasado, una rebelión de estudiantes contra la oligarquía profesoral y el anacronismo de la enseñanza. En nuestra investigación nos basamos en una sólida base documental para demostrar que los estudiantes formaron parte de un proceso social mucho más amplio contra la clase dominante cordobesa, en el que la clase obrera jugó un papel protagónico. Esto es clave para entender mejor el presente y proponer alternativas futuras.

– Hoy la mayoría de los jóvenes conoce muy poco sobre aquellos sucesos. ¿Cómo era la Universidad Nacional de Córdoba a principios del siglo XX y en qué consistió la Reforma?

– Era una institución muy conservadora. Gran parte de sus autoridades y profesores pertenecían a una camarilla clerical dogmática. Los estudiantes reclamaban participar en su gobierno, para impulsar un mayor compromiso con la ciencia moderna y vincular la universidad con la sociedad. El 15 de junio de 1918 los reformistas desconocieron el nombramiento de un rector clerical y declararon una huelga general.

Tapa_Guijarro-Linares_ReformaAnte la resistencia de las autoridades educativas y las demoras del gobierno para resolver el problema, la huelga se prolongó, hasta que el 9 de septiembre los estudiantes ocuparon el rectorado y nombraron decanos de las facultades a los presidentes de los centros de estudiantes. Sólo entonces el gobierno nacional intervino y accedió a sus demandas.

– ¿Y cuál fue el papel de la clase obrera?

– El grupo de profesores que dominaba la universidad formaba parte también de la elite económica y política de la provincia, que para entonces ya tenía un desarrollo capitalista importante, muy diferente a la imagen colonial o feudal que suele atribuirle la bibliografía clásica. Había en Córdoba numerosas fábricas, varias usinas, bancos, líneas ferroviarias y un comercio mayorista y minorista importante, además de una producción agropecuaria en el Sur provincial, integrada al resto de la pampa húmeda.

Los trabajadores estaban organizados en sindicatos, agrupados a su vez en una Federación Obrera, y en 1918 protagonizaron varias huelgas por mejoras en las condiciones de trabajo y aumentos salariales.

Las familias propietarias de las industrias y de los campos eran a la vez accionistas de los bancos, controlaban el comercio y ocupaban los principales cargos en el gobierno municipal y provincial y tenían diputados en el congreso nacional. También eran ellos los profesores que dirigían la universidad.

Obreros y estudiantes peleaban contra el mismo enemigo. Ese año hubo en Córdoba marchas y actos conjuntos de hasta veinte mil personas, en su mayoría trabajadores, pues la universidad tenía sólo mil alumnos. Cuando el 9 de septiembre los estudiantes ocuparon la universidad acababa de triunfar un paro general obrero que duró cuatro días y que logró importantes conquistas laborales.

– ¿Qué enseñanzas para el presente se desprenden de esos hechos?

– La conclusión fundamental es que las universidades son campos de disputa en los que se enfrentan los distintos sectores, ideologías e intereses económicos que existen en el conjunto de la sociedad. No se trata de mundos separados sino de un mismo universo donde se combinan las luchas de los trabajadores, de los estudiantes y de los docentes contra las clases privilegiadas. Las luchas de mayor magnitud se dan al coincidir las demandas educativas con las demandas laborales, como ocurrió en Córdoba en 1918 y también en Francia en mayo de 1968, cuando las movilizaciones estudiantiles se produjeron simultáneamente con una huelga de ocho millones de trabajadores.

– Con esa perspectiva, ¿cuáles son los principales desafíos que enfrentan las universidades argentinas en la actualidad?

– Desde que el neoliberalismo comenzó a dominar el mundo en las últimas décadas del siglo XX, uno de sus objetivos fue ganar influencia en las universidades, para que éstas sirvan a los intereses de las empresas transnacionales. La Organización Mundial del Comercio definió la educación superior como una mercancía que se puede vender y comprar, mientras que un sector importante de los universitarios en América Latina y el Caribe defendemos la educación como un bien público social, un derecho humano y universal y un deber de los Estados.

El ejemplo de la Reforma de 1918 nos enseña que la defensa de estos principios forma parte de la pelea general de los explotados del mundo contra una sociedad injusta, basada en el lucro del capital. Debemos ser conscientes de que participamos de esa lucha común con los trabajadores, mientras tratamos desde dentro de las universidades de avanzar en una nueva reforma, que modifique los métodos pedagógicos generando espíritu crítico en los estudiantes y graduados, que revise los planes de estudio, los programas y los objetivos de las carreras para apuntar a la solución de los problemas sociales más acuciantes: salud, alimentación, vivienda, preservación del medio ambiente, igualdad de géneros y una distribución equitativa de la riqueza.

Los últimos capítulos del libro abordan esta problemática contemporánea. Utilizamos el estudio de la historia para poder interpretar mejor el presente y proponer soluciones para el futuro.

Andrés Scharager, becario posdoctoral del CONICET en el IDAES-UNSAM – @AndresScharager

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