Medio Oriente

6 mayo, 2019

Los bombardeos sobre la Franja de Gaza y el «pacto del siglo» de Trump

Este fin de semana el territorio palestino de la Franja de Gaza volvió a ser masivamente bombardeado por Israel dejando decenas de muertos. El Gobierno de Tel Aviv justificó esta nueva masacre como una presunta acción de defensa, omitiendo la violencia sistemática a la que somete desde hace más de una década a la población palestina.

Este fin de semana el territorio palestino de la Franja de Gaza volvió a ser masivamente bombardeado por Israel dejando decenas de muertos. El Gobierno de Tel Aviv justificó esta nueva masacre como una presunta acción de defensa, omitiendo la violencia sistemática a la que somete desde hace más de una década a la población palestina.

A pesar de que la mayoría de los medios de comunicación ponen el foco en que esta nueva escalada comenzó el sábado cuando la organización político-militar Hamas disparó más de 400 proyectiles contra territorio israelí (los cuales fueron en su mayoría interceptados o cayeron en zonas despobladas) y causaron dos muertes, el viernes ataques israelíes acabaron con la vida de cuatro palestinos -entre ellos un adolescente- e hirieron a otros 51.

Esto se dio en el marco de las agresiones constantes que Israel realiza contra la Franja y que habitualmente no son noticia. Solo para poner en contexto, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) dispararon 70 veces contra territorio palestino en enero, 85 en febrero y 55 en marzo, según datos de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

No obstante, la respuesta de Israel volvió a ser desmedida y realizó más de 200 bombardeos en menos de 24 horas causando más de 20 víctimas fatales, entre ellas una mujer embarazada y un bebé de 14 meses. Además, los misiles de la FDI cayeron sobre zonas residenciales e incluso alcanzaron a impactar en un jardín de infantes que, por ser domingo, estaba vacío.

Saeb Erekat, secretario y vocero de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) hizo un llamado «a Egipto, a las Naciones Unidas y a otros miembros de la comunidad internacional» para que realicen «todos los esfuerzos posibles para restablecer la calma”.

Por su parte el coordinador especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para el proceso de paz del Oriente Medio, Nikolay Mladenov, también condenó los bombardeos. «Mis pensamientos y oraciones están con la familia y los amigos de todos los asesinados, y deseo una pronta recuperación para los heridos”, dijo.

Además instó a volver a la mesa de diálogo entre las partes, así como también demandó “levantar los bloqueos» que Israel impone a Gaza desde 2007.

Cabe recordar que, desde aquel año, la Franja está bloqueada por tierra, agua y aire lo que ha convertido esa región en el campo de concentración a cielo abierto más grande de la historia. Dos millones de palestinos dependen de lo que Israel permite entrar y salir (ya sean personas o mercancías).

Esto implica una constante falta de productos de primera necesidad así como problemas en el abastecimiento de medicamentos (apenas ingresa el 50% de lo necesario) o, incluso, de agua potable ya que esta también es controlada por las autoridades israelíes.

El 52% de la población económicamente activa está desempleada y, en promedio, el acceso a la electricidad está limitado a 16 horas por día.

Además, antes del bloqueo las agencias de Naciones Unidas distribuían alimentos a 80 mil personas que sufrían inseguridad alimentaria. Diez años después ese número se elevó a un millón.

El «pacto» que niega el derecho internacional

Como trasfondo a estos nuevos bombardeos aparece el llamado «pacto del siglo» impulsado por la administración estadounidense para, en teoría, resolver el conflicto palestino-israelí. Si bien se desconocen los detalles, el mes pasado el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, brindó algunas pistas ante los comités del Congreso que lo interrogaron al respecto.

Uno de los puntos más preocupantes es que dio a entender que la propuesta de crear dos Estados soberanos (uno israelí y otro palestino), no está en los planes de Washington. Cabe recordar que esta fue la política estadounidense para la región durante décadas, que cuenta con el respaldo de varias resoluciones de Naciones Unidas y fue el eje de los históricos Acuerdos de Oslo de 1993.

En concreto, esta iniciativa supondría la conformación de dos países que se retrotraigan a las fronteras previas a la guerra de los seis días de 1967, en la que Israel ocupó Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental. Sobre esos tres territorios se crearía el nuevo Estado palestino.

Por el contrario, Pompeo apuntó que la política del Gobierno de Donald Trump es la de «reconocer realidades», al tiempo que no cuestionó la ocupación y construcción de asentamientos ilegales israelíes.

A esto se suma que la Casa Blanca ha dado pasos concretos recientemente que suponen un claro apoyo a Tel Aviv. Ha reconocido a Jerusalén como capital de Israel (nuevamente negando toda la historia diplomática estadounidense), ha cortado fondos para la agencia de la ONU que ayuda a los refugiados palestinos y ha aceptado la anexión unilateral de otro territorio ocupado, en este caso de Siria, como son los Altos del Golán.

Si bien se mantiene el secretismo, estos indicios llevan a suponer que el mentado pacto apunta más bien a cierta autonomía palestina dentro de un Estado judío que siga imponiendo un ferreo control militar.

Como era de esperarse Mahmoud Abbas, titular de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), ha rechazado estos planteos y, a pesar de su impopularidad, se ha ganado apoyos entre la població ya que la mayoría de palestinos y palestinas considera que la propuesta no abarca ninguno de sus reclamos históricos. Lejos de ayudar a solucionar el conflicto, Washington le ha dado aire a Israel para seguir justificando su ilegal ocupación.

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